Primavera | LUCILA VILELA

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Leticia Cardoso, Primavera

 

"Siempre la primavera, pero nunca las mismas flores." I Ching

Primavera. El parque está lleno de flores lilas. Caerán al suelo. Y el viento en un suspiro trae los pétalos que ya no viven. Un momento queda suspendido. Y el aire sostiene alguna belleza que aún existe.

Envuelta en esta imagen, Letícia Cardoso sigue un impulso para desarrollar su trabajo: "Primavera". Después del intento de capturar el viento en su vídeo realizado en 2001, la artista hoy intenta capturar el tiempo en un esfuerzo un tanto imposible. El viento, ese mismo que huyó de sus manos, surge ahora flotando con las flores que, congeladas, intentarán sobrevivir por un momento incierto sometidas a un secuestro casi delicado. Y, en esa ilusión de inmovilizar una imagen o quien sabe volver estática una estación dinámica, surge una etérea poesía visual.

El intento de materializar la percepción de un instante está presente en el trabajo de Letícia. Capturar el viento, congelar la primavera, inmovilizar gotas de agua y escucharse a sí misma forman parte de un diálogo constante con la naturaleza. Sus experiencias reflejan en su arte actitudes y procesos resultantes de la memoria de una mirada sensible envuelta en espacios naturales.

Esa posesión de una imagen transitoria, las flores de una primavera, forma parte de la primera etapa del proceso de este trabajo. Las flores son retiradas de su contexto original y llevadas a casa. La artista se propone construir pétalos de hielo que, junto con el agua, se hunden en un proceso químico que dará forma al imaginario.

Después de un tiempo sometido a temperaturas negativas, el trabajo es retirado como en un acto culinario y sacado de su recipiente. Así es visible. Así sigue hasta la sala de exposición. Un local para exhibir, observar y cuestionar. Un lugar de revelación y desaparición. Una potencia de vida y de muerte.

Otra etapa surge, siguiendo la acción de una naturaleza interferida. No existe pausa. "Primavera" no para de trabajar. Cambia cautelosamente. Conforme el tiempo pasa y los días siguen, las temperaturas moldean nuevas formas que se diluyen hasta deshacerse y desaparecer. El hielo se derrite y las flores permanecen, ahora dañadas. Después de la desaparición completa del agua, la sequía invade los pétalos que, en este momento, deshidratados y estáticos, se decomponen. Quedan olvidados, desfallecidos. Esta "Primavera" acabó. El trabajo ahora existe en forma de otras flores en otros espacios, y otro tiempo. Y así, proseguirá también en memorias y reflexiones. En otras primaveras.