Aydin Aghdashloo: Entre Renacimiento, Surrealismo y Tradición (1a Parte) | HERMAN BASHIRON

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Left to right: Aydin Aghdashloo, Identity, In praise of Sandro Botticelli, 1975 | Aydin Aghdashloo, Situation IV, 1992 | Aydin Aghdashloo, Self-Portrait of Jan Van Eyck, 2006 | Copyright of images: Aydin Aghdashloo

Aydin Aghdashloo, artista iraní nacido en el 1940 en Rasht, ciudad en el norte de Irán, empezó a pintar, como muchos pintores profesionales, cuando era muy joven. Aghdashloo desde el principio dedicó mucho tiempo y mucha laboriosidad a la experiencia del arte y al aprendizaje de la pintura: "Eran años de duro trabajo y perseverancia, años de esperanzas ambiciosas, que parecían lejos de ser alcanzadas, pero que, habiendo enriquecido mi conocimiento, habían ya cumplido sus promesas". Su afán de aprender diferentes técnicas artísticas y de mejorar sus calidades era continuo y después de haber aprendido las primeres herramientas pintando solo y sin ninguna ayuda, decidió de estudiar y de seguir los consejos de algunos maestros: "He aprendido a pintar solo, pero cuando detecté una traza de habilidad he querido aprender más: he estudiado pintura al óleo con Tigran Basil, y acuarela y técnica gouache con Biuk Ahmary - a quien, para reconocer esta deuda, he dedicado mi exposición años mas tarde. Gradualmente, durante años, he aprendido los trucos y los fundamentos de la caligrafía y de las miniaturas y a pintar flores y pájaros".

Lo que más asombraba al artista iraní, lo que le daba más curiosidad y le llamaba la atención, eran sobre todo las pinturas de "los Maestros europeos", a partir de la época del Renacimiento, sobre todo Botticelli, hasta llegar al siglo de las vanguardias, sobre todo el movimiento del Surrealismo y el artista italiano Giorgio De Chirico: "En los años de la juventud, quise estudiar las reproducciones de los maestros europeos e intentar pintar bien como ellos. Cuanto más la calidad de mi trabajo se parecía a la de ellos, mayor llegó a ser mi deseo de aproximarme a ellos. Así me volví un copista muy experto y a los catorce años vendí mi primer trabajo comisionado: una copia de un lienzo de Velázquez". Aghdashloo empezó a copiar obras de diferentes periodos y de diferentes técnicas y así perfeccionó su capacidad y su manera de pintar, después de tanto copiar y de tanto trabajo útil para afinar sus técnicas, el artista iraní descubrió que había llegado el momento de dejar su propia huella sobre los lienzos y se acercó así a conceptos simbolistas y conceptuales del arte contemporáneo; realizó que tenía que marcar sus obras con sus propias experiencias y sus propios pensamientos: "Fueron años en que trabajaba mucho y con tanta emoción, hasta que un día, mientras pintaba el Retrato de Chopin de Delacroix, Darius Shayegan llegó en mi estudio, observó mi trabajo, lo declaró un fútil ejercicio y me dijo que el verdadero trabajo artístico consiste en el buscar un objetivo dictado por las acciones y por las experiencias del propio artista". Fue una revelación y fue así que delante de Aghdashloo se abrieron nuevas puertas. Empezó a buscar el significado de las pinturas - "que estaba probablemente escondido en algún lugar en el paisaje" -, conocía bien las pinturas de los grandes maestros europeos, pero realizó que eso no era bastante. Empezó a leer y leer, cada pagina que encontraba en su camino y, todavía no satisfecho, aprendió ingles para leer más. "El conocimiento era un vasto mar, obscurecido por el negro espeso de la noche e yo era un entusiasta ansioso, abandonado en una esquina, perdido".

Tenía 19 años cuando entró en el Colegio de Bellas Artes, pero la experiencia en este mundo académico y formal no fue, para él, ni interesante ni positiva y la relación que tuvo con los profesores fue definitivamente un fracaso: "los años en el Colegio fueron años perdidos de mi vida. Dejé el Colegio en el 1964". Los diez años siguientes los pasó intentando aprender y descubrir los secretos de cada estilo y cada genero de arte: "He aprendido habilidades de dibujo a partir de diferentes fuentes: desde las pinturas surrealistas a los bosquejos renacentistas; desde los estudios sobre la cabeza a la De Chirico a las manos fantasmas que emergen de la oscuridad, expectantes e impacientes; desde los altos árboles de fruta cuyas sombras estaban atrapadas por plazas geométricas a los retratos de persona...."

Aghdashloo empezó a desarrollar su propio camino artístico, sus propias características técnicas e iconográficas, juntando la belleza de las pinturas renacentistas con una visión onírica surrealista: "Y fue allí que la Venus de Botticelli salió de la concha del mar y se paró sobre el tejado del Sr. Noon, nuestro vecino en la calle de Noubahar, Gholhak. Con toda su gloria y belleza y encanto".

En este momento eligió las pinturas europeas del siglo XV y XVI como modelos para su trabajo y pintó las Memorias de la Aniquilación (o Destrucción), que cuentan la historia del desplazamiento de los valores fundamentales, valores que habían sido privados de la oportunidad de florecer durante este tiempo.

"Me referí a una época que no conocía ningún límite de crueldad y de destrucción, y que en su aire pútrido marchitaría cualquier ángel hasta volverse cenizas. Como en una escena, en Roma de Fellini, del descubrimiento de antiguos frescos que, bajo la exposición al aire contaminado de los años '70, después de haber sido escondidos durante siglos, las pinturas se decoloran y disuelven".

El periodo de Memorias de la Aniquilación empieza en el 1974 y sigue en la obra de dañar y desfigurar las pinturas del Renacimiento, culminando en la serie de The years of Fire and Snow (Los años de fuego y nieve) que empieza en el 1977, donde aparecen personajes que acuerdan exactamente la iconografía del artista metafísico Giorgio De Chirico. El artista italiano fue una referencia absoluta para todas las vanguardias artísticas del siglo XX, en manera especial para los surrealistas, por su revolucionaria y misteriosa manera de asociar elementos y formas distintas. Extrañas atmósferas, inquietantes espacios vacíos, sombras aparentemente ilógicas y perspectivas raras e inestables, delinean su estilo enigmático y eso era lo que, entre otras cosas, fascinaba mucho a los surrealistas. En la obra de Aghdashloo hay también esa influencia, como él mismo confiesa, y en la serie especifica de Los años de fuego y nieve es evidente por la presencia de cabezas de maniquíes en cuerpos que aparecen como modelos, que visten trajes de época renacentista y que se encuentran en un contexto de un paisaje frió y nevoso que poco tiene que ver con ellos. Come dice el artista iraní "son criaturas inconscientes del invierno frío detrás de sus espaldas. O quizás su deseo para preservar la diversión que pasaba en ese momento les hizo deseo de seguir siendo inconscientes".

Las pinturas de ese periodo estaban hechas sobre lienzos de 70 x 100 centímetros y con la técnica gouache, que se había vuelto su medio artístico preferido. La característica de Aghdashloo fue la de reproducir los modelos de las pinturas renacentistas e intervenir sobre ellas. Refigurarlas, transformarlas, borrar la cara de los personajes retratados, ponerles perchas, vendajes, esconder o descubrir partes de anatomías o de paisajes, cancelarles o darles mayor énfasis, en fin dar una nueva identidad a obras que tienen un vínculo con el arte del pasado. Esa técnica de "intervención" se desarrolló ya desde hace tiempo en Occidente y se podrían encontrar muchos ejemplos para testimoniar su ancha difusión. Durante la época de las vanguardias muchos artistas aplicaron y desarrollaron esta "práctica"; haría falta solo recordar los ejemplos de Las Meninas que Picasso representó en diferentes lienzos buscando sus interpretaciones sobre el famoso tema de Velázquez; o la verdadera obsesión que Salvador Dalí tuvo con la pintura del Ángelus del pintor francés Millet, cuya representación le llevó a desarrollar el método paranoico-crítico y una serie de obras que reflexionaban sobre ese tema bucólico y sus posibles interpretaciones.

Esta practica artística, conocida como "Art about Art" consiste en el utilizar elementos ya existentes, que sean o vengan de la historia del arte o de la cultura popular, y de allí crear obras de arte que tengan nuevos elementos visuales, nuevas identidades y que construyan, por supuesto, una nueva relación entre la obra misma, su creador y sus destinatarios. Los artistas que utilizan el "Art about Art" tienen cada uno su propio objetivo y no hay un ideal teórico que los una; hay quien utiliza este medio para desafiar, quien para revisar, quien para explorar o quien para celebrar obras, iconos o símbolos del pasado. Esta técnica, pasando por los distintos artistas de la Pop Art (Tom Wesselmann, Claes Oldenburg, Roy Lichtenstein, Andy Warhol, etc.), llega también en Irán y concretamente en la obra de Aydin Aghdashloo, que como explica él mismo: "En la mitad de los años setenta aprendí que utilizar las obras de los maestros europeos como modelos y destruirlas y refigurarlas fue también una técnica utilizada en Occidente, sobre todo cuando en el 1978 Lipman y Marshall publicaron "Art about Art", que legitimaba esa practica como una escuela".

En los años siguientes Aghdashloo se dedicó, a través de un duro trabajo, a investigar sobre modelos nuevos y más íntimos. La historia de la antigua Persia, los perfiles de mármol del noble y glorioso Persiano, el arte y la cultura de la dinastía Qajar, todo ese patrimonio más cercano y más próximo al contexto en el cual vivía el artista, empezó a influir sobre su obra y sobre las técnicas que utilizaba.

Cuando empezó la guerra entre Irán e Iraq (1980-1988) y cuando la muerte hizo su incursión en la vida cotidiana, le asombró sobre todo la inconciencia de la gente, la cual le pareció volar suspendida en el medio de un humo negro y espeso, como en una miniatura de Reza Abbasi. "Descubrí que había muchos muertos a mi alrededor que no estaban muertos, que no mueren, que, para mi, no mueren". Y de aquí en adelante todo lo que había fue el cuento de la desfiguración de la juventud y de la frescura, y el vagar de la Muerte Victoriosa, como titula una de sus pinturas del 1980. "Y yo, incapaz de pintar las caras de todos los muertos, fui forzado a esconderme detrás de la metáfora, substituyendo a los muertos por las miniaturas y las caligrafías, (...) buscando justicia. Podía ser el narrador de las injurias que conquistaban la tierra".

Fue en ese momento de muerte, de guerra, de dolor y de dificultades, que las miniaturas y las obras del artista encontraron su fuente de inspiración. Fue un periodo en que todas sus habilidades técnicas y sus sensaciones fundamentales, se juntaron a la vez. La armonía y la coordinación de los diferentes estilos artísticos que Aghdashloo utilizaba eran, como él mismo explica: "El punto de encuentro entre las artes y las visiones del mundo orientales y occidentales, el punto de encuentro entre dos estructuras que buscan y retratan el mundo, una sobre el plano de la imaginación y otra en una dimensión objetiva".

En la experiencia artística del pintor iraní viven entonces de un lado los aspectos más típicos del movimiento vanguardista del Surrealismo, donde el sueño, la imaginación y las visiones oníricas eran medios utilizados para retratar los sentimientos más íntimos; y de otro lado los estilos mas típicos de la cultura iraní, las técnicas de la Escuela de Isfahan del siglo XVII y las milenarias enseñanzas, que vienen del mundo de la artesanía, para tratar el papel, los colores y los otros elementos necesarios para desarrollar sus creaciones artísticas.

Las miniaturas arrugadas que aparecen a menudo en sus obras pictóricas quieren hablar del propio arrugamiento del artista y lo de su generación. La forma de estos papeles que, en la serie Orientales, flotan perdidos en el aire, quiere reflejar, como explica el mismo artista, sobre el sentimiento de profunda amargura debido a la profunda incomprensión y diversidad entre su generación y las nuevas generaciones: estos últimos llegados, esas jóvenes generaciones, que a la antigua forma de aprendizaje y de paciente elección prefieren el costumbre de encogerse y tirarse rápidamente; arrugados así como sugieren las representaciones de las miniaturas de Aghdashloo. El choque generacional es evidentemente otro de los temas clásicos asuntos por parte de los artistas; entre quienes se lanzan hacia el futuro y muestran la intención de quemar todos los elementos del pasado en búsqueda de una purificación; y los que se reconocen en un patrimonio de tradiciones y de valores pasados y que se proponen de defenderlos ante la fuerza brutal del "Nuevo". La decepción, debida a la falta de entendimiento, que Aghdashloo quería representar es evidente no solo en las imágenes que pinta sino también en los títulos que el artista iraní confiere a sus obras: Belleza rota; Ángel caído; Belleza caída; Felicidad caída; Muerte Victoriosa, etc.

Durante muchos años Aghdashloo dejó de pintar sus Memorias de la Destrucción, su serie de Los años de fuego y nieve y su serie de miniaturas arrugadas y se dedicó a la acuarela y a las ilustraciones. Las acuarelas las define "como un gesto hacia la mayor edad, hacia la muerte, un gesto cerca de la casa, cerca de mi madre", y probablemente definen un periodo más intimo del artista. Un ejemplo puede ser el Retrato del pintor a los 48 años donde está representada, en vez que la cara del autor, una vieja puerta verde, decadente, que ha quedado claramente cerrada y descuidada durante largo tiempo: "un signo de la ausencia de mi voluntad durante estos años", como la define el mismo Aghdashloo. Y añade: "Cuando hablo de un signo, me doy cuenta que todo mi trabajo tiene un significado particular, y que me estoy balanceando constantemente en una cuerda tirante entre el significado literario y la pintura pura. Y que si fallo o me caigo, iré de todas maneras en el precipicio de un simbolismo manchado - que es a menudo la herramienta y la estrategia de cualquier marginado o excluido - o en el abismo infinito de un formalismo de escape que ciega el corazón abierto y la visión de uno, como yo, que intentó siempre ser la conciencia visual de su edad (...)".

La trayectoria artística de Aydin Aghdashloo es evidentemente densa e interesante. Las experiencias personales, la tradición cultural y artística de su país, las situaciones contingentes (la guerra, la Revolución Khomeinista, los cambios y los problemas de su generación frente a las nuevas generaciones, etc.) lo han llevado a crear un estilo propio, sumamente fino en el dibujo, con características surreales y simbolistas, heredero tanto de las enseñanzas de los "Maestros europeos" y de los movimientos de vanguardia occidentales, cuanto de la tradición oriental iraní de la caligrafía y de las miniaturas.

Un camino de lectura del arte, que ha llevado a Aghdashloo a amar las obras de la época del Renacimiento, a copiarlas en un primer momento y a reinterpretarlas cuando su experiencia artística empezó a volverse más interior, más simbólica, crítica y conceptual. Sus obras muestran y describen con claridad tanto sus características técnicas cuanto sus inquietudes de la psique. En la serie Occidentales, que incluye, entre otras obras, las Memorias de la Destrucción y Los años de fuego y nieve que ya hemos mencionado, se nota sobre todo el utilizo de esta práctica conocida como "Art about Art" (intervención sobre modelos ya existentes) y, de otro lado, destacan aun más los rostros de maniquíes que remiten directamente a la tradición iconográfica de Giorgio De Chirico. El pintor italiano, padre de la metafísica en el arte, es una referencia absoluta en las obras de Aghdashloo. En la serie Orientales se encuentra en cambio la presencia de una iconografía que representa el vínculo que une el artista a la tradición artística de su país, o sea las miniaturas y la caligrafía. En este caso Aghdashloo desarrolla estos elementos iconográficos para aportar una crítica hacia la muerte, la guerra, hacia el ser humano, representándolos de una manera arrugada, dañados, deteriorados, estropeados, etc.

Elementos surrealistas se pueden encontrar también en las Ilustraciones del artista iraní. Portadas de libros o póster de películas que no dejan posibilidad de suponer otra influencia que no sea la surrealista: la imagen en primer plano de un mosquito (los surrealistas tenían una obsesión por los insectos; Dalí, Miró y Massón, entre otros, representaron muy a menudo diferentes insectos en sus obras); un árbol quemando en un paisaje y un atmósfera que remiten a las típicas de Magritte; un hombre que se confunde con las nubes rodeado de raros símbolos; la cabeza de un personaje que, en un raro proceso de metamorfosis, en lugar de tener pelo le crecen plantas (el tema de la metamorfosis fue también muy utilizado por algunos surrealistas [ver: André Massón, Goethe o la metamorfosis de las plantas, 1940]); etc.

Estos son solo unos cuantos ejemplos para delinear parte del camino artístico de Aydin Aghdashloo, artista iraní contemporáneo, uno de los principales referentes en el campo de las artes plásticas, en específico en la pintura, de su país: Irán.

Left to right: Aydin Aghdashloo, Falling Angel, 2005 | Aydin Aghdashloo, Crumpled Miniature, 1980 | Aydin Aghdashloo, Years of Fire and Snow, 1979 | Copyright of Images: Aydin Aghdashloo

Webgrafía:

http://www.aghdashloo.com/home.html (artist's website)

2a parte de este artículo: Interartive #5