New Portraits: Richard Prince | LUCILA VILELA

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Richard Prince, New Portraits, 2014

La imagen en los días de hoy ganó protagonismo en los medios de comunicación. En la transición del siglo XX para el XXI, la comunicación fue esencialmente textual, pautada en la simultaneidad (e-mails, chats, etc.), pero después de una década aproximadamente las imágenes fueran ganando espacio asumiendo el papel principal en las redes sociales. El aplicativo Instagram[1] que surgió en 2010 fue en gran medida responsable por ello. El hábito de postear imágenes en el espacio virtual denota una forma de auto-expresión y busca de identidad comprobada principalmente por el surgimiento de las llamadas selfies.

Richard Prince, artista conocido por sus “re-fotografías”[2] y apropiaciones en el fin de los años 70, mostró en 2014 en la Frieze Art Fair representado por la galería Gagosian en Nueva York y en 2015 en la misma galería en Londres, la exposición New Portraits en que se apropió y amplió fotografías que aparecían en su Instagram elevándolas al status de obras de arte. Esa transformación casi alquímica sólo fue posible porque Richard Prince tiene ya su nombre reconocido en el medio artístico y para acentuar la visibilidad aún se alió con la prestigiada galería Gagosian que sostiene su marca en el circuito del arte. Don Thompson cuando escribe sobre la economía del arte contemporáneo percibe que “muchas veces la marca del marchand se vuelve un substituto y ciertamente un refuerzo del juicio estético[3]. Con la lógica apropiacionista que lo acompaña, Richard Prince no hesita en decir: “What’s yours is mine”[4].

Al exponer en la galería Gagosian, cada fotografía de Prince pasó a tener un alto valor económico lo que, evidentemente, causó gran incomodo entre los usuarios apropiados de Instagram. Otra vez el artista no inocentemente estremeció las leyes del copyright. En 2009, Prince ya había sido procesado por el fotógrafo Parick Cariou que lo acusó de robar e interferir en sus fotografías en blanco y negro de la serie Canal Zone, caso que Prince ganó con el argumento de apropiación artística. En el caso de New Portraits, sin embargo, no es un fotógrafo, pero sí un gran número de personas que tuvieran sus fotos desplazadas de contexto. Prince aún no recibió ningún proceso, pero Nate Harrison artista que investiga propiedad intelectual y producción cultural en procesos creativos en los nuevos medios, llegó a publicar en una web de fotografía americana (americansuburbx.com) un artículo titulado “How to Sue Richard Prince and Win” alegando la ilegalidad de New Portraits.

Pero es justamente ese umbral que desafía los riesgos legales que importa al artista. Según Prince, el Instagram le interesa porque existen reglas y si usted rompe esas reglas eres descartado[5]. El artista cuenta que en este trabajo su Iphone se volvió su estudio y el método de evadir la protección de las fotos fue lo más sencillo de todos: screen save – esa posibilidad lo dejó entusiasmado. Prince no quería hacer ningún tipo de interferencia en las fotos, sin embargo precisaba con que sus comentarios apareciesen como uno de los primeros, de modo que cuando imprimiese ellos estuviesen visibles. Así él descubrió un método simple de colarse y enseña el paso a paso en la web da galería Gagosian[6]. Hecho eso, faltaba apenas la decisión de como imprimir las fotografías y finalmente decidió por un tipo especial de lienzo. Después del resultado final, Richard Prince desconfió: “Yo no estaba seguro si aquello parecía arte. Y esa fue la mejor parte. No se parecer con arte.”[7].

La operación hecha por el artista denota la fragilidad de protección de imagen en el medio digital y causa la misma polémica de sus re-fotografías en los años 80, pero con algunas diferencias. Tanto en las re-fotografías cuanto en las fotos captadas en internet, Richard Prince testa las posibilidades del medio –fotografía analógica y digital– y demuestra la viabilidad del dispositivo. En los años 80 se apropió de imágenes publicitarias, encontradas en el espacio de los medias mientras que en su más reciente trabajo se apropió de fotos encontradas en el espacio de internet. El camino ahora es más directo, afectando la individualidad de las personas y explicitando cierta inocencia que ocupa de las imágenes en el campo virtual. En la publicidad nada es inocente y la apropiación de imágenes y objetos industriales trae el gesto duchampiano que puede ser visto como el inicio de la práctica de apropiación artística.

En internet la posibilidad de compartir músicas, fotografías, pensamientos, links, repasar, re-mixar, re-contextualizar o simplemente copiar es inmensa. Pero jugar con la oportunidad de compartir datos en otro espacio que no sea lo virtual causa cierto espanto, aún más cuando se trata de una galería de arte. Lo que más enfurece a gran parte de las personas es la elevación al status de arte y su valor económico incomprensible, apoyado apenas en un gesto ordinario. Richard Prince sin embargo sabe jugar con las reglas del arte y solamente él –con algunas excepciones- podría disfrutar de tal estrategia.

[1] Instagram es una red social online con fotos y vídeos, que permite a los usuarios tomar fotos y videos, aplicar filtros digitales y compartirlas en una variedad de servicios de redes sociales como Facebook, Twitter, Tumblr y Flickr.

[2] Fotografías de fotografías

[3] THOMPSON, D. Op. Cit., p.24

[4] PRINCE, R. In http://www.gagosian.com/exhibitions/richard-prince--june-12-2015 (acesso em 25/10/2015).

[5] Cfr. PRINCE. R. In http://www.gagosian.com/exhibitions/richard-prince--june-12-2015

[6]Cfr. Ídem.

[7] Ídem. Tradução livre da autora. No original: “I wasn’t sure it even looked like art. And that was the best part. Not looking like art. The new portraits were in that gray area. Undefined. In-between. They had no history, no past, no name. A life of their own. They’ll learn. They’ll find their own way. I have no responsibility”.