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Gil Vicente delante de sus obras casi censuradas
1. Antes de la apertura de la Bienal de São Paulo, el periódico Folha de S. Paulo informó que la OAB/SP (órden de los abogados de Brasil) divulgó una nota pidiendo la censura de la "Serie Enemigos" del artista Gil Vicente, que forma parte de la exposición. En la serie, el artista "se retrata a si mismo matando personajes famosos como Fernando Henrique Cardoso y Lula". Según la OAB, "Una obra de arte, aunque libremente y sin límites exprese la cretividad de su autor, debe tener determinados límites para su exposición pública. Uno de ellos es no hacer apologia del crimen como establece la cláusula inscripta en el Código Penal Brasileño."
2. El problema que se coloca es mas complicado de lo que parece a primera vista. Uno de los presupuestos básicos cuando se analiza la censura es abandonar de inmediato la visión de una lucha ideológica entre libertad de expresión y represión oscurantista. Como intenté demostrar en otro texto, libertad de manifestación y censura están mas intrincados de lo que parece. La libertad a veces es una forma mas eficaz de control.
3. En este caso, la censura a la obra es una prueba clara de su poder, de su impacto. Hay un poema/nota de Joan Brossa sintomático sobre ésto: "La censura suprimió nueve poemas:/señal de que los otros no valen nada" (la traducción, extraída de aqui, es de Ronald Polito). Alberto Pimenta, en el excelente artículo "Libertad y aceptabilidad de la obra de arte literaria", nos recuerda que escritores como Eça de Queirós y Alfred Döblin defendian que el arte se sometiese a la misma censura que los demas escritos, "viendo en esta igualdad delante la ley la justificación de su importancia social y la manifestación de sulibertad". (Hay dos frases de Döblin citadas por Pimenta que son sensacionale: " 'El arte es sagrado' practicamente no significa otra cosa que el: artista es unidiota, déjenlo hablar à voluntad"; " 'El arte es libre', quiere decir, es totalmente inofensivo, los señores y las señoras artistas pueden escribir y pintar lo que les apetezca..."). Dicho de otro modo: la libertad concedida al artista o a la obra (en suma, el arte) muchas veces significa apenas su inoperancia - aislada en una esfera "especial", el arte no debe producir efectos sobre el mundo "real".
En este sentido, Lévi-Strauss afirmó que "nuestra civilización" concedió al arte "el estatuto de parque nacional, con todas las ventajas y los inconvenientes relacionados con una fórmula tan artificial; y es sobretodo el caso de tantos sectores de la vida social todavía no conquistados, donde, por indiferencia o impotancia y sin que en la mayoría de las veces sepamos por qué, el pensamuento salvaje continua prosperando." Comentando esta idea del arte como "parque natural o reserva ecológica en el interior del pensamiento domesticado", Eduardo Viveiros de Castro apuntará justamente lo que implica tal confinamiento: "El pensamiento salvaje fue confinado oficialmente al dominio del arte; fuera de ahí, seria clandestino o 'alternativo'. Valorizada como sea la experiencia artística, nada tiene que ver con el experimento científico: el arte es inferior a la ciencia como productora de conocimiento. Puede ser emocionalmente superior, pero no es epistemologicamente superior." (Es curioso notar que Paulo Leminski también usó la expresión "reserva ecológica" para referirse al arte; pero en su caso, se referia al mercado: el arte seria una "reserva ecológica" donde el mercado no entra). La libertad que existe en el arte no existe en la vida. Es porque esta separación entre arte y vida está tan bien terminada que Alain Badiou puede afirmar que "Convencido de controlar la superfície entera de lo visible y de lo audible por las leyes comerciales de la circulación y por las leyes democráticas de la comunicación, el Imperio no censura mas nada".
4. La justificativa de la OAB para reivindicar la censura es de que las obras "demuestra [sic] una falta de respeto por las instituciones que tale personas representan como también el desprecio por el poder instituído, incitando al crimen y a la violencia." O sea, las obras producrian efectos para más allá de la "reserva ecológica" en donde deberian confinarse. Cuando la teoria política moderna (a partir de Bodin, a quien se le atribuye el concepto de soberania que caracteriza al Estado) "redescubre" la censura romana, es siempre la función de controlar los efectos que es resaltada: al censor cabe policiar aquellas acciones o manifestaciones que no son contrarias a las leyes, pero que diseminan malos ejemplos, que difunden vicios, que corroen las costumbres - pequeños gestos o palabras que van minando la constitución política, haciendo posible la sedición y la ruina del Estado. (Algo parecido se puede encontrar en Platón para quien los poetas causarian el afeminamiento de los hombres, y, así, harian ruir el edificio de sustentación de la República).
5. En este sentido, la libertad del arte es la libertad del arte en cuano obra de arte. Si ella produce efectos "no estéticos", "no contemplativos", si ella impulsiona o puede impulsionar a la acción, ella no está mas garantizada por la libertad. Además, con la libertad de manifestación o expresión en general es así. Los profesores de Derecho adoran dar como ejemplo de una manifestación que no está protegida por la libertad de expressión la del sujeto que grita "Fuego!" en un teatro lleno sin que éste esté, en los hechos, incendiándose. La jurisprudencia estadounidense diferencia entre expression y conduct: aquélla esta garantizada constitucionalmente, pero cuando se torna conducta (esto es, cuando conduce) puede caracterizar crimen: cuando un líder del KKK vocifera en un comício "Vamos a quemar negros" es crimen; cuando dic sólo "Vamos a proteger los derechos de la minoria blanca" es apenas manifestación (ésto tiene que ver con la dimensión formal del Derecho - y es antiguo: hay un texto de um retórico griego antiguo que relata como un calumniador se safa porque acusó al otro de haber "matado" - término genérico - un tercero y no de haberlo "asesinado" - término jurídico). Aqui poco importa la intención del autor (en eso, el Derecho está años luz al frente de la crítica literaria: en Inglaterra, ya partir del siblo XVII, lo que el autor pretendió no es evaluado por las cortes, y si los efectos que la obra generó).
6. Como el gran propósito de la censura es evitar que ciertos actos, gestos, palabras produzcan efectos nefastos, ella se depara, desde siempre, con una paradoja: censurar una obra muchas veces equivale a dotarla de un aura sagrada de prohibición, tornándola mas famosa. En la tentativa de evitar la producción de efectos, éstos se potencializan. Cuando Milton, en su famoso discurso en el Parlamento británico, defiende la libertad de impresión, éste es uno de sus argumentos. Algunos siglos después, Marx dirá lo mismo: la censura no sólo es una "medida policial", sino un "mala medida policial": "En el país de la censura, cada escrito prohibido - esto es, impreso sin el censor - es un éxito. Pasa por mártir, y no existen mártires sin aureola y sin seguidores devotos. Pasa por excepción, y, cuanto mayor es el valor que la libertad tiene para el hombre, mas ella se torna una excepción para la falta de libertad general. Todos los misterios corrompen. Cuando la opinión pública es un misterio para si misma, es corrompida desde el inicio por todos los escritos que rompen formalmente las misteriosas cadenas. La censura transforma todos los escritos prohibidos, buenos o malos, en artículos extraordinarios, mientras la libertad de prensa priva todos los artículos de una importancia especial". O sea, a veces es la propia censura que crea y amplifica los efectos que queria eliminar. Se pude decir eso del pedido de censura de la OAB: quitó la obra de Gil Vicente del confinamiento del "parque natural" del arte, del parque de diversión que es la Bienal, trayendola para la orilla política.
7. Hay todavía un elemento más, tal vez el mas obvio de todos, a saber, que la obra de Gil Vicente tenía el intuito de traer a discusión sobre la relación entre arte y política para el centro del debate. El problema es que el tiempo pasa, pero continuamos andando en círculos. Hace dos años, el centro del debate sobre la Bienal era la acción de los que hicieron graffitis en ella sin autorización - y su criminalización. Hoy, es la censura a Gil Vicente. ¿Hasta cuándo la estética del choque será necesaria para que exista el debate de la relación entre arte y política?