Cuerpo, otro, ojo: El exceso en Marcel·lí Antúnez | LUCILA VILELA

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“Una verdadera pieza de teatro perturba el reposo de los sentidos”

Antonin Artaud

Dresqueleton | Epizoo, 1994

La inquietante oscilación entre lenguajes hace viva la obra de Marcel·lí Antúnez Roca. Transitando en territorios diversos, el artista, muchas veces, es su propio personaje. Éste, activa excesos que desbordan en una obra extrapolada por un imaginario sin pausa. Debido a la cantidad de intereses y elementos que componen su trabajo, en un primer momento, nos asalta una idea caótica - sensación de estar ante un lanzamiento – en violenta velocidad. Como un viento acelerado, Antúnez parte en direcciones opuestas y trabaja en la intersección entre ellas, donde forma, posiblemente, un remolino. Una dirección lo lleva a investigar el cuerpo en su naturaleza biológica, orgánica; la otra busca el cuerpo tecnológico, post-moderno, cyborg. En su encuentro, el imaginario coge de todo que está a su alrededor para construir un universo particular. El lenguaje plástico, teatral, performático, científico y literario se unen en una mezcla narrativa delineada por dibujos. La fuerza que mantiene la potencia de esa especie de ciclón artístico tendría, así, una dirección común en un solo sentido – la vida, motor del cuerpo, estorbo del alma.

Marcel·lí Antúnez Roca nace en 1959 en la ciudad Moiá (Barcelona). Hijo de carniceros, pasó su infancia en contacto con la carne animal, de manera próxima y natural. “Debe ser lógico que uno de mis sueños recurrentes durante mucho tiempo, fuera la reconstrucción de un cuerpo humano a partir de pedazos de puerco en el obrador de mi casa familiar, Cal Maties. La infancia es un libro abierto durante toda la vida y la fuente a la que vas a beber siempre”, comenta el artista en el documentario biografico El Dibuixant. Aunque ese detalle biográfico no sea esencial para el análisis de su trabajo, no deja de ser un hecho curioso para empezar a acercarse a una obra a la que se atribuye una caracteristica extremamente carnal. En 1982, Marceli Antúnez concluye sus estudios en Bellas Artes, imerso en una época donde, proclamada la muerte del teatro antifranquista, las creaciones se aproximaban al lenguaje de la performance, el accionismo y la musica rock. Poco después, Antúnez iba gestionar las fronteras dilatadas en una fuerte presencia - el colectivo La Fura dels Baus.

De La Fura dels Baus, Marcel.li Antúnez fue fundador, coordinador artístico, músico y actor. Con este grupo presentó las performances Accions (1984), Suz/o/Suz (1985) y Tier Mon (1988). Aquí se puede trazar el marco inicial de su trabajo. Si hasta ahora el artista había recolectado impresiones de su infancia y de su formación académica, es con el colectivo La Fura dels Baus, con el que se lanza a la producción artística adentrándose en un escenario de furia y excesos en una expresión teatral, performática y plástica. Poco antes de abandonar el grupo, en 1985, Marcel·li Antúnez funda otro colectivo, conocido como Los Rinos, con quien estuvo hasta 1992. Los primeros intereses de Los Rinos partieron del graffiti. La pintura, el dibujo y las artes visuales tuvieron gran espacio en el lenguaje del grupo que, además, seguía con el tema de acciones en torno del sacrificio y materia orgánica.

Hipermembrana, 2007

De esta manera, en una sucesión de todos esos elementos, Marcel·lí Antúnez recorre su camino en un proceso de aglutinar - no de editar, limpiar, sino de agregar la gama de intereses significativos que fueron surgiendo a lo largo de su trabajo. Toma la cuestión corporal, orgánica, pictórica, visual, tecnológica, mecánica, biomecánica, narrativa, humorística y la agrupa en el teatro, performance, acciones, películas, dibujos, instalaciones, etc. Una mezcla atrevida y sorprendente. Ese viento que, por su velocidad, arrastra consigo todo que suspende, prosigue a partir de los años noventa en solitario. Abarca las experiencias intensas con los colectivos y se despliega, alcanzando innumerables territorios en el ámbito artístico.

En la performance Epizoo, de 1994, el autor y performer, en este caso Marcel·lí Antúnez, expone su cuerpo a las demandas del espectador. El artista viste un exoesqueleto que permite al público conducir sus movimientos. El exoesqueleto luego se torna un elemento constante en sus trabajos. En Epizoo, a través de un sistema mecatrónico, el público puede mover por partes la nariz, las nalgas, los pectorales, la boca y las orejas del artista. “Mi idea consistía en ofrecer mis partes eróticas al publico.” (Antúnez in Salabert 2003: 318) nos cuenta Antúnez demostrando, además, el interés sexual recurrente en su trabajo. En este caso, no es el cuerpo el que maneja la prótesis, sino la prótesis la que maneja el cuerpo. El espectador controla el cuerpo inerte que obedece como una marioneta, una idea que ya había se manifestado en La Fura dels Baus.

En el marco del teatro, Oscar Schlemmer, director del teatro de la Bauhaus de Dessau en los años 1923/24 y 1929 tenia una concepción “del bailarín como síntesis del hombre y marioneta” (Scheit 2007:153). El teatro de la Bauhaus desarrollaba a través de bastones, zancos y otros instrumentos, extensiones del cuerpo que componían extrañas figuras espaciales. El intérprete, bajo una forma abstracta, hacia alusión a la mecánica de las articulaciones humanas en una relación plástica de extensión del cuerpo. En ese sentido de escultura del cuerpo ampliado, el artista Stelarc lleva al extremo, de manera radical, en el ámbito de la Body Art y arte de acción de los años 60 y 70, las extensiones tecnológicas de un cuerpo mediante el uso del propio cuerpo como instrumento. Schlemmer convierte el cuerpo del actor en un prototipo que actúa dentro de una estructura escénica con un interés estético y de expansión de movimiento dentro del espacio, mientras que artistas como Stelarc o Antúnez se sirven de una acción directa con su propio cuerpo transformado en cuerpo-máquina. “En el happening, el event o la performance, o es el cuerpo del artista el que se expone como obra, es obra, o por el contrario la obra es aquella acción o conjunto de acciones que produce el artista en solitario o ante un publico.” (Salabert 2003: 251). En Stelarc, los experimentos performativos con el exoesqueleto, las prótesis y la realidad virtual hablan de una nueva extensión de cuerpo. Lo mismo ocurre con Marcel·lí Antúnez en su performance Epizoo y, también, en Réquien, instalación que cuenta con un exoesqueleto interactivo suspendido del suelo trayendo una idea de marioneta cyber.

Junto con el actor vestido con su exoesqueleto, Epizoo revela un video también interactivo que recrea la figura del artista en un entorno de animaciones gráficas promoviendo, así, un trazo de videojuego. El carácter de videojuego, a menudo, encontrará espacio en los videos de Antúnez, de modo que el resultado de la imagen depende de como jugamos. El jugador, sea el publico o el artista, interfiere directamente en la construcción de las imágenes participando de forma directa en el proceso de la obra. A partir de los años 90, la aparición del videojuego fue influyente en la ruptura de la estructura lineal interfiriendo en lenguajes de video, cine, etc. La idea de una imagen oscilante mediante la interacción en tiempo real es un aspecto más que se agrega al trabajo de Marcel·lí Antunez.

La estructura de Cia virtual resultó estar muy presente en las siguientes obras de Marcel·lí Antúnez, así como Hipermembrana, presentada en 2007, en el Mercat de les Flors, en Barcelona. Concebida como la segunda parte del proyecto Membrana - que consiste en una conferéncia (Protomembrana), una performance (Hipermembrana) y una instalación (Metamembrana) - Hipermembrana es una performance mecatrónica presentada dentro del espacio teatral utilizando una proyección en video de experiencias con actores. Forman parte de la presentación tres actuantes, una máquina de gritos onomatopéyicos, un dreskeleton y diversos sensores. Los actuantes tienen el poder de controlar las imágenes en video y el sonido. Las imágenes de video retoman, entre otras cosas, el lenguaje teatral de Antúnez relacionado con el baño de líquidos que configuran colores del cuerpo – sangre, semen y mierda, simbólicamente representados en rojo, blanco y marrón, en un abordaje evidentemente artificial, pero que, sin embrago, tiene un efecto muy impactante. Esa sensación de asco, repulsa, referentes a la propia naturaleza orgánica y biológica del cuerpo es una investigación constante en la obra de Antúnez, llevada al extremo, por ejemplo, en su instalación Metzina. En el caso de Hipermembrana, esa sensación causada por las imágenes proyectadas en la pantalla es interceptada por una especie de explicación científica y racional dirigida en escena por Marcel·lí Antúnez. Una explicación que aborda con humor una narrativa imaginaria y delirante basada en referencias del Infierno de Dante, el mito del Minotauro y la forma de la célula eucarionte. Antúnez se apropia de los temas clásicos y científicos para hacer su propia historia, para contarnos su propia comedia. Así ocurre en Afasía, que retoma la Odisea de Homero. Marcel·lí interpreta el verso original, a su manera, adaptando a un sistema de control de imágenes y situaciones en una narración discontinua a través de su exoesqueleto.

La fascinante obscenidad de Antúnez encuentra lugar en un juego que inserta al espectador tanto de forma explicita interactiva como en la condición de observador, una vez que “es el cuerpo el que se compara ayudados por los actos de la mente.” (Ibdem: 304) El artificio que representa la obscenidad es reconocido por señales identitarias que nos devuelven la condición humana que, además, integra en si misma la condición temporal de presente, en instante percibido; pasado, en materia visible, y futuro, a través del aparato tecnológico.

No obstante, Marcel·li Antúnez aún mantiene una relación íntima con el dibujo, que lo acompaña durante toda su trayectoria. El dibujo atraviesa todas sus obras reservando un papel fundamental para dar forma a su imaginario. Aquí, también, el movimiento se hace presente. Los dibujos de Antúnez toman formas animadas, ganan ritmo y son proyectados. Aparecen en los videos, en los murales y en sus esquemas. En 2007, su obra titulada Dibujo Mural Dinámico, refleja esa importancia y movilidad de su dibujo. Movilidad, esa, en un sentido amplio, presente en toda su obra. Desarrollado en blanco y negro, en Dibujo Mural Dinámico el artista construye tópicos que hilvanan lo biológico, la enfermedad, la burocracia, la soledad y lo orgiástico, que integran las acciones donde el artista, la pintura y el mural se funden. El resultado es proyectado en una gran pantalla permitiendo la interacción del público que se torna conductor del proceso.
Opuesto a la estabilidad, Marcel·li Antúnez juega vivo en un desplazamiento y tránsito constante entre los territorios que circula. Su obra supone una manifestación de movimiento. La insistencia en los atributos del cuerpo viene de todos los lados. Ese remolino que pasa arrastrándose por diversas direcciones converge en la figura del artista, creador y performer en un soplo feroz, flujo de vida - abundante, insinuante y sostenido.

DMD Europa Instalación Audiovisual Interactiva 2007

Bibliografía:

BATAILLE, Georges (2002) La oscuridad no miente. Traducción: Ignácio Díaz de la Serna. Ed.Taurus, Madrid.
JEUDY, Henri- Pierre (2002) O corpo como objeto de arte. Tradução: Tereza Lourenço. São Paulo. Estaçao Liberdade

PETTIFOR, Steven (2003) Flavours, Thai contemporary art. Ed. Thavibu, Bangkok.

SALABERT, Pere (2003) Pintura anémica, cuerpo suculento. Ed. Laertes, Barcelona.

SALABERT, Pere (2004) La redención de la carne, Hastío del alma y elogio de la pudrición.Ed. Cendeac, Murcia.

SALABERT, Pere (1997) Inimágenes, Representación y estilo. Ed. Universidad del Valle, Santiago de Cali.

Catálogo:

VVAA (2007) Ver Bailar. Centro Andaluz de Arte Contemporáneo y Museum fur Gegenwartskunst Siegen.

Internet:

www.marceliantunez.com

Film:

El Dibuixant (2005). Dirección: Marcel.lí Antúnez Roca, Miguel Rubio. Exhibido en el Festival Art Futura 2007, Mercat de les Flors, Barcelona.

Espectáculos:

Marcel·lí Antúnez (2007) Hipermembrana. Mercat de les Flors, Barcelona.
Tanztheater Pina Bausch (2006) Für die kinder von gestern, heute und morgen. Teatro do Sesi, Porto Alegre.