Cuestionando la Desterritorialización. Hiperterritorio, Dimensiones Imaginarias del Espacio y Nuevas Cartografías | MARISA GÓMEZ

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El fenómeno de las redes y su influencia sobre los procesos socio-culturales parece haber sufrido enormes transformaciones así como un nuevo auge en el contexto actual de la Globalización. Esto se debe, en parte, a que una de las bases de este proceso de Globalización es la interconectividad posibilitada por las tecnologías de información y comunicación digitales (TIC). Así habría surgido lo que el sociólogo Manuel Castells ha denominado “Sociedad Red”, una sociedad permanentemente conectada y en constante movilidad geográfica y virtual. Una sociedad que habría cambiado el espacio de los lugares por el “espacio de los flujos” de información, personas y capitales. La consecuencia directa de este proceso ha sido, según diversos autores y ámbitos de estudio de las ciencias sociales, una pérdida o debilitamiento de las relaciones entre los sujetos y el territorio, es decir, un proceso de desterritorialización.

Mi propósito es discutir este concepto tan ampliamente aceptado tanto desde una perspectiva teórica como, sobre todo, desde un punto de vista práctico y fenomenológico, es decir, basado en la experiencia. Así, a través de una serie de ejemplos tomados de las prácticas artísticas que emplean las TIC, trataré de mostrar como éstas –las TIC-, lejos de producir una pérdida de relaciones entre el sujeto y el espacio físico, las refuerzan, transformándolas y dando lugar a un nuevo tipo de territorio más complejo que podríamos denominar Hiperterritorio.

Desterritorialización y Territorio

En primer lugar y antes de pasar al análisis de estos conceptos, cabría señalar que el enfoque eminentemente espacial que damos aquí a la transformación de las redes como consecuencia del desarrollo de las TIC así como la propia importancia de la noción de desterritorialización, responden al actual contexto de conocimiento de las ciencias sociales. A lo largo de la Modernidad y en base a una larga tradición filosófica, las ciencias sociales establecieron una preeminencia de las categorías temporales sobre las espaciales a la hora de definir los procesos culturales. Sin embargo, la llamada Posmodernidad o Hipermodernidad trae consigo una crisis de las experiencias previas sobre el espacio y el tiempo que desemboca en lo que Jameson ha denominado “Giro Espacial”, caracterizado por el predominio de las categorías espaciales sobre las temporales y, por tanto, por una nueva relación entre estas dos coordenadas de la experiencia humana.

Es, pues, en este contexto en el que el concepto desterritorialización empieza a ser usado para explicar la espacialidad contemporánea en relación a la Globalización[1]. Recordemos que el término fue empleado en origen por Deleuze y Guattari en El Anti-Edipo: Capitalismo y Esquizofrenia (1972), donde se presentaba como una categoría analítica que formaba un par con el concepto de “reterritorialización”. Sin embargo, el término fue separado de este complementario y adoptado posteriormente, como explica D. Mato, como un “comodín” en diversos contextos, perdiendo su dimensión crítica y analítica[2].

Con el fin de recuperar esta visión crítica y aplicarla a la experiencia práctica de las TIC, considero oportunas algunas consideraciones sobre la noción de territorio.

Como explica Rogèrio Haesbert, según las líneas de interpretación vigentes en las ciencias sociales actuales, el territorio puede ser entendido en dos sentidos diferentes. Por un lado, en un sentido materialista, es decir, como fuente de recursos o medios materiales de existencia, incluyendo también las características geográficas del terreno. Por otro lado, puede entenderse desde una perspectiva idealista, que toma en consideración las producciones simbólicas asociadas a un espacio geográfico, determinando los modos de vinculación social al mismo. Es decir, se trata del territorio como constructor de la identidad cultural.

Aunque sin perder de vista la primera acepción, en base a la segunda podemos afirmar que el territorio es relacional, lo que significa que incorpora en sí mismo una serie de relaciones sociales y una compleja relación entre éstas y el espacio material. Desde esta perspectiva, la noción de territorio va más allá de las ideas de enraizamiento, estabilidad, límite o frontera que lo caracterizaban en el pensamiento moderno y pasa a incluir en su propia definición el movimiento, la fluidez y las conexiones.

En relación con esta idea de territorio fijo, se encuentra también la oposición moderna entre territorio y red. Esta oposición debe ser superada, ya que el territorio siempre ha estado constituido por redes internas –por ejemplo, de comunicación vial en el interior de un estado, pero también por redes sociales- que no sólo se diluyen en su interior, sino que son un elemento fortalecedor interno que determina la conformación del territorio.

En función de estas consideraciones podemos ver –tal como señala también Haesbert-  cómo la definición de desterritorialización que manejan las ciencias sociales actuales se basa en un supuesto cambio de una espacialidad excluyente y en mosaico –que correspondería un territorio fijo e inmóvil- a otra reticular y horizontal, que sería la característica de los procesos de la Era Global y la “Sociedad Red”. Pero en esta definición así entendida se estarían dejando de lado los aspectos del territorio que tienen que ver con los procesos materiales, sociales y culturales que forman parte de su propia constitución.

Volvamos ahora a la definición de desterritorialización como consecuencia del desarrollo de la “Sociedad Red” caracterizada por un “espacio de los flujos”.

Éste difumina los límites del espacio construido, es un espacio trastocado y desvanecido por fuerzas externas. Aunque Castells reitera que los lugares no desaparecen, sí afirma que su lógica y su significado quedan absorbidos por la red y determinados por los poderes del mundo[3]. La desterritorialización sería así “un fenómeno que surge de la intensidad de movilidad de los productos, gente e ideas que rebasan las fronteras políticas, sociales y culturales al punto de provocar un desarraigo en ciertos patrones y valores socioculturales. El referente global-local parece desdibujarse mediante la desconexión de las formas de reproducción de un espacio territorial concreto”[4].

Sin embargo, el concepto puede adquirir múltiples acepciones en función de estas ideas. Veámoslas, planteando cómo podríamos cuestionar cada una de ellas atendiendo a las características relacionales del territorio. Para ello, seguiremos de nuevo los planteamientos que desarrolla Haesbert en O Mito da Desterritorilazação : Do “Fim dos Territórios" à Multiterritorialidade.

En primer lugar, podemos entender, pues, la desterritorialización como dominio de las redes, los flujos y la movilidad. Este es el caso concreto en que se plantea como una oposición a la noción de territorio como signo de estabilidad y enraizamiento, Pero en esta definición se olvida –como hemos visto- que el territorio, entendido como construcción cultural, siempre ha estado cruzado por movilidades y redes sin que ello implicase desconexión del sujeto con respecto al mismo.

La desterritorialización se puede entender también como pérdida del poder de control de los procesos sociales a través del espacio (Territorio Nacional), sobre todo a partir del debilitamiento de los Estados-Nación que se habría dado con la Globalización. Esta acepción, sin embargo, no tiene en cuenta procesos prácticos de fortalecimiento de la idea del estado territorial como los producidos, por ejemplo, en EEUU a partir del 11S.

Otra de sus acepciones es en tanto que deslocalización económica, sobre todo por parte de las grandes corporaciones que se dispersan en múltiples lugares. Aquí se olvida que esta aparente deslocalización depende de los condicionantes locales que determinan la elección de uno u otro sitio para la ubicación de sucursales, es decir, olvida su relación con el territorio en un sentido material. Así, cuando una multinacional decide “localizarse” en uno u otro país (o región), lo hace en función de los condicionantes geográficos, económicos, de mano de obra, etc.

Por otro lado, estaría también la desterritorialización como consecuencia de una creciente homogeneización cultural. Esta acepción olvida los procesos de emergencia de lo local, posibilitados en muchas ocasiones por las potencialidades de feedback y autoexpresión que brindan las TIC, por ejemplo, a través de la comunicación multidireccional de la Web 2.0.

Por último, podríamos entenderla como pérdida de referentes espaciales concretos sobre el dominio de las redes inmateriales o virtuales. Es decir, el desarrollo de los procesos socio-culturales en el Ciberespacio habría supuesto un predominio de este espacio virtual en detrimento de las relaciones reales sobre el espacio físico.

Sobre la base de todas estas ideas podemos ver cómo, al recuperar la noción de territorio relacional, las acepciones de desterritorialización comúnmente aceptadas en nuestros días resultan inadecuadas para definir los procesos sociales reales y prácticos que se dan con respecto al espacio como consecuencia de la Globalización.

Sin embargo, quiero enfocar ahora la cuestión desde el punto de vista fenomenológico del uso de las TIC para ver cómo, en la práctica, éstas generan un proceso de re-territorialización que transforma el imaginario espacial ampliando sus dimensiones, relaciones y posibles experiencias subjetivas. Para ello, nos centraremos en la última acepción de desterritorialización que hemos citado –la pérdida de referentes espaciales frente al dominio de las redes virtuales.

 

Desterritorialialización, Ciberespacio y Locative Media

El Ciberespacio puede ser, según Pierre Levy, identificado con la red y definido como “el nuevo medio de comunicación que emerge de a interconexión mundial de los ordenadores. El término designa no solamente la infraestructura material de comunicación numérica, sino también el oceánico universo de informaciones que contiene, así como los seres humanos que navegan por él y lo alimentan (…)[5].

Este nuevo espacio de comunicación para Levy es virtual –entendido como aquello que existe en potencia y no en acto- y, precisamente, asocia virtualidad con desmaterialización y desterritorialización: “Una entidad <desterritorializada> es virtual, capaz de generar varias manifestaciones concretas en diferentes momentos y lugares determinados, sin estar por ello ella misma unida a un lugar o a un tiempo particular”[6]. Así, las comunidades virtuales –base de las redes sociales en Internet- para Levy “viven sin lugar de referencia estable. (…) Cuando una persona, una colectividad, un acto o una información se virtualizan, se colocan <fuera de ahí>, se desterritorializan”[7].

Es decir, que en el Ciberespacio se dan una serie de relaciones independientes de los lugares geográficos y la coincidencia de tiempos. O, dicho de otro modo, lo virtual prescinde de las conexiones espaciales y temporales. Así, para Levy desterritorialización en relación al Ciberespacio es sinónimo de esta desconexión y parte de que las relaciones sociales en él  estarían sustituyendo a las que se producen en el espacio geográfico, es decir, sustituirían ese sustrato material de reproducción del territorio.

Sin embargo, atendiendo a la realidad práctica del Ciberespacio, podemos cuestionar estas ideas. Por ejemplo, y como reconoce también el propio Levy, el Ciberespacio no puede prescindir del sustrato material del terminal de conexión (ordenador) y, por tanto, tiene sus bases en un espacio geográfico y territorial, que es el del usuario.

Pero más allá de esta cuestión básica, muchas de las prácticas sociales –en concreto, artísticas- que se desarrollan entorno al Ciberespacio no se abstraen del espacio físico, sino que se desarrollan en combinación con él.

Este es el caso de los Locative Media, un tipo de práctica artística basada en el uso de dispositivos y sistemas de localización como el GPS, Bluetooth, Wi-Fi, teléfonos móviles, etc. construidos para permitir intercambios de información con el mundo físico[8].

Estas prácticas, en combinación con otros sistemas como la Realidad Aumentada, no pretenden producir mundos virtuales con los que sustituir el espacio real ni generar ningún proceso de desterritorialización. Al contrario, y como reacción contra este discurso, insisten en la idea de territorio y reterritorialización, la noción de control y la producción de contenidos delimitados por objetos y lugares[9]. Basándose en estos nuevos sistemas de localización y combinándolas con otras TIC, los Locative Media consisten –como se explica en el artículo Prácticas Artísticas basadas en la Localización que desafían la Noción Tradicional de Cartografía-  en la creación alternativa de mapas con la finalidad de reconfigurar nuestra visión del mundo a través de estas nuevas estrategias de representación espacial que van más allá de la imposición de una geometría externa sobre la geografía física. Se trata de una implementación de información que permite hacer patentes las relaciones del sujeto con el territorio para  re-vincularlos.

Para comprender de modo práctico en qué consisten estas nuevas cartografías, presentaré a continuación algunos ejemplos de proyectos artísticos que considero representativos de esta nueva forma de establecer relaciones entre sujeto y territorio:

PDPal

Proyecto creado en 2002 bajo el lema “escribe tu propia ciudad”. Proponía a los habitantes de Nueva York generar vía móvil o Web un mapa fundamentado en la construcción de representaciones subjetivas y cargadas de valor sentimental, examinando lo que hace que ese espacio sea social o personal. Para ello, se les instaba a transformar las actividades y las experiencias cotidianas, su imaginario de ciudad compuesto por los caminos entre la casa, el trabajo, los lugares de ocio o que se recuerdan, buscando asociarlas a nuevas subjetividades tanto propias –mediante nuevos recorridos que amplíen el circuito- como de otros sujetos participantes[10]. Es una forma de generar nuevas cartografías que ayuda a redefinir el territorio como móvil, temporal y cambiante. Y, al hacerlo precisamente a través del re-conocimiento y la experiencia del territorio –a pesar de que ésta se canalice a través del Ciberespacio o espacio virtual- se opone a la idea de desterritorialización.

PacMahattan

Proyecto creado en 2004 y desarrollado en varias ciudades. Consistía en una mezcla de dispositivos de localización y visualización (móviles, conexión Wi-Fi y un software especial) que tenían por finalidad dar vida al conocido videojuego de los años 80 PacMan, situándolo en un entorno urbano con el fin de establecer nuevas relaciones con espacio territorial de la ciudad.  Es un ejemplo de intersección de un dispositivo virtual con el territorio real, de modo que este último adquiere nuevos significados. Un jugador (PacMan) trata de recolectar puntos virtuales que van apareciendo en un mapa de la ciudad –que puede consultar a través de un dispositivo móvil-, mientras es perseguido por otros cuatro jugadores que representan los fantasmas característicos del juego y que localizan igualmente su posición mediante diversos dispositivos[11]. La propuesta es interactuar de nuevos modos con el espacio urbano, otorgándole nuevos usos y funciones determinados por la información virtual.

Rider Spoke

Blast Tehory, 2007. Proyecto pensado para llevar a cabo en bicicleta y desarrollado también en varias ciudades. Consiste en recorrer las calles de la ciudad sobre una bicicleta equipada con un ordenador de mano. Usando tecnología Wi-Fi, los participantes deben buscar un lugar oculto donde grabar un mensaje corto –en respuesta a una pregunta del software- y encontrar los lugares escondidos donde otros participantes han dejado sus mensajes. El ordenador posiciona al usuario y le muestra estos lugares ocultos, en los que revela las preguntas y mensajes de los demás, sólo disponibles en el contexto localizado donde fueron grabados[12]. Este proyecto juega con la idea situacionista de la deriva, del placer de perderse descubriendo la ciudad, y revela cómo a ella se superponen voces y pensamientos de desconocidos; voces que, en este caso “habitan” en el Ciberespacio. Así, se da lugar a una exploración del contexto urbano con resonancias emocionales e intelectuales.

A través de estos proyectos podemos ver claramente cómo se constituyen nuevas redes sociales y territoriales, nuevas formas de entender y relacionarse con el territorio en base a experiencias virtuales sustentadas en las TIC. Ya no hablamos del Ciberespacio o lo “virtual” versus lo “real”, sino de la producción social de espacio (y lugar y territorios) con tecnologías y redes móviles. Se trata de lugares físicos, objetos reales y gente real. Así, las nuevas tecnologías y redes móviles no nos muestran el fin del lugar o del territorio (o ciudades o geografías) como parece apuntar la desterritorialización, sino nuevos procesos de territorialización, movilidad y usos temporales del espacio urbano.

Lo que prima en estas nuevas formas de entender el territorio es la superposición de aspectos subjetivos y emocionales –cartografiados como información virtual- a la experiencia física del espacio. Dicho de otro modo, al espacio real en su sentido de territorio relacional materialista se suman las dimensiones imaginarias de la experiencia del mismo, que pueden ser visibilizadas en forma de cartografías alternativas gracias a las TIC.

Estas cartografías alternativas, como las presentadas en los ejemplos anteriores, se hallarían en el ámbito de lo que Lemos denomina “Territorios Informacionales”, áreas en las que el flujo de información en la intersección entre el ciberespacio y el espacio urbano se controla digitalmente[13] o Lev Manovich denomina “Espacio Ampliado”, que él define como “el espacio físico al que se superpone información dinámica y cambiante”[14]. Es decir, hablamos de espacios y territorios implementados con información virtual. Y es, justamente, a través de la superposición de capas de información cómo las TIC fomentan nuevas relaciones con el espacio material, dando lugar a ese espacio complejo que hemos denominado Hiperteritorio.

Así, este Hiperterritorio que se manifiesta a través de las nuevas cartografías incluiría todas las dimensiones reales y virtuales del territorio, generando un nuevo imaginario espacial basado en la complejidad, la movilidad y la multidimensionalidad.

 

Conclusiones

Recapitulando todas las ideas expuestas hasta ahora podemos ver como, efectivamente, los procesos espaciales de la Globalización y el uso de las TIC englobados bajo el concepto de desterritorialización se fundamentan en una concepción positivista del territorio que no contempla sus dimensiones relacionales. De este modo, la idea que subyace a ella de una pérdida de referentes físicos territoriales no sería tal.

A este respecto hemos visto cómo las TIC y los medios locativos refuerzan la hibridación del espacio físico y el Ciberespacio, aportando un nuevo sentido al lugar y la comunidad. Estos procesos están delimitados por el mundo real y, lejos de crear una desterritorialización absoluta, crean nuevas formas de territorialización a través del control informativo (la capacidad para producir y consumir información en movimiento). Por lo ello, las teoría de la desmaterialización del territorio, el fin de los lugares y, en consecuencia, el fin de la comunidad en su sentido geográfico, parecen infundados. Tenemos que pensar en flujos, sucesos y espacios imaginarios atravesados por sentidos subjetivos; no en lugares fijos, comunidades enraizadas, desterritorialización en –y a causa de- el Ciberespacio o reemplazo de lo “real” por lo “virtual”.

Es decir, que el verdadero proceso espacial que generan las TIC no es de desterritorialización sino de transformación del territorio en Hiperterritorio. Éste se conforma del espacio físico material y la experiencia social del mismo sumando al espacio electrónico (virtual) y a la información, dando lugar a un imaginario espacial complejo que va mucho más allá de la idea de territorio como era entendida hasta ahora.

Este proceso se ve reflejado en forma de nuevas cartografías a través de los Locative Media y otras prácticas como la Realidad Aumentada.

De este modo, la desterritorialización, en lugar de ser separación del sujeto con respecto al territorio sería únicamente un proceso subjetivo e imaginario vinculado a la experiencia virtual de ubicuidad. Quedaría reducida así a un aspecto metafórico que intentase definir las relaciones del sujeto y el espacio en entornos altamente inmersivos, como en el caso de la Realidad Virtual, donde el sujeto parece tener movilidad ilimitada, pero no física, sino mental.

En este sentido, la desterritorialización sería el abandono virtual del espacio real, la superposición de uno sobre otro pero a nivel únicamente imaginario –un proceso que más allá de la Realidad Virtual, se da, por ejemplo, en el cine.

 

* Artículo publicado originalmente en VVAA, Networks: The Evolving Aspects of Culture in the 21st Century, Culturelink Network, Zagreb, 2011


[1] Para dar cuenta de esta condición espacial de la Globalización o de la “Sociedad Red”, junto al concepto de desterritorialización han aparecido otros como , “no-lugar”, “compresión espacio-temporal” o “ubicuidad”, marcados por la noción de Tiempo Real que aniquila el espacio. Aunque cabría discutir cada uno de ellos desde la perspectiva crítica aquí planteada, por cuestiones de extensión me centraré únicamente en el de desterritorialización.

[2] MATO, Daniel, Una Crítica a la idea de “Desterritorialización” basada en Estudios de Casos sobre la Globalización, Seminario de (Des)Territorialidades y (No)Lugares, Universidad de Antioquia, 2004.

[3] La noción de lugar, entendida a través de lo “local” hace referencia a los asentamientos físicos de la actividad social geográficamente ubicada. GIDDENS, Anthony, Consecuencias de la Modernidad, Alianza, Madrid, 2002, pp. 29-30.

[4] Pérez Negrete, Margarita;  Bueno, Carmen, Espacios Globales, Introducción, Plaza y Valdés, México DF, 2006, pág. 32.

[5] LEVY, Pierre,  Cibercultura, Anthropos, Barcelona, 2007 (1997), pág. 12.

[6] Ídem., pág. 33.

[7] LEVY, Pierre,  Qué es lo Virtual?, Paidós, Barcelona, 1999, pág. 14.

[8] El término fue acuñado en 2003 por Karlis Kalinis en una conferencia en el Centro Nacional de Nuevos Medios de Riga (Letonia) para diferenciar el uso empresarial de estos servicios de localización y rastreo de su uso artístico. En: LEMOS, André, Medios Locativos y Territorios Informativos. Comunicación Móvil y Nuevo Sentido de los Lugares. Una Crítica sobre la Espacialización en la Cibercultura, Comunicación en el Seminario Internacional “Inclusiva-Net: Redes Digitales y Espacio Físico”, MediaLab-Prado, Madrid, 2008.

[9] En este sentido, son prácticas directamente relacionadas con las propuestas a finales de los años 50 por la Internacional Situacionista justamente con la finalidad de generar transformaciones sociales y políticas a partir del reconocimiento del territorio y lo que llamaron “psicogeografía”.

[13] Íbid., nota 8.

[14] MANOVICH, Lev,  The Poetics of Augmented Space, 2002 (actualizado 2005), en http://manovich.net