La Imagen como Experiencia. Un Encuentro con Toni Serra | MARISA GÓMEZ

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Hace tiempo que nuestro mundo se volvió imagen. La nuestra es la era de lo visual, de las pantallas. Hace más tiempo todavía que la fotografía y el cine nos revelaron otra forma de ver: la vida captada a través de la cámara se convertía en un lenguaje capaz de producir sentidos complejos de la realidad.

Hace casi dos décadas que el videoartista catalán Toni Serra se vale de estas herramientas para hacernos visible y pensable su experiencia del mundo. El malestar o un estado de ánimo pueden devenir imagen. La imagen puede convertirse –para quien la produce y la construye, pero también para quien la observa- en vida interior.

 

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Una mirada general a la obra de Toni Serra nos hace pensar directamente en una posición crítica y política respecto al mundo, pero también en una posición intimista y poética. Nos hace pensar en el archivo como estrategia de producción. Sin embargo, acercarse a su obra a través de las propias palabras del artista, nos permite entenderla en toda su coherencia: desde la evolución de sus trabajos a lo largo de su trayectoria y las tensiones que se producen en su interior, hasta la forma de construirlos.

Parece que todo el sentido de la obra de Toni Serra se sustenta sobre una personal concepción de la imagen y una particular relación con ella: la imagen es el elemento que hilvana su experiencia personal al tiempo que se entreteje en y con ella. Se convierte así en filtro de su realidad, en herramienta de trabajo y en medio de expresión.

Por su procedencia del ámbito de la historia del arte y la filosofía nunca se ha identificado con las artes plásticas. Por ello, adoptará el vídeo como soporte desde el que explorar, en múltiples direcciones, este particular universo de la imagen.

 

 

 

"La Noche", 1994

Desde esta perspectiva, podemos decir que la obra de Toni Serra gira entorno a la idea de poner en imágenes su propia experiencia vital, ligada a su vez, a la imagen como marca de una generación y una época.

Así, sus primeros trabajos entorno a la crítica de los Mass Media provienen de un malestar hacia una cultura en la que no se reconoce. Es este malestar el que le lleva, en una búsqueda de lo otro, hasta Marruecos, donde vive a largas temporadas desde hace años.

Es también un malestar, quizás diferente, el que le llevará más adelante a desarrollar trabajos como WSB Hassan Sabbah, también entorno a la construcción mediática de la realidad, o experiencias de arqueología mediática, como los Archivos Babilonia, en los que trata de poner de relieve, desde una mirada crítica, ciertos valores de la cultura occidental y el lenguaje visual desde el que se construyen, revelando los mecanismos de poder que los sustentan.

El malestar hará surgir también 1991 Next Hundred Years, donde de nuevo se destaca la enraizada relación entre las estructuras de poder y los acontecimientos que conforman la historia, opuesta a lo efímero de ambos elementos. Y el malestar estará también en las bases de The Job, en la que se reconstruye la mirada de un periodista norteamericano sobre la toma de Fallujah.

El mundo objetivo de la imagen fabricada por los media se vuelve introspectivo a través de una personal deconstrucción y reconstrucción visual de la guerra de Argelia, la Guerra del Golfo, del 11S o la sociedad de consumo y sus juegos de poder.  El resultado se convierte en crítica y reflexión, en una llamada de atención pero también en un grito audiovisual de rabia. Es el malestar hecho imagen. Es la imagen convertida en política.

 

"Dhia Dhikr", 2004

 

 

Otros malestares y otras experiencias se cruzan en esta trayectoria vital y creativa. La mirada al otro adquiere, en este momento en que los debates sobre los multicultural y lo intercultural están a la orden del día, también una fuerte carga política. A través de su cámara, Toni Serra capta diferentes modos de entender la realidad y de relacionarse con ella, desde Dhia Dhikr –en la que lanza una mirada a una concepción de la muerte diferente a la occidental- a Los Sures –donde retrata los paisajes interiores de una comunidad puertorriqueña en Nueva York.

La importante presencia del mundo islámico en la obra de Toni Serra puede leerse, por un lado, como otra forma de expresión del malestar cultural en un contexto socio-político muy concreto. Puede leerse, quizás, como un intento de negociar la diferencia haciéndola visible. Pero por otro lado, los modos en que el artista nos muestra ese mundo del que también forma parte, nos hacen pensar en un giro hacia el interior. Nos hacen volver a la experiencia como motor de aquello que quiere y puede captar y expresar, aquello que sus propias circunstancias personales le hace visible. Sus retratos de ciudades laberínticas, como en Seffar, Fez Cuidad Interior o Al Barzaj o de personajes y sus experiencias vitales, como en Istishara o Last Night Dikr, nos hablan de encuentros fortuitos con las imágenes y sus protagonistas. Parecen hablarnos, no tanto de malestar, como de “estar” en el mundo. Y ese “estar” construido desde dentro, se exterioriza mediante una aproximación a lo metafísico, a lo que él define como “lo espiritual”. Se exterioriza mediante imágenes con una fuerte carga simbólica y poética –pienso, por ejemplo en danza de una bolsa de plástico animada por el viento en Wahab. Así, los laberintos del ser espiritual se materializan en laberintos de calles y en narraciones de sueños que convierten a el vídeo en una experiencia onírica de por sí.

 

"The Job", 2010

 

 

Podemos decir, entonces, que Toni Serra trabaja con muchos tipos de imágenes. Por un lado, las interiores, las mentales. Por otro, y en un sentido más práctico, con las imágenes fácticas, las que son visibles por todos. Y dentro de éstas, trabaja tanto con imágenes que él mismo produce –que busca o encuentra casualmente en la realidad- como con imágenes producidas por otros –que busca o encuentra casualmente en lo que podríamos llamar, siguiendo a Debray, la videosfera contemporánea.

Y es aquí donde entra el archivo –un elemento que no sólo está presente en sus vídeos sino también en otro proyectos como OVNI (Observatorio de Vídeo no Indentificado). El archivo como documentación de una época, de un determinado tipo de mirada, de un conjunto de experiencias vitales; como colección de piezas a partir de las que recomponer su visión de la realidad. Por ello, para él es fundamental el proceso de montaje. El acto de archivar es, por un lado, un proceso de deconstrucción del mundo en imágenes. Éstas son a su vez deconstruidas en busca de sentido y reconstruidas mediante el montaje para recomponer un puzzle de la realidad.

Y esta reconstrucción es también un proceso de introspección. Toni Serra lo compara con el proceso de escritura, en el que, como dice Bataille, uno puede perderse. Este trabajo consiste en encontrar las relaciones entre las propias imágenes, en construir un diálogo entre su forma exterior y lo interior que conllevan. Para el artista es también parte de la experiencia vital, producto de su estado en relación a las imágenes “archivadas” y lo que le sugieren en cada momento. Es la imagen convertida en devenir. Es el vídeo convertido en sueño.

 

"Al Barzaj", 2010

 

 

 

Hay otra dimensión de la obra de Toni Serra que se desprende de su concepción de la imagen y que está implícita en esas visiones interiores: la imagen como medio que permite ver más allá de lo visible. No sólo a través de sus sentidos simbólicos, de sus interpretaciones, sino también a través del propio aparato óptico que es, en su caso, la cámara de vídeo.

La imagen, para él, tiene una capacidad intrínseca de revelar. Permite sacar el velo de la realidad, ir más allá de lo inmediatamente visible, de lo que tenemos delante. Y la cámara permite también desnudar esa realidad y ver aquello que no percibimos en el aquí y ahora. Toni Serra nos explica cómo a lo largo de su experiencia ha tenido que aprender a ver el mundo; y a verlo, además, a través de la cámara, sin que ninguna de las dos visiones entorpeciera la otra. La imagen grabada permite ver aquello que no hemos visto y establecer un diálogo entre esas dos formas de ver la realidad. Después,  este diálogo continúa a través de los modos en que las imágenes en sí transforman y complementen sus sentidos al encadenarse unas con otras. Establecer estos diálogos es fundamental para exteriorizar lo interior, pero también para interiorizar lo exterior.

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Deconstruir y reconstruir; Revelar y desvelar. Estas son las estrategias de Toni Serra para convertir la imagen en puente entre lo interior y lo exterior. Lo interior como aquello espiritual, aquello simbólico, lo onírico, aquello que no se dice pero que está implícito en el gesto, en la palabra, en lo que acontece a nuestro alrededor, en la imagen. Lo exterior, justamente como eso que acontece: el gesto, la palabra, la narración,  la imagen y todo aquello que nos influye, que se nos hace presente y pensable.

Toni Serra construye y retrata su vida interior, pero también la de todos aquellos que se acercan a su obra. Revela también la vida interior de las imágenes, pero también, a través de ella, la vida interior de mundo en que vivimos y los mecanismos que lo alimentan. Es la experiencia del mundo en imágenes, pero también, y sobre todo, la imagen como experiencia.