La campana, el cante, la cuerda: tres dobladuras de Pablo Lobato | EDUARDO JORGE

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português, français

1.
Los contornos del cuerpo y de la campanas

La campana suena. Ella suena en una iglesia de Minas Gerais, en Brasil. En diversas ciudades con un pasado colonial visiblemente expuesto, tocar una campana es por tanto una actividad común desde el siglo XVIII. Esa actividad produjo ritmos desconocidos al poder de la propia Iglesia, en el período colonial, pues, como tocar la campana era una actividad consagrada a los esclavos, ellos imprimieran una cadencia codificada por ritmos africanos. En Bronce Revirado (2011, 4’52”), percibimos una dobladura capaz de enseñarnos que una tradición jamás es pura y que el barroco es una de las fuentes agudas que abre el espacio de la vídeo-instalación de Pablo Lobato (Bom Despacho, MG, 1976). Existe en el vídeo un gesto de los cuerpos que poseen ese movimiento codificado. Por el ritmo, los movimientos del cuerpo contra la campana de bronce producen una coreografía que evoca un éxtasis desplazado de varias codificaciones impuestas por las reglas de la Iglesia. Para ese plan, intercalado por dos pantallas negras, el volumen de la imagen viene de la masa sonora. Para mantener ese ritmo, Lobato mantiene la cámara fija y la secuencia mantiene los cuerpos empeñados en esa actividad. Definitivamente, cada modo de tocar la campana produce un ritmo, describiendo un acontecimiento, siendo una señal interpretada por la comunidad, como esta captura de Pablo Lobato, que comunica un día de fiesta, y, al hacerlo, los cuerpos danzan tocando la campana.

2. Cantar el dolor

El dolor puede convertirse en una especie de cante. Un falsete o falsetto, en italiano, es un tipo de contracción de las cuerdas vocales hecho por un cante claramente masculino. Una vez más, el sonido guía las imágenes de Pablo Lobato, aquí precisamente un cante. Eses hombres tornan sus voces más agudas, doblándolas, fingiendo el dolor que de verdad lo siente, como dice Fernando Pessoa, respecto al poeta: un fingidor. Dolor inevitable para cada uno y también para una comunidad. El dolor nunca es solo el suyo, sino que viene de lejos. Eso también quiere decir que el dolor de quien canta en un grupo también es un dolor de quien lo escucha. En el segundo vídeo aquí presentado, a partir de una tradición del siglo XVIII, Pablo Lobato visita la Folia de Reis, acompañando siete compañías de una pequeña ciudad de Minas Gerais, Bom Despacho. Para componer la segunda dobladura en el trabajo de Pablo Lobato, una voz presenta ese tono distante con la presencia de un grito. Folia (vídeo que hace parte de una instalación homónima e inédita, 2013) en portugués es una palabra ambigua que mantienen la folie (locura) y la propia fiesta. Tratase de una fiesta melancólica por los gritos cantados, por los ay, ay, ay. “Ay”, expresión de lamento que tiene un origen fúnebre como una expresión que llora la vida del otro, siendo una verdadera herida que se oye, como observó Georges Didi-Huberman. Esos lamentos cantados son conductores del montaje de Pablo Lobato, que mantiene la cámara en sus movimientos mínimos, gestos, en fin, contenidos que mimetizan los propios timbres que desaparecen en la noche oscura.

3. Cortar la cuerda

Aún en el siglo XVIII, los jesuitas introdujeran en el norte do Brasil una procesión de Nossa Senhora de Nazaré. Ese cortejo, conocido por Círio de Nazaré, reúne en la ciudad de Belém más de dos millones de personas. La cuerda fue introducida en 1868 para retirar la imagen de la virgen de las aguas. Poco a poco ella se transformó en un espacio de cambios entre promesas y gracias alcanzadas. Se trata de una línea de tracción con cerca de 800 metros. Corda (2014, 7 min) retoma el sentido material de ese objeto contenido en esa tradición. Los cuerpos mojados forman una masa cuyo movimiento sigue una línea con la formade una serpiente. El vídeo, en su montaje, mantiene el ritmo de la tradición, una vez más, en el límite del documental. Sin embargo, las imágenes siguen en flujo continuo hasta el momento del corte. El sendero también llega al nivel de la cuerda, pues ella fue concebida a partir de los toques en cuerdas de piano. Las cuerdas marcan el ritmo de las imágenes, por la tradición y por la intervención del corte. El vídeo mimetiza ese caos, con una diferencia, él mantiene el foco en las cabezas, en los pies y en las manos de los fieles. Observar esas extremidades del cuerpo en una estructura de montaje circular hace que la propia mirada se pierda en la multitud, perdiendo la referenciade la larga marcha. Nos concentramos entonces en la relación con el objeto cuerda, participamos de su corte. En cuanto al acto de cortar la cuerda, la procesión de Círio de Nazaré, a lo largo de una distanciade tres quilómetros, es un modo de agradecer o de pedir una gracia, participando de una economía divina que enfatiza un tipo de sacrificio en forma de acto. Ese agradecimiento colectivo hecho fiesta origina un cuerpo único alrededor de la cuerda. A veces, sin embargo, el cuerpo colectivo se dispersa. Una vez cortada, la masa se desorganiza hasta que la cuerda sea nuevamente unida por un nudo, reestableciendo la línea. Cortar la cuerda es un gesto de retirar una pequeña parte como reliquia, amuleto, un objeto de protección. Acaba siendo un gesto que tiene un carácter definidor en el montaje. Y también una forma de abrir ese cuerpo único y estático.