ITINERARIOS. ITINERARIOS. ITINERARIOS. ITINERARIOS. ITINERARIOS. ITINERARIOS. ITINERARIOS | VICTOR DA ROSA

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El calendario de exposiciones de la ciudad de São Paulo empezó animado el año 2010. De paso por la ciudad, donde me quedé casi una semana, me ha dado tiempo de visitar siete u ocho exposiciones - entre galerías comerciales, grandes museos y espacios pequeños o alternativos. La exposición de Andy Warhol, Mr. America, aún en la Pinacoteca - "la mayor exposición del artista presentada en América Latina" - es la exposición más vista, sin duda; pero hay por lo menos otras dos que considero imprescindibles: Gordon Matta Clark, en el MAM, y Hélio Oiticica, en el Itaú Cultural. Las tres exposiciones, además, si se visitan consecutivamente, ganan una gracia todavía mayor.

Los tres artistas, cada uno a su manera, imprimen marcas definitivas en el paso de las vanguardias del inicio del siglo hacia el arte contemporáneo. La exposición de Warhol es inmensa y creo que predomina una historia con el retrato. He leído en alguna parte que Warhol empezó a hacer retratos de famosos en el final de su vida para ganar dinero, pero el retrato parece también un modo de mediar una relación de distancia con el otro. Warhol era un voyeurista, sobretodo. A través de vídeos, fotografías, pinturas, son casi siempre famosos los que aparecen retratados. Creo que el hecho de retratar famosos tiene que ver con un exceso de imagen y no simplemente con un concepto de columna social, de pasta. La imagen se vuelve una imagen cadavérica. Un amigo me dijo que ve la euforia de Warhol muy resignada por la conciencia de la tragedia. Quizás tenga razón.

Ya la exposición de Hélio, que siempre es un poco común para el público brasileño, tiene algo diferente. Además de la reconstrucción de varias instalaciones mayores, también las obras interactivas, como los bólides y parangolés - que siempre fueron expuestos como piezas de un museo, dentro de cabinas de vidrio y protegidas - fueron hechas para usarse. Creo que son copias, reproducciones, lo que realmente me parece muy bien, pues esta economía del original nunca fue importante para Hélio. La cosa debe gastarse. La exposición, de cierta manera, es como una fiesta. Porque los niños, principalmente de escuelas periféricas, juegan con los objetos, se visten, se adentran en las cosas. Pero ahí está el problema de la pedagogía. Ahora no hay más un monitor cuidando para que el espectador no toque nada, sino que al contrario: pidiendo que el espectador justamente haga lo que nunca pudo hacer. Eso, por lo menos para mí, curiosamente, crea otra especie de incomodidad. Porque si el parangolé expuesto dentro de cabinas de vidrio es una cosa extraña, así expuesto con una pedagogía también lo es. Pero no deja de ser una información nueva. Que al final nos lleva a pensar que la singularidad de Hélio tal vez esté incluso en una situación efímera.

La exposición de Matta Clark fue para mí una novedad porque casi no conocía los registros. En realidad la exposición está casi completamente compuesta de registros. Que son, al final, los trabajos. El trabajo de Matta Clark, como el de Hélio, también tiene una relación con la fuerza de un acontecimiento efímero. Pero Matta Clark, tal vez de diferente manera, tenía una preocupación grande con el registro fotográfico. Creo que esta es una situación ambivalente de las performances. Hoy solo es posible estudiarlas a través de sus registros. Pero hay registros que pasan a tener un valor de obra, podemos decir. No sé muy bien como llamar eso: valor de obra. Matta Clark hacía las intervenciones en las casas, con cortes arquitectónicos, principalmente casas abandonadas en el SoHo. Pero también hay cosas en locales abandonados. Muchas ruinas. Y en la fotografía, Clark se preocupa mucho, por ejemplo, con el modo en que la luz incide sobre aquel corte. Eso va creando características propias para la fotografía. Y hay vídeos también. Queda la impresión de que Matta Clark siempre iba bien preparada para registrar el proceso.

Lo raro de São Paulo es que eliges tanto las exposiciones que pretendes visitar como aquellas que también pretendes visitar para las que no tendrás tiempo. En la exposición de Warhol, por ejemplo, había una programación con diversas secciones de filmes, que no conseguí ver, naturalmente, pero son todos un poco parecidos y tediosos. De cualquier modo, y por eso mismo, crear el propio itinerario pasa a ser también una especie de recorte y de curadoría que haces tu mismo. Es necesario tener un poco de creatividad y perseverancia, al final, incluso para desplazarse de un local a otro. Las tres exposiciones están bastante alejadas unas de las otras. Otra cosa muy curiosa es que la mayoría de las personas que viven en la ciudad no tienen tiempo de hacer estos itinerarios. Son poquísimas las personas, en fin, que deben haber visto estas tres exposiciones como si fuesen solamente una.