Robert Smithson, en uno de sus más famosos manifiestos decidió enfrentarse al confinamiento cultural de un sistema artístico -representado principalmente por el artefacto-museo- que según sus combativas consideraciones escamoteaba al mundo lo bello. Como bien se sabe, durante los años 60-70 abundaron numerosas prácticas que de una manera u otra decidieron cuestionar dicha reclusión: para ello el arte decidió echarse a la calle.
Nada conservaba su forma,/ cada cosa se oponía a la otra, pues en un mismo cuerpo/ el frío guerreaba contra el calor, lo húmedo luchaba contra lo seco,/ lo flojo con lo duro, el peso con la ausencia de peso.
Ovidio, Metamorfosis, libro I.
(2005) - THE LIVE LINE video art from Haris Pallas (artboy) on Vimeo.
Posiblemente, fue en la década de los 70 cuando la famosa frase de Adorno se retome de la manera más escandalosa posible. Si después de Auschwitz era pertinente replantearse el arte, tres décadas más tarde será el momento de hacerlo de forma retroactiva a través de la ambigua mirada a ese mismo horror de campos de concentración y humeantes chimeneas. Los hijos de la posguerra ya no lamentan un pasado que no es el suyo; de lo que se trata es de usarlo como coartada para cuestionar lo que realmente importa: el presente.