Ana Mendieta y Las Esculturas Rupestres (1981). Una lectura Semiológica | MAÍRA DIAS PEREIRA

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Quero dizer minha palavra aos desprezadores do corpo. Não devem, a meu ver, mudar o que aprenderam ou ensinaram, mas, apenas, dizer adeus ao seu corpo - e, destarte, emudecer. 'Eu sou corpo e alma' - assim fala a criança. E por que não se deveria falar como as crianças? (...). O corpo é uma grande razão, uma multiplicidade com um único sentido, uma guerra e uma paz, um rebanho e um pastor...[1]

Ana Mendieta, Maroya (La Luna) - Iyare (La Madre)

Presentación

En el intento de entender el proceso de re-materialización del cuerpo en el arte contemporáneo en occidente, pude entrar en contacto con la obra de la artista Ana Mendieta, nacida en La Habana, Cuba, en 1948. Inmediatamente, me llamó la atención una serie de esculturas realizadas en el Parque Jaruco, cercano a La Habana, en el año ochenta y uno del siglo pasado, titulada Esculturas Rupestre, también conocida como Siluetas del Parque Jaruco. A través de la metodología de la Semiótica, que propuso Charles Sanders Peirce, pude aproximarme a temas relevantes que están presentes en Esculturas Rupestre, como veremos en el desarrollo de este texto en que obra de arte y discurso teórico se encuentran, y comprender que la artista evoca el deseo de imprimir, hacer marcas y producir siluetas evidenciando, de esta manera, la presencia de un cuerpo a través de la ausencia del mismo.

La doctrina de los signos de Peirce, el esbozo de un discurso del método

La semiótica puede ser comprendida como la ciencia general de los signos, si tomamos en cuenta todas sus formas y manifestaciones, independientemente si son lingüísticas o no. Según la autora Lúcia Santaella, la semiótica es una ciencia apta para construir dispositivos de cuestionamientos y crear un instrumental metodológico capaz de desvendar o universo multiforme e diversificado dos fenómenos de linguajem[2]. El científico-lógico-filósofo estadounidense Charles Sanders Peirce (1839-1914) es considerado su principal fundador en Norte América. Además de dedicarse a la Semiología, contribuyó al desarrollo de la lógica matemática de las relaciones. Influenciado por la Fenomenología y por la filosofía de Kant, el pensador se propuso estudiar las categorías humanas extraídas de las capacidades lógicas del pensamiento.

Para ejemplificar las categorías lógicas aplicadas al campo de las manifestaciones de la psique podemos citar la primeridad, la segundidad y la terceridad, formas de percepción del fenómeno, incluyendo los fenómenos que caracterizan la obra de arte. La primeridad es un movimiento inmediato, presente, nuevo, espontáneo, se refiere a la percepción de la calidad. La segundidad está relacionada con la realidad y con el mundo pensable, relativo, sensual. La terceridad es la síntesis intelectual entre la primeridad y la segundidad; trata de la inteligibilidad, del pensamiento que comprende e interpreta el mundo a través de los signos[3].

Peirce estableció una red de clasificación triádica para aprehender algunos tipos de signos. A partir de las clases impartidas por el profesor Pere Salabert, en el seminario Pintura Anémica Cuerpo Suculento (Universidad de Barcelona, 2004), veremos la estructura del signo. El signo puede ser dividido en tres sub-signos: el representamen, el objeto y el interpretante. El representamen es la imagen, el signo en sí mismo, luego el objeto es a lo que se refiere la imagen; Es el efecto significativo logrado por el representamen y finalmente el interpretante es la interpretación de los dos primeros, es el contenido mental que necesita el intérprete para relacionar objeto y representamen.

Cada sub-signo puede dividirse en más tres sub-subsignos: cuali-signo, sin-signo y legi-signo (condiciones del representamen), icono, índice y símbolo (condiciones del objeto), rhema, decisigno y argument (condiciones del interpretante).

Para utilizar la semiótica de Peirce en el análisis de un objeto artístico podemos aproximarnos a la noción del objeto y sus cualidades. Según Pere Salabert la realidad representada posee dos movimientos: uno que alude al signo icónico y otro que referencia la producción expresiva de la indicialidad[4]. El icono es un signo cualitativo, posible y dependiente de valores culturales. La iconicidad puede ser inferior cuando el signo sugiere, evoca, alude alguna sensación, o superior, cuando es figurativa, referencia fuertemente el objeto representado. El icono es el signo más ideal para identificarse con su objeto. La iconicidad no es necesariamente característica del signo, ella puede asumir la condición de indicialidad y-o simbólica. El índice es un signo que presenta una relación motivada con aquello a que se refiere, él es efectivo, puede ser una hechura, huellas, rastros, señales,

Porque todo esto alude a, es significativo de, en el sentido que decimos que alguna cosa significa cuando conduce nuestra atención inexorablemente hacia otra cosa, con la cual mantiene relación más o menos estrecha (...)[5]

El símbolo seria la mediación entre los dos primeros, funciona en tercera instancia, revela un contenido semántico, se relaciona con la convención, el hábito, la ley.

Una aproximación a Las Esculturas Rupestres (1981)

En el verano de 1981, con el reconocimiento del Ministerio de Cultura de Cuba y con el apoyo de la John Simon Guggenheim Foundation Fellowship de Estados Unidos, Ana Mendieta, [Ana Mendieta nace en 1948, en La Habana, Cuba - muere en 1985 en Nueva York, Estados Unidos] empieza la serie Esculturas Rupestres (1981). La artista esculpe en las cuevas del Parque Escaleras de Jaruco, siluetas de deidades de la cultura Taína, tales como: I yaré (la Madre), Maroya (La Luna), Guabancex (Diosa del Viento), Guanaroca ( La Primera Mujer), Alboboa (La Belleza Primera), Bacayu (La Luz del Día), Guacar (Nuestra Menstruación), Atabey (Madre de las Aguas), Itiba Cahubaba (La Vieja Madre Sangre).

Mendieta delinea con tinta negra y verde oscura y talla siluetas irregulares en formaciones de piedras calizas presentes en las cuevas del Parque Escaleras de Jaruco, próximo a la ciudad de La Habana[6]. El parque preserva grietas de formaciones coralinas. Dos localidades del parque fueron visitadas por la artista, una de ellas llamada Cueva del Águila. Mendieta realiza fotografías y una película en blanco y negro de la serie en que vislumbramos diez esculturas en relieve inspiradas en representaciones de deidades. Estas figuras arquetípicas femeninas representan diosas creadoras en la mitología de esta población precolombina. Los Taínos fueron una población amerindia que habitó una región del Caribe, que comprendía Cuba y Puerto Rico. Esta nación, totalmente exterminada a partir de 1492, debido a la colonización de las Américas, fue conocida por la importancia que daba a lo femenino y a la naturaleza, fuerzas entendidas como expresión de lo sagrado, como podemos vislumbrar en las palabras de la propia artista:

They say that the Sun and the Moon came out of a cave, that is located in the place of a chief called Mautiatihuel or the Son of Dawn. Duch cave is called Iguanaboina, wich means spirit of good weather. They hold in great steem, and have it all painted in its own way, with much foliage and other such things[7].

El libro Mitología Y Artes Prehispánica de las Antillas (1975) escrito por José Juan Arrom, profesor de literatura española y latina en la Universidad de Connecticut, sirvió como principal fuente de investigación para la artista, así como el libro Leyendas Cubanas (1978). Mendieta empezó a escribir un pequeño libro intitulado Esculturas Rupestres con el objetivo de promover la integración de su trabajo artístico y la cultura Taína. La artista pretendía describir doce mitos taínos acompañados de sus diseños. También llegó a hacer un proyecto para publicar un libro en que debería profundizar la temática de los mitos en los pueblos indígenas de las Antillas.

Las imágenes de las Esculturas Rupestres fueran exhibidas por la primera vez en noviembre de 1981, en AIR, galería cooperativa de artistas feministas en Nueva York.

Una lectura de las Esculturas Rupestres (1981)

A partir de la aproximación a las categorías universales del pensamiento y de la naturaleza, según Peirce (primeridad, segundidad y terceridad), podemos describir algunas impresiones, percepciones y interpretaciones que se puede experimentar al establecer contacto con Esculturas Rupestres de Ana Mendieta.

Las primeras aprensiones al entrar en contacto con la obra pueden ser las sensaciones relacionadas con las calidades de luz y color: un espacio oscuro, colores de tierra, borrones y líneas de tinta negra y verde oscuro, un ambiente con escasa luz que sugiere una sensación de angustia. Inmediatamente podemos experimentar y acceder un mundo pensable, relacionar estas calidades con las representaciones de cuerpos, imágenes que pueden ser comparadas al cuerpo femenino. En una tercera dimensión a través de una elaboración cognitiva y de nuestro bagaje cultural podemos percibir la producción simbólica, por ejemplo al afirmar que la artista simboliza el vientre materno, evoca temas que se relacionan con la espiritualidad y la subjetividad: el rescate de la femineidad, la integración con la tierra, la aproximación con sus orígenes.

La artista talla en su tierra natal rastros de cuerpos de deidades femeninas, huellas corporales que remiten a la mitología de una población indígena, siluetas inscritas en la tierra. En estas marcas vislumbramos una fuerte condición de indicialidad, son residuos que nos apuntan a una existencia concreta: la del cuerpo. El índice es siempre dual; vincula una cosa a otro cosa. Las señales funcionan como índice pues están existencialmente conectadas al cuerpo humano. La condición de índice irradia para diversos caminos pero solo funciona como signo cuando existe la posibilidad de una mente interpretadora establecer una conexión en una de estas direcciones, como nos esclarece Santaella en su libro O que é Semiótica (2004).

Podemos afirmar que a pesar de la presencia de iconicidad (tallado y pintura sugieren un cuerpo femenino), la obra de Mendieta se autentica a través de la condición de índice. En este movimiento vemos el encuentro de la tríada de Peirce: iconicidad de grado inferior, fuerte indicialidad y símbolos que nos revelan contenidos.

El símbolo es siempre una categoría que nos apunta a algo general, nunca es singular. La simbología presente en el cuerpo femenino tallado por Mendieta no representa un cuerpo en particular (no se limita en representar el cuerpo de cada deidad), puede representar a todas y a cualquier mujer, puede revelar una historia mayor. Según Peirce,

Um símbolo nao pode indicar uma coisa particular; ele denota uma espécie (um tipo de coisa). E nao apenas isso. Ele mesmo é uma espécie e nao uma coisa única(...)[8]

En el reconocimiento del territorio de los signos en el trabajo de Mendieta podemos afirmar que hay una carga simbólica personal que remite a la propia historia de la artista, su individualidad, su temperamento, al mismo tiempo que retracta un trayecto de la historia de una cultura primitiva. Mendieta vuelve a sus antepasados, al arcaico, al principio. Retorna a su país natal e establece una conexión con sus antepasados, talvez para amenizar el dolor de un desarraigo. Evoca los temas de la identidad, originalidad y eternidad.

A través de la impresión de siluetas en la tierra, Esculturas Rupestres reivindica un espacio de acogimiento para el cuerpo, un espacio en que naturaleza y corporeidad se integran, materialidades se encuentran, el cuerpo se vincula al espacio que lo circunda. La tierra es valorizada como materia fundamental. En la visión de la artista este deseo de conexión con la tierra esta relacionado con una necesidad religiosa de vincularse con la naturaleza, un ritual sagrado para volver al estado uterino.

Mediante mis esculturas earth-body me uno completamente a la tierra (...) me convierto en una extensión de la naturaleza y la naturaleza se convierte en una extensión de mi cuerpo. Este acto obsesivo de reafirmación de mis vínculos con la tierra es realmente la reactivación de creencias primitivas (...) una fuerza femenina omnipresente, la imagen que permanece tras haber sido rodeada por el vientre materno, es una sensación de sed de ser[9].

En una carta dirigida a Ana Mendieta, su hermana Raquel describe, con belleza, la manifestación de lo sagrado en la voluntad de extenderse con la tierra:

Impresa llevo siempre la huella ardiente de tu silueta: rastro indeleble de tu anhelo por unión con el todo[10].

De manera poética la artista reivindica un lugar para el cuerpo femenino, un cuerpo que es real y mágico, que se aproxima a la vida y a la muerte, que se mueve y quiere conectarse con su espacio circundante, que deja marcas para apropiarse de un lugar. La cubana Nancy Morejón en una parte de su poesía Ana Mendieta describe como la artista representa la integración con las Escaleras de Jaruco, y como la tierra pasa a pertenecerle:

Ana, lanzada al vacío. Ana, como un papalote plancando sobre los techos rojos de las casonas del Cerro antiguo. Ana, qué colores tan radiantes veo y cómo se parecen a ciertos cuadros de Chagall que te gustaba perseguir por cualquier galería de la Tierra. Tus siluetas, adormecidas, van empinando el papalote multicolor que huye de Iowa bordeando los cipreses indígenas y va a posarse sobre las nubes ciertas de las montañas de Jaruco en cuya tierra húmeda has vuelto a renacer envuelta en un musgo celeste que domina la roca y las cuevas del lugar que es tuyo como nunca. [11]

Al entrar en contacto con la Serie Siluetas y las Esculturas Rupestres me llama la atención, sobre todo, que el deseo del cuerpo en fundirse con la tierra evoca movimientos de un cuerpo que no tiene establecido cuales son sus fronteras en el espacio que lo involucra, tema presente en la fenomenología de Merleau-Ponty .

En el seminario realizado en el auditorio Aulari Florença, en la fecha 30 de noviembre de 2004, la Doctora en Historia del Arte Elsa Plaza Muller nos acuerda que en la Fenomenología de la Percepción, la experiencia del cuerpo (incluyendo sus movimientos visuales y su motricidad) es un ámbito de la experiencia de la propia existencia. Así como la obra de arte, el cuerpo presenta una variedad de significaciones que deben ser comprendidas e inseridas en una orden espacio-temporal.

El filósofo nos enseña como el pensamiento científico y el del sentido-común producen un pensamiento "objetivo", - se habla de un cuerpo como idea, de un cuerpo que existe como objeto. La fenomenología de Merleau-Ponty pretende unir subjetividad y objetividad, en la intención de comprender el sentido de la propia experiencia de un ser que comparte con la experiencia del otro.

El cuerpo se abre para el mundo y se lanza en el mundo de los objetos, los comprende y se mueve en un horizonte que lo acoge. Es actuante y operante. El ser humano se mezcla con los otros cuerpos, con los objetos y con el espacio circundante. Habitamos un mundo en que se hace inviable delimitar lo que es objeto y lo que es sujeto, las cosas y el espacio se constituyen del mismo material del cuerpo. El cuerpo se dirige al mundo como una totalidad.

A partir de una aproximación a la obra de Ana Mendieta con el punto de vista que propone el pensador francés, podemos decir que la artista rescata el cuerpo propio en un espacio fenomenal, es decir, un cuerpo que se apropia del espacio que lo circunda y opera en el mundo. Ana Mendieta evoca un cuerpo que deja huellas, marcas y grietas, que se apropia de la tierra para construir un espacio en que se accede a elementos de una cultura y de una subjetividad; rematerializa y reinterpreta una corporeidad. Mendieta llama la atención para la importancia del sentido antropológico, del tema de lo femenino, de lo sagrado, del origen, del principio, de la raíz. El cuerpo deja rastros, expresa un sentido poético y mágico.

Consideraciones Finales

Así como los objetos, el tiempo, el espacio y la propia historia humana, el cuerpo propio no se ha acabado, es transcendente, siempre se supera, puede ser visto en diferentes perspectivas y está inserto en una multiplicidad de relaciones abiertas e indeterminadas. En esta totalidad infinita de posibilidades Ana Mendieta opera en el mundo y enseña movimientos de este cuerpo reflexivo que no es definitivo o determinado. La artista abre horizontes que revelan la posibilidad de un transformar el cuerpo, su relación con el espacio y con el tiempo.

Al vislumbrar la obra Esculturas Rupestres de Ana Mendieta en el panorama de sus creaciones artísticas, podemos percibir que la indexicalidad gana fuerza, mientras la iconicidad deja de ser tan importante. En sus últimas producciones la abstracción es valorizada como forma de representar el cuerpo. La exaltación de la materia deja de ser tan importante como revela sus primeras performances.

A través de la condición de índice, un signo en segunda instancia, la artista expresa un deseo de aproximarse a la eternidad y a la preservación de la memoria. Revela un cuerpo que quiere ser totalidad, que se mezcla y se integra con su entorno, que se identifica con su lugar de origen, que se aproxima al vientre materno. La artista evoca, a través de un trato poético, los temas del espiritual, del étnico, del femenino, del espiritual, del sagrado, de la magia y del primitivo.

En la construcción de este espacio de indexicalidad en que grietas, señales, rastros de cuerpos, marcas de tinta y tierra se mezclan, se puede decir que la artista experimenta a través de su obra de arte, un ejercicio de libertad. En la medida en que, utilizando palabras de Donald Kuspit,

Se da enteramente a ella [a la tierra] - se pierde en ella- con una falta de vacilación notable, más inusual todavía en tanto que sugiere que Mendieta no experimenta ninguna barrera personal ni cultural, ninguna limitación interna o social entre sí misma y la tierra.[12]

Notas de pie

[1] NIETZSCHE, F., Assim Falou Zarathustra, 1989, p. 51. [2] SANTAELLA, L. O que é Semiótica, 1983, p.16. [3] Um signo intenta representar, em parte pelo menos, um objeto que é, portanto, num certo sentido, a causa ou determinante do signo, mesmo se o signo representar seu objeto falsamente. Mas dizer que ele representa seu objeto implica que ele afete uma mente, de tal modo que, de certa maneira, determine naquela mente algo que é mediatamente devido ao objeto. Essa determinação da qual a causa imediata ou determinante é o signo, e da qual a causa mediata é o objeto, pode ser chamada interpretante. (PEIRCE, C. apud SANTAELLA L., O que é Semiótica, 2004, p.58). [4] SALABERT, P. Pintura Anémica, Cuerpo Suculento, 2003, p.107. [5] Idem, ibidem, p. 99. [6] Located about an hour outside Habana, Jaruco is a national Park composed of flatlands spotted by risings hills that of sand and crushed seashells over the centuries-could be easily carved. Pre-hispanic civilizations had inhabited the zone and the parks' rocky out cropping had served as refuge and hideout for the Mambíses. (VISO, O., Ana Mendieta. Earth Body. Sculpture and Performance, 1972-1985, 2004, p. 81) [7] MENDIETA apud CLEARWATER, B. in: Ana Mendieta: A Book of Works, 1993,p.13. [8] PEIRCE apud SANTAELLA, In: O que é Semiótica, 2004, p. 68. [9] MENDIETA apud RAMIREZ, In: Corpus Solus. Para un mapa del cuerpo en el Arte Contemporáneo, 2003, pp. 135-136. [10] MENDIETA, R. apud JACOB, M.J., in: The Silueta Series. 1973-1980, 1991, p.35. [11] MOREJÓN, N (1993) Paisaje Célebre, Caracas, Fundarte. Poesía presente en la página web: www.lyrikline.org [12] KUSPIT, D., Ana Mendieta, Cuerpo Autónomo, in: MOURE, G. (org), 1996, p.45.

Referencias Bibliográficas

CLEAWATER B. Y J (Org.): Ana Mendieta: A Book of Works, Miami, Grassfield Press, 1993. JACOB, M.J.: The Silueta Series. 1973-198, Galeria Lelong, New York (Cat.), 1991 MOURE, G. (Org): Ana Mendieta, Santiago de Compostela, CGAC, 1996. MOREJÓN, N (1993) Paisaje Célebre, Caracas, Fundarte, www.lyrikline.org NIETZSCHE, F.: Assim Falou Zaratustra - Um livro para todos e para ninguém, Rio de Janeiro, Editora Bertrand, 1989. RAMÍREZ, J.A.: Corpus Solus. Para un mapa del cuerpo en el Arte Contemporáne, Madrid, Ediciones Ciruela, 2003. SALABERT, P. : Pintura Anémica, Cuerpo Suculento, Barcelona, Alertes, 2003. SANTAELLA, L. : O que é Semiótica, São Paulo, Brasiliense, 2004. VISO, O. (Org.): Ana Mendieta. Earth Body. Sculpture and Performance, 1972-1985- Ostfildern - Ruit, Hatje Cantz, 2004.

 

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