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«Pero tanto encarnizamiento me asombraba. Hubiera querido tratar de explicarle cordialmente, casi con cariño, que nunca había podido sentir verdadero pesar por cosa alguna. Estaba absorbido siempre por lo que iba a suceder, por hoy o por mañana».
(Albert Camus, El extranjero)[1]
El siguiente escrito esboza la relación entre los paisajes apocalípticos descritos en el trabajo del escritor J.G. Ballard y su adaptación actual en el concepto de “edgeland”, acuñado por la escritora Marion Shoard: aquella franja de desorden y dispersión que se extiende en la transición entre la ciudad y el campo.