Hace tiempo que nuestro mundo se volvió imagen. La nuestra es la era de lo visual, de las pantallas. Hace más tiempo todavía que la fotografía y el cine nos revelaron otra forma de ver: la vida captada a través de la cámara se convertía en un lenguaje capaz de producir sentidos complejos de la realidad.
Una de las cuestiones de mayor envergadura en las reflexiones contemporáneas sobre las prácticas artísticas cuyo proceso creativo está sustentado en medios digitales, se refiere a las transformaciones que los modos de la sensibilidad humana han experimentado presumiblemente al nivel de la recepción de la obra de arte, constituida ésta en el formato de artefacto generativo y sensible que objetiviza procesos interdisciplinares o trandisciplinares.