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“Coleccionar fotografías es coleccionar el mundo”
(Susan Sontag)
Una tarde fría de invierno al poniente de la sierra catarinense, sur de Brasil, un señor muy elegante y con rasgos serenos y joviales se acerca a la casa del nostálgico prefecto Gregório Cruz, ubicada en el centro de la ciudad de São Joaquim. Ciudad conocida por temperaturas gélidas, carreteras curvilíneas de planicies cargadas de furtales expresionistas. En este lugar, Roland Barthes se adentra la Exposición Antes-Tiempo de la artista catarinense Lela Martorano. En la puerta topa con la arquitectura de quillas de techo redondeadas, una construcción de principios del siglo XX, más precisamente del año de 1925, abandonada y llamada por los niños "casa asombrada", como si allá estuviesen todos los fantasmas de la ciudad. Pero Barthes se adentra el recinto, concentrado en quitar la mirada del miedo, pues quien no tiene miedo de los fantasmas tampoco tiene fantasía.
Su peregrinación empieza por el título de la exposición: “Antes-Tiempo”. ¿Qué significa tener un tiempo anterior al propio tempo? ¿Qué desea la artista al proponerse como una coleccionadora de memorias, a quien que los habitantes de aquella ciudad les prestasen su recuerdos? Que también son sus recuerdos, ya que la artista es natural de aquel lugar. Barthes encuentra Lela, Lela encuentra Barthes, como un juego más allá de las temporalidades. El señor francés le dice: - Un Antes-tiempo podría ser una retracción del tiempo, una pausa en la inexistencia de su esfuerzo de memoria. Yo tengo - estimada artista una Bruma-sobre-memoria, una niebla que incide en abatirse en mi imaginario, por eso rindo culto a las imágenes. Me parece que usted necesitó coleccionar el mundo de esas personas, pues fotografiar es presentar lo que se fue y lo que está siendo. ¿Cómo experimenta usted ese extrañamiento?
Lela lo invita a experimentar junto a ella los recuerdos de los habitantes de São Joaquim. Le cuenta que esa exposición fue pensada a partir de las memorias de aquella ciudad y que su propuesta partió de la petición de fotografías antiguas de las personas que residen allá. Y que ella transformaría esas imágenes a partir de su mirada como artista, de su relación con la fotografía, la pintura, el vídeo y su acúmulo de memoria y distancia. Y por más bello que fuese su comentario acerca de “Antes-tiempo”, esa expresión era comúnmente utilizada en la cultura local, una de aquellas expresiones pasadas, escuchadas durante el café en las casas de las abuelas. - La sabiduría de los ancestrales - “Antes-tiempo – antaño, cuando éramos jóvenes”. ¿Y no sería así como prestamos culto a la memoria? Es como poner lo que menos se espera para que sea visto. Elijo las fantasmagorías del tiempo registradas por las personas de ese lugar, pongo una tela bajo imágenes de mujeres, de parejas, de hombres y niños, de escenas triviales del mundo de la cultura como matrimonios, carnavales, retratos polvorientos en el cansancio de los cajones que piden ser abiertos. Utilizo tecnologías contemporáneas, transfigurando la fotografía a partir del uso de la superposición de la tela fotografiada, una serie de obras impresas en papel tipo carteles lambe-lambe, “fotos-vídeo“, cajas de luz, sellos postales, impresión en tela poliéster y una instalación con retratos originales, hechos con la antigua técnica de la fotopintura. Creo que fue el señor que dijo cierta vez parafraseando Marques de Sade: “escribo para pintar aquellos que amo”, como una manera de eternizarlos.
Yo saco fotografías, subvierto la imagen para permanecer con las historias de toda la gente de este lugar. Barthes escuhca atentamente las palabras de Lela y pregunta: ¿qué material es ese que usted sobrepone a las fotografías cedidas? Me remiten a bruma, a una fina capa que impide la nitidez ante la imagen, como caminar en un día de niebla. Exige que los faros internos se ejerciten para mejor percibir. Cuando miro esas imágenes me siento en una casa de fantasmas, sin embargo, los fantasmas no necesitan pedir licencia para entrar y aquí usted los expone, manipula la luz, la disposición de su imaginario.
Entiendo su intriga, estimado Señor Barthes - dice Lela y sigue - ante la técnica utilizada y la elección de los materiales como el mantel de puntilla sobrepuesta en las imágenes, que nos remite a una familiaridad casi brutal con la infancia, es decir, las fotografías antiguas se encajan casi como el trazado de puntilla de los recuerdos. Difícil habitar una casa del siglo XX que no tenga un mantel así sobre la mesa. Es como si esas fotografías revelasen una “verdad loca”, pues sabemos que esos personajes, el montaje de esas escenas, existirán en su descontinuidad, casi como un vestigio. Pero al mismo tiempo la fotografía permite que se vea que algo estaba allí. Y yo busco capturar ese “aire” contenido en las expresiones y gestos impregnados en esas imágenes. Es como hablar de un “antaño” que se actualiza todo el tiempo.
Por eso, sigue la artista, en su profunda reflexión: - Este proyecto artístico implica la participación de la comunidad y promueve un ejercicio de auto-reconocimiento, de identidad y de memoria de la ciudad. Imágenes antiguas con escenas cotidianas, fotos de viajes, paisajes, ambientes familiares, retratos de familia, costumbres y festejos – que forman parte de una herencia cultural y histórica. La construcción de una memoria colectiva ficticia: al desplazar las imágenes de su contexto común hacia el campo del arte, establezco una relación íntima con el espectador que, a su vez, se ve remitido a los propios recuerdos y puede entonces ‘crear’ su propia memoria.
Barthes, mirando atentamente la pared de fotopinturas cedidas por los moradores de São Joaquim, reflexiona sobre cómo la fotografía hace aparecer lo que jamás percibimos de un rostro, un rasgo genético, o algo de sí mismo o de un pariente que viene de un pariente. Las imágenes cedidas y expuestas en la pared colonial se prestan a los ojos curiosos: parejas posando seriamente para el registro, generalmente hombres detrás de las mujeres, miradas profundas, retratos de hombres y de mujeres. La mayoría, no esbozando ninguna sonrisa. El señor francés osa decir que antaño se sentía mucho miedo de ser fotografiado, dar la imagen a otro era como desposeerse de la propia vida. Al mismo tiempo, la fotografía revela una cierta persistencia de la especie, como si fuera un juego de memoria en que se pueden identificar los rasgos de nuestros ancestros haciendo así explotar la diferencia misteriosa de los individuos oriundos de la misma familia. Es como si el pensamiento del origen nos apaciguase, al tiempo paso que lo del futuro nos angustia. Pero, usted construye un atlas de su ciudad ¿cómo es cargar todas esas memorias en su espalda?
Lela sonríe, conduce el señor francés hacia la puerta y le dice: - Para no sufrir el síndrome de Atlas, aquel que carga el mundo, soy artista; la fotografía revela un efecto de verdad loca, la foto me permite no ser desmentida, esas fotos existieran, los personajes rondan en medio a sus genealogías desordenadas, creando nuevas percepciones al tiempo que, como dijo Virginia Woolf en su diario Momentos de Vida: “El pasado es afectado en gran medida por el presente”. Tal vez ahí resida el hecho de abrir la “casa mal asombrada” de la ciudad, haciendo resonar en carteles lambe-lambe, foto-vídeo, instalación, foto-pintura, las evidencias de que detrás del algodón crudo reside una ficción; detrás de la puerta, un eco de los antepasados, enseñando una deformación que crea: es como dar testimonio de la existencia de los que amo, así como permitir que el espectador cree sus propios testigos a partir del vértigo ocasionado por un tiempo aplastado.
Barthes se encamina para la escalera oxidada y se despide de Lela: - La fotografía me asola de espantos, es como percibir que la vida está, así, hecha a golpe de pequeñas soledades, pero también es necesario olvidar. La artista hace señas, agradece la visita, cierra la puerta de la casa, en silencio observa aquellas imágenes que dependiendo de la hora del día algunas desaparecen, en un juego semiótico entre delirio y sofisticación. Allí es necesario tiempo para cultivar la mirada.
Este texto sobre la exposición Antes-Tiempo de la artista Lela Martorano, no podría ser escrito de otra manera, sino por el encuentro imaginado entre Lela y Barthes. Pues desde el primero momento en que me adentré en la casa de quillas de techo redondeadas ubicada en el centro de São Joaquim y me topé con las imágenes construidas por la artista, un pensamiento obsesivo se apoderó de mí: ¿cómo se sentiría Barthes ante esa exposición? Y una verdad surgió: jamás sabré cómo se sentiría. Por eso lo invento: la invención parte de un no saber, pero algo me dice que esos dos ya conversaron en otras vidas.
Referencias Bibliográficas:
BARTHES, Roland. A Câmara Clara. – Rio de Janeiro: Nova Fronteira, 2015.
____________. A preparação do romance vol I. – São Paulo: Martins Fontes, 2005.
____________. A preparação do romance vol II. – São Paulo: Martins Fontes, 2005.
WOOLF, Virgínia. Momentos de Vida. – Rio de Janeiro: Nova Fronteira, 1986.
SONTAG, Susan. Sobre Fotografia. – Rio de Janeiro: Companhia das letras, 2004.
_____________. Questão de Ênfase. – Rio de Janeiro: Companhia das letras,2005.