El 2010 del nuevo "Arts Santa Mònica" de Barcelona ha empezado con renovados estímulos de creación, debate y confrontación. Nuevo en mentalidad, espíritu y aspiraciones, el Arts Santa Mònica, antiguo convento situado en la emblemática Rambla y a pocos pasos del mar Mediterráneo, vive una nueva etapa de su historia, esta vez dedicada a la interdisciplinariedad y a las relaciones entre arte, ciencia y comunicación.
El espacio del Santa Mònica se propone como un lugar de encuentro entre la cultura humanística y la científica, como un espacio de reflexión sobre las rápidas transformaciones que se dan en una sociedad digital donde el conocimiento asume un carácter cada vez más transversal. Un centro innovador que ofrece a la capital catalana la posibilidad de unir proyectos de investigación con proyectos expositivos, las reflexiones teóricas con las prácticas artísticas, en un diálogo fluido entre las diferentes disciplinas vinculadas al arte, la ciencia y la comunicación.
La configuración y las intenciones del Arts Santa Mònica se pueden reconocer a través de algunos de los objetivos trazados por la nueva dirección, como por ejemplo: la creación de un Laboratorio de Ciencia y Arte pensado como espacio expositivo y, al mismo tiempo, como espacio de experimentación entre investigación científica e investigación artística; la organización de actividades de reflexión y de debate sobre temáticas actuales y sobre las relaciones entre arte, cultura, comunicación y ciencia; la definición de un espacio de encuentro abierto a los grupos de investigación de las universidades catalanas que trabajan en estos ámbitos disciplinarios; un programa expositivo transversal que refleje esta interdisciplinariedad y que vaya al paso con las inquietudes de los nuevos tiempos.
Los convenios con la Universidad de Barcelona (UB) y con la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) - con la finalidad de colaborar en la organización de distintas actividades - responden a la voluntad de integrar y acercar el espacio de la Rambla a las más importantes estructuras públicas de investigación y enseñanza de Catalunya.
Las distintas exposiciones y actividades realizadas por el Arts Santa Mònica durante el primer año de la nueva dirección, manifiestan la voluntad interdisciplinar del centro y la búsqueda de un diálogo provechoso entre arte, ciencia y comunicación. La transversalidad, la colaboración con las universidades y con otros centros, el análisis y la observación de prácticas artísticas que cruzan las fronteras y fluyen en múltiples ámbitos disciplinarios, conforman la nueva mentalidad del centro y prometen una programación futura fascinante y digna de atención.
De todos estos temas hemos hablado con Vicenç Altaió, director del Arts Santa Mònica, poeta y traficante de ideas.
Herman Bashiron Mendolicchio: El Arts Santa Mònica cumple su primer año con la nueva dirección y la nueva estructura. ¿Cómo evalúas este primer periodo?
Vicenç Altaió: En este primer año se redefinió, en primer lugar, la identidad del centro y se creó una nueva identidad que partía del principio de que dejaría de ser un centro para convertirse en un "lugar de lugares". En segundo lugar dejaba de ser únicamente un centro de arte monoteísta para convertirse en un espacio de arte multiplicado, es decir el "arte y su relación con...", tal y como le corresponde al arte. Desde las escrituras electrónicas a las especulaciones científicas, pasando por el cine sin imagen, todo ello tiene que ver naturalmente con el arte, por lo tanto se multiplican las artes y se interrelacionan en esta nueva definición con dos nuevos ámbitos que son el de la ciencia y la dimensión de la comunicación.
En esta redefinición, lo que ocurre es que se multiplica el sujeto, o el género, a través de lo que llamamos inteligencia colectiva. El proyecto empezó fuera del Santa Mónica, haciendo preguntas a la ciudadanía a través de la obra de Alfredo Jaar. Preguntas sin imágenes, preguntas sin respuestas que partían de un grado cero y que son preguntas universales. Luego, a través de la acción de Carlos Santos, desde la fuente de Canaletas hasta el Arts Santa Mònica, la música devenía partitura hacia el centro, invitación, fiesta, amor y erotismo. Una vez dentro del edificio se han realizado proyectos sobre las nuevas arquitecturas y sobre las patologías del centro - a través del proyecto de Enric Ruiz-Geli - en relación al consumo y al medio ambiente. Fuera de aquí hemos producido aproximadamente doce proyectos y estamos satisfechos del proyecto intelectual y, sobre todo, de haber activado elementos culturales de la ciudad. Estamos contentos porque ha sido un proyecto participativo: desde el ámbito político hasta el urbanista, etc.
En el ámbito de la interrelación con los centros culturales de la ciudad hemos colaborado con la Fundació Miró, con el MACBA, con el CCCB, con el mundo del teatro, con las Universidades, con grupos sociales, etc. etc. Luego, cuando trabajas en lo público, cualquier dinero que se invierte - ya que pedimos que la cultura sea un bien social, como lo es la sanidad o la educación - hay que ser muy consciente de lo que es el consumo cultural. Mala palabra consumo, así que yo la voy a llamar formación cultural o proyecto cultural compartido. De todas maneras estamos enormemente contentos por el incremento de visitantes y el proyecto Arts Santa Mònica está bien encarrillado.
HBM: Arte - Ciencia - Comunicación. El Arts Santa Mònica apuesta por la multi y la interdisciplinariedad. ¿Cómo consideras este retorno a una fuerte relación entre lo humanístico y lo científico?
VA: Con frecuencia se entiende el humanismo como algo que nació en el renacimiento y de alguna manera se sobreentiende como una cierta paz, una cierta armonía y luego, en cambio, se nos horroriza con el mundo medieval como mundo de confrontación, lo cual, como bien sabemos, no es así. El humanismo con frecuencia es el imperio de una civilización o de una forma de conocimiento sobre los demás. A mí me gusta mucho el estado "pre", por lo tanto prefiero ser heredero de la vanguardia, incluso de elementos del mundo medieval, y lo que me parece importante es encarar los retos, ser capaces de hacer preguntas. Lo importante en la actualidad es tomar a la ciencia como un reto a todos los niveles, es un reto del conocimiento, es un reto de la cultura. Vamos a encontrarnos en una nueva cultura, que estamos construyendo y por eso hay tantas crisis a la vez: hay una crisis de conocimiento, existe la dificultad de encontrar un único modelo porque hay muchos modelos, hay una dificultad para pasar de la cultura material a la cultura del conocimiento, a la cultura llamada inmaterial y este es un paso fundamental que estamos haciendo. Este paso se tiene que hacer con los tres pies, la llamada cultura de la artes, la creación y el humanismo en relación con la ciencia, que es otro nuevo humanismo, y en relación con la comunicación que nos permite ser coparticipes de un proyecto.
HBM: ¿Esta confluencia de pensamientos y reflexiones entre el arte, la ciencia y la comunicación pueden, según tu opinión, influir en la sociedad y en la política?
VA: Indudablemente. Pueden influir igual que la política nos influye. Todos los elementos son imprescindibles y los límites que tenemos hoy de la política en parte vienen porque están actuando bajo unos modelos que ya no tienen nada que ver con la realidad, a todos los niveles. Pienso por ejemplo que tenemos unas tecnologías de la comunicación que permitirían sensibilizar, o incluso votar, y pienso también que tenemos que reconstruir la política y que hay que volver a reconstituir lo artístico, lo creativo, en relación a lo social. No puede ser que una obra de arte pueda ser únicamente adquirida por uno que la disfruta en su casa y tampoco puede ser que los proyectos de innovación estén sostenidos, algunos, únicamente por la industria farmacéutica. Nos vamos a encontrar con una nueva proyección del espacio público, hay muchos retos de carácter científico y hay que enseñar que no únicamente se vota en el parlamento sino que hay que hacer pedagogía. Esto tiene que ver con la palabra libertad y libertad de expresión. Es importante volver a redefinir el concepto de ética desde el espacio de la estética. Me parece que no hace falta tanto juicio moral y hay que practicar el espacio del multisaber, del multiconocimiento en la época del hiperpresente.
HBM: Una estructura barcelonesa, catalana, pero con perspectivas y visiones internacionales. ¿Cuáles son los objetivos, a nivel local y global, dell'Arts Santa Mònica?
VA: Es el mismo objetivo. Mayor es el conocimiento en lo nano, mayor conocimiento hay de lo macro. Es curioso pero son, digamos, como dos realidades que funcionan como espejos. Cuanta más capacidad de tener hay, no sólo lentes, sino de leer temperaturas, etc., más posibilidades tenemos para leer aquello que no es visible, ni en el universo ni en el cuerpo humano. Hoy tenemos esta tecnología capaz que nos sirve de metáfora en la astronomía y en la biología, los grandes conocimientos y retos de nuestra época, y son estos los que plantean que todo es natural y que aquello que llamamos artificial no deja de ser sino una reproducción de un modelo que ya existe en lo natural. Es que lo artificial no ha existido nunca. Desde este punto de vista lo local es local global y, al revés, global local. Hoy estamos, como siempre hemos estado, en una red. Normalmente lo local y lo internacional es muy útil para los discursos reduccionistas, para la política, etc. En realidad está y ha estado siempre todo demasiado interconectado. El mundo de la innovación, que es el que nosotros practicamos con un pensamiento crítico, siempre ha sido notablemente cosmopolita y por tanto notablemente ultra local, porque defiende los riesgos de los peligros en extinción de esta relación entre lo grande y lo pequeño.
HBM: El Arts Santa Mònica se propone como una plataforma abierta a la investigación y a la creatividad. ¿Qué tipo de relación queréis establecer, por un lado, con los jóvenes investigadores, y por el otro, con los artistas?
VA: Nosotros aquí tenemos un edificio y este edificio está dividido en cuatro conceptos que sirven para hacer la programación. La parte del archivo y la memoria, abajo. Lo que llamamos proyectos más bien colectivos, muy representativos, que es el gran claustro. El anillo, que es el lugar del ensayo, y la parte supra, que es el laboratorio de la relación entre arte y ciencia. Luego, todo esto deja de ser un edificio arquitectónico para convertirse en una gran Web que tendrá en la parte de delante el laboratorio de medios de comunicación. Por lo tanto, cada uno de los proyectos que hacemos no tiene nada que ver con la vieja cultura material, es decir, este no es un lugar donde se expone, sino donde se elaboran trabajos que tienen discursos a los que intentamos darles una cierta complejidad, etc. En este proyecto participan los jóvenes igual que los mayores, porque es un proyecto tan intergeneracional como internacional. Cuando digo que en la parte de abajo colocamos la parte dedicada a la memoria y al archivo y, en cambio, en la parte de arriba colocamos la parte de la innovación, es porque tenemos unos pies que están colocados en las raíces y una parte, la cabeza, que está colocada en la experiencia, en la innovación y en el reto de lo nuevo. Por lo tanto, en la parte superior del proyecto Arts Santa Mònica, los artistas más jóvenes y los investigadores y científicos más jóvenes participan sobre todo en la elaboración de los proyectos de la parte de la cabeza. Pero todo el edificio debe andar simultáneamente, lo que no vale hoy es dar más peso a una disciplina sobre otra, tipo lo visual sobre lo escrito. Yo he aprendido que no hay ninguna diferencia entre leer y mirar. Lo que más me interesa es que aquí sepamos construir la acción y la acción se construye andando y anda todo, no sólo el pulmón, el pie o el deseo que está en la cabeza. Es todo, es el cuerpo que respira, ejerce movimiento y que se manifiesta fuera del propio cerebro. Esta es una forma de hablar conceptual y metafórica, pero tiene un principio de realidad. Los proyectos que están arriba son los que más tendencia tienen de coparticipar, no sólo con artistas y científicos, sino participar de lleno con la gente que vaya saliendo de las universidades. Esto es un reto progresivo, estamos en el principio, creo que hay que dejar pasar un mínimo de cuatro años, pero el proyecto en sí quiere anclarse en el sector universitario como un sector no solo de formación, sino de especialización de tal manera que la gente pueda participar aquí en proyectos para realizarse.
HBM: ¿Cuál es, según tu opinión, el futuro de los museos y de los centros de arte y cultura contemporánea?
VA: Has nombrado tres cosas que son distintas: la palabra museo, la palabra centro y la palabra contemporaneidad. En principio la palabra museo quiere decir un lugar de lo simbólico en el cual se conserva y se relee la memoria. Algo muy importante en el museo es que hay un patrimonio a conservar. La palabra centro es una palabra en la cual gravita una cierta construcción de una centralidad. El centro se constituye, en cierta manera, en oposición al museo porque no tiene patrimonio y es más un modelo kunsthalle. Finalmente lo contemporáneo es lo que está ocurriendo coetáneamente, con lo cual un centro es más contemporáneo y un museo puede hacer una lectura contemporánea del pasado. Yo creo que hay que trabajar simultáneamente con todos los tiempos verbales, que es un poco lo que intento que se haga aquí con todo el equipo, que se trabaje con sistemas múltiples y diversos y que se acepte la radicalidad extrema igual que lo supremo para que choquen y creen nuevas realidades. Por lo tanto, tiempos verbales múltiples y muchos tiempos distintos. Hay que adecuar, bajo las formas de la estructura del conocimiento, lo que es el pensamiento natural, el pensamiento que se construye en cada momento. Esto es lo más complicado, pero es aquí donde tenemos el gran reto, tanto los traficantes de ideas como los políticos, como los científicos, etc. El reto es: si nosotros ya estamos aquí ¿porque, en cambio, somos tan arcaicos en formas y maneras? Esto obliga primero a una autoformación constante, a un diletantismo y a una puesta al día de todo. El Arts Santa Mònica en su época fue un convento religioso, posteriormente fue una caserna, volvió a la religión, luego pasó a ser un almacén de contrabando, incluso ha llegado a ser una sala de baile. Fue en una época un centro de arte, hoy continúa siendo un centro de arte, pero, a veces, tengo la sensación que esto todavía tiene que ver con el movimiento y con el baile del cuerpo humano.
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