De contradicciones y proyecciones #culturaenaislamiento #artepúblico #quédateencasa | ELOÍSA HERNÁNDEZ VIRAMONTES

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El confinamiento y cierre temporal de instituciones y organizaciones a lo largo del mundo, develó diversas aproximaciones en la búsqueda de soluciones y estrategias provisionales que permitieran el sustento del sector cultural y artístico. Las acciones llevadas a cabo –o no–, para encender un motor sin corriente eléctrica dentro del engranaje detenido de infraestructuras, de cientos de piezas fundamentales que conforman el circuito del arte, reflejan las políticas culturales de cada región, evidenciando el nivel de prioridad que se otorga al arte en las sociedades.

 

Dentro del distanciamiento social, el arte –con su amplitud de disciplinas y formatos– se convierte en uno de nuestros más queridos y cercanos aliados: la música, el cine, la fotografía, la literatura, la pintura: óperas transmitidas en línea, talleres de dibujo, lives con curadores y artistas y un largo etcétera. Se ha podido sobrellevar el resguardo en casa principalmente por dos razones: el arte y las redes sociales. Ambos nos han mantenido despiertos y comunicados. La pandemia de COVID-19 ha sido un momento clave en donde la creación, la producción intelectual y artística –difundidas principalmente por medios digitales–, han devenido espacios de seguridad; emergieron como herramientas sociales imprescindibles para subsistir emocional e intelectualmente. 

 

La función social del arte es la renovación constante del entorno, decía Apollinaire. De este modo, el arte nos trajo inspiración, creatividad y reflexión al quedarnos en casa con el transcurrir de las horas confundidas. “Sin los artistas, los hombres se hastiarían pronto de la monotonía de la naturaleza […] Todo se desharía en el caos”.[1]

 

Jonny Detiger. Virus Lockdown, 2.11.20. @nytimesredux @jonnydetiger. Cortesía del artista

 

Las nociones sobre la función social del arte reaparecieron en la práctica. La concepción del arte como aquello que fortalece la esencia humana, rebrota en este contexto de resiliencia. Queda expuesta con claridad la necesidad de las prácticas artísticas en tiempos difíciles para la humanidad y, sin duda, ésta ya es una de las mayores crisis globales del siglo XXI. 

 

En los inicios de la pandemia, algunas instituciones culturales y otras organizaciones comenzaron a prevenir el panorama mundial que se aproximaba –y aún los poco precavidos–, se vieron en la necesidad de crear o reforzar estrategias digitales para mantener su visibilidad (es notorio el elevado porcentaje de uso que las empresas de Facebook han registrado en los últimos meses).

 

Exposiciones, ferias de arte y bienales canceladas, pospuestas o reprogramadas dentro de la interfaz digital: recorridos virtuales, visitas en tercera dimensión, viewing rooms y catálogos en línea. La creación de estas plataformas para difundir el arte se ha expandido por toda la web cultural. Dentro de este panorama provisional o solución emergente para la difusión de las prácticas artísticas y la continuidad del mercado del arte –que en gran parte de sus modalidades representa el sustento de este circuito, incluyendo el de los propios artistas–, se han mostrado distintas facetas que revelan contradicciones.

 

Si bien la Unión Europea ha destinado recursos para apoyar a las instituciones culturales y de giro artístico durante este periodo,[2]en Latinoamérica –con sus excepciones–, poco se han visto esos beneficios. Ante una búsqueda en la web en abril y mayo se desplegaban distintas noticias en México sobre las demandas de profesionales del teatro para recibir un fondo de emergencia por los eventos cancelados. El Frente ProMuseos***, creado en México en 2020 por agentes culturales, envió una carta abierta al presidente de la República ante la estática gubernamental, solicitando un diálogo y apoyo respecto de la precariedad de los museos, enfatizando su función social y educativa.[3]A causa de la carencia de un visible interés en la crisis del sector cultural por parte de algunos gobiernos, organizaciones privadas han extendido programas para el circuito artístico como lo hizo el Patronato de Arte Contemporáneo (PAC), que mantiene su misión intacta y ante la crisis abrió una convocatoria enfocada a artistas afectados por el COVID-19 en México.[4]En el ámbito internacional un sinfín de iniciativas se ha dedicado al apoyo hacia las artes y sus actores.

 

Las contradicciones de esta incertidumbre se han visto reflejadas de distintas maneras en casi todos los sectores del mundo del arte. En las ferias internacionales más reconocidas, que se llevaron a cabo por primera vez en su historia en formato digital, se realizaron adquisiciones con elevados precios, como una obra del renombrado George Condo vendida en 2 millones de dólares.[5]

 

En Instagram se extendieron diversas campañas y estrategias que buscaron visibilizar el trabajo de artistas emergentes y de media carrera como el caso de Artists Support Pledge, creada por el artista británico Matthew Burrows. Ante la adversidad de no contar con ingresos para su producción artística, implementó en Instagram un método para el apoyo entre artistas vendiendo obras originales por no más de £200. Cuando cada uno reúne £1,000 en ventas, se compromete a comprar a un colega participante en la iniciativa; esta premisa alcanzó a involucrar a artistas de distintos países.

 

Cabe mencionar que algunas galerías también activaron nuevos modelos para afianzar a sus artistas representados, como reunir lo recaudado en ventas y repartirlo entre ellxs, sin conservar su sabida comisión. Existe diversidad de propuestas solidarias en el sector. 

 

Los principales lugares de encuentro y presentación del arte cerrados –infraestructuras desmaterializadas–, avanzaron en el mundo virtual gracias a profesionales del arte comprometidos desde sus casas, y a artistas que llevaron a cabo proyectos en el espacio público –ahora no tan público–, o para distribuirse dentro de los hogares –espacios que perdieron su intimidad. En Reino Unido se llevó cabo una campaña creativa en apoyo al sector salud, cuando el artista Michael Craig Martin realizó un cartel con la leyenda Health Workers Thank you. Con el apoyo de Gagosian, se compartió el diseño para descargarse y personalizarse para su colocación en ventanas o en redes sociales.[6]

 

Asimismo, hubo apoyo por otras organizaciones, como se observó en las piezas creadas ex profeso para habitar un icónico lugar en Nueva York, organizado por Times Square Alliance, cuyo programa durante la crisis sanitaria presentó Messages for the City con obras de distintos artistas –Paula Crown, Jenny Holzer, Pedro Reyes, Xaviera Simmons, entre otros– que, con mensajes de gratitud y solidaridad, convirtieron el espacio en un respiro de aliento para el personal médico y los ciudadanos.[7]

 

De igual manera, la obra Please Believe These Days Will Pass de Mark Titchner, se volvió viral en las calles de Londres y otros lugares. La pieza fue concebida años antes y fue resignificada dentro del nuevo contexto pandémico al mostrarse en redes sociales, espectaculares y carteles en el mobiliario urbano. “El texto como una voz amistosa” hablando a las personas.[8]

 

Mark Titchner. ‘Please believe these days will pass’, 2020. En colaboración con @jack__arts. Cortesía del artista @marktitchner

 

Además de las frases de inspiración y motivación plasmadas en muros, calles, espectaculares, graffitis, edificios, y palabras de aliento creadas por luces encendidas en habitaciones de hoteles en varias ciudades, hubo también proyectos que usaron el espacio público como lienzo, fachadas de edificios como pantallas para proyecciones. Entre ellos Mito#6 Augmented Irreality from COVID-19 originado en España, la propuesta de Delight Lab en Chile y Somos aunque nos olviden en Ciudad de México. En estas intervenciones urbanas se tomó el espacio público, el que se vio afectado por el confinamiento en casa de un alto porcentaje de la población global y la modificación de los conceptos de lo público y lo privado –que ya comenzaban a traslaparse desde el advenimiento de la vida digital. 

 

El espacio público, definido por el lugar de reunión de los ciudadanos, en donde cotidianamente se llevan a cabo actividades laborales, económicas y de recreación, inesperadamente devino espacio prohibido –territorio de riesgo–, y en el que sólo unas cuantas personas con trabajos esenciales tienen (tenían) permitido transitar. En palabras de Inbal Miller, “un espacio público no lo es, hasta que es ocupado”.[9]Así, la calle vacía se transformó en espacio privado. Por su parte, éste último, nuestro hogar, dejó de pertenecernos exclusivamente a nosotros. Otrora espacio de intimidad, devino un lugar multifuncional –incluyendo oficina–, que la gente mira en videollamadas, y sin líneas visibles que separen el trabajo profesional de la vida personal. 

 

En esta alterada definición de “lo público”, los proyectos llevados a cabo sobre la arquitectura se ofrecieron a la gente confinada. En estas propuestas y otras más, se decidió quebrantar el ocio y el miedo a través de proyecciones, interviniendo el “afuera” desde el “adentro”. Las piezas de luz, desmaterializadas, se exhibieron con la finalidad de acompañar a los demás y aportar una resignificación a la constante mirada a través de la ventana; la alteración del paisaje como despertar de los sentidos. Th. W. Adorno decía que “la esencia social de las obras de arte necesita la reflexión doble sobre su ser-para-sí y sus relaciones con la sociedad”.[10]

 

El colectivo Mito, con sede en Barcelona, está conformado por la colombiana Ana María Álvarez y los españoles Enrique Baeza, Quim Bonastra y Joan Deulofeu, con la intención de activar el inconsciente de la audiencia a través de sus intervenciones. Uno de sus intereses es el modo en que el público y los usuarios se apropian del arte, lo que se confirma en Augmented Irreality Irrealidad aumentada que nació a partir de la pandemia. El colectivo dispuso de una encuesta para “iniciar un proyecto de encierro”, con seis preguntas relacionadas con el carácter inusual y casi ficticio de la situación. A partir de las respuestas, Mito creó frases relacionadas con la naturaleza de la irrealidad para su visualización en fachadas. Se invitó a la gente a participar en la pieza, descargar las frases y proyectarlas en su ciudad. “Un proyecto que une a Artistas como Ciudadanos y a Ciudadanos como Artistas”.[11]

 

Mito#6 Irrealidad aumentada, Espejismo lúcido / Vida ficción, Barcelona, 2020. Cortesía de MITO Collective @mito.collective

Mito#6 Irrealidad aumentada, Espejismo lúcido / Vida ficción, Barcelona, 2020. Cortesía de MITO Collective @mito.collective

 

Espejismo lúcido, Life fiction-Vida ficción, Imperio líquido, Misterio diáfano, Hackers & cuerpos, palabras compuestas que se han visto en Barcelona y en otras latitudes gracias a los participantes: Badalona; Beget, Pirineos; Brooklyn, NY; Bogotá; Bruselas; Cúcuta; Hannover; Luanda; Lyon; Miami; San Francisco; Santa Rosa, Pampa; São Paulo; Sídney, entre otros. Los textos son, en este sentido, una interpretación por parte del colectivo, del reflejo de sentimientos compartidos, traducidos en una poética del encierro.

 

Estas intervenciones llevadas a cabo a través de la participación de la gente, que al descargar las obras pueden replicarse en cualquier geografía, podrían pensarse como otro modelo de arte público, más allá de caracterizarse por su ubicación dentro de lugares urbanos transitables. En esta propuesta, lo mismo que en la llevada a cabo por Michael Craig Martin, el público deviene en el medio por el que la obra se desarrolla, o en co-autor de la pieza al presentarla a nuevas audiencias fortuitas. Prácticas en serie que se expanden conforme más personas las realizan. Son proyectos comunitarios –públicos– cuya función es olvidar intencionalmente la noción de autoría. Por el contrario, su finalidad es reproducirse a través de otrxs actores, ser para todxs. La réplica así contribuye a tener la posibilidad de mostrarse en muchos lugares –recordando a Walter Benjamin. El arte es social en tanto cómo se interpreta y cómo “funciona” para el público desde su concepción. 

 

Un caso en Chile donde la arquitectura fue también intervenida mediante textos de luz, es el del colectivo Delight Lab conformado por Andrea y Octavio Gana desde 2009; un estudio de diseño experimental en torno al video, la luz y el espacio, pionero en video mapping en su país.[12]

 

Delight Lab. Esto también pasará, intervención sobre Torre Telefónica, Santiago de Chile, 2020. Fotografía de Gonzalo Donoso. Cortesía de Delight Lab.

 

Durante el confinamiento, Delight Lab participó en al aire, libre, una exposición intangible organizada por el curador brasileño Tiago de Abreu Pinto con cerca de 70 artistas colombianos. La participación del colectivo fueron proyecciones sobre la Torre Telefónica en Santiago de Chile los días 15 y 16 de mayo, en donde se pudo leer en distintos idiomas “Esto también pasará”, frase inspirada en una fábula sufista. El dúo activa edificios privados por medio de proyecciones públicas con textos que van del aliento de esperanza hasta el activismo político. En una entrevista de 2019, Octavio Gana comentó quecreen en un arte funcional que esté en sintonía con lo que viven las personas,[13]y por ende, de acuerdo al contexto socio-político y cultural de la actualidad: “palabras con sentido” para contribuir con un cambio a partir de la generación de reflexiones.

 

Delight Lab también proyectó días después la palabra “Hambre”. En su cuenta de Instagram (@delight_lab_oficial) el colectivo hace mención sobre esta intervención, relacionada a las consecuencias que la pandemia ocasionó en Chile –y en todo el mundo– e invitó a donar alimentos para las personas necesitadas. Los artistas, precisamente a través de estas obras in situ, evidencian las disparidades y las contradicciones en la balanza desequilibrada del “estar” –no “bienestar”– de las personas; a quienes viven al día les resulta imposible detener actividades laborales y quedarse en casa, lo que también sucede en México y en otras regiones de América Latina. El poder del lenguaje es inminente, una sola palabra y las siguientes intervenciones lumínicas en la Torre Telefónica –“Humanidad” y “Solidaridad”– fueron anónimamente censuradas.[14]El espacio público no es sinónimo de libertad de expresión.

 

En México, uno de los edificios de la Unidad Habitacional Tlatelolco también se pintó de luz gracias a Somos aunque nos olviden, un proyecto organizado por Eder Castillo y Gabriel Escalante del 15 al 30 de mayo; un programa que apostó por una “vuelta a la mirada en el afuera”. Este ciclo presentado los viernes y sábados en colaboración con Tlatelolco Central, reunió a cuatro curadores –Lydia Garvín, Antonio Monroy y los propios organizadores–, quienes seleccionaron piezas audiovisuales de cerca de 22 artistas internacionales con discursos sobre la esperanza y el humor, la cercanía física y las relaciones personales, la observación, el territorio...[15]

 

Somos aunque nos olviden, Ciudad de México, 2020. Cortesía de Eder Castillo y Gabriel Escalante.

 

A partir del #quédateencasa y #stayhome, nuestras vidas comenzaron a concentrarse exclusivamente en nuestro nuevo “espacio privado”. La iniciativa de estas proyecciones sobre la fachada arquitectónica fue una propuesta de visibilizar el “espacio público” perdido, una llamada a recordar “el afuera”, al tiempo que proveyó una oportunidad de distracción a los habitantes de la zona. Esta curaduría no incluyó frases de luz, sino videos en el paisaje urbano, buscando también una conexión directa con el público, llevando el arte a sus casas al observar a través de ese “portal” extraño que se volvió cada ventana.

 

En los tiempos de pandemia, las prácticas artísticas activaron el carácter efímero, y nos obligaron a repensar el lugar que el arte tiene dentro de la sociedad y su función en tanto generador de experiencias y cuestionamientos.

 

Paulatinamente comienza en distintos países la implementación de una nueva socialización, una nueva normalidad que recae en incertidumbres de contagios tardíos y de economías caídas. La grave afectación causada por las medidas de seguridad empleadas es visiblemente tangible en los números de desempleados en el mundo.

 

Galerías de arte y algunos museos abren sus puertas con medidas de prevención: citas programadas, número limitado de visitantes, mascarillas y gel desinfectante. Mientras algunos espacios artísticos y expositivos viven reaperturas, otros permanecerán cerrados hasta vaciar el lugar y clausurar sus años de trabajo. Un sinfín de contradicciones que, aunque ya conocidas, sugieren una urgente revisión de la disparidad. Y el arte sigue, los artistas continúan manifestando su perspectiva sobre este entorno complejo, inusual, inesperado, con propuestas que nos hacen reflexionar, sentir acompañados, inspirados y creativos. Ellxs, buscan que su trabajo sea impulsado, proyectado más allá del mundo virtual con miras a una retribución por el valor de su producción que nos ha mantenido positivamente alertas en estos días donde el tiempo ha desaparecido ¿Qué seríamos sin el arte?

 

16 de Junio de 2020

 


[1]Guillaume Apollinaire, “Los pintores cubistas” (1913), en Francisco Calvo Serraller, et.al, eds. Escritos de arte de vanguardia 1900/1945, España, Ediciones Istmo,2003, pp. 66-67.

[2]“How is the European cultural sector responding to the current corona crisis?”, en el sitio web de EU National Institutes for Culture (EUNIC).

[3]“Frente ProMuseos al rescate”, Este País, 29 de mayo 2020.

[5]“Price Check! Here’s what sold – and for how much – at the Frieze art fair’s inaugural online viewing rooms”, Artnet News, 13 de mayo 2020.

[6]En este link puede encontrarse el pdf de Gagosian para descargar.

[7]Véase “Messages for the City” en el sitio web de Time Square Arts.

[8]“Mark Titchner in conversation with Sherry Dobbin”, Arts and Place NOW, entrevista en vivo, 18 de junio 2020.

[9]Inbal Miller Gurfinkel, “Una obsesión por la ciudad”, en Sin límites, arte contemporáneo en la Ciudad de México 2000-2010, México, Editorial RM, 2013, p. 14.

[10]Th. W. Adorno, Teoría estética, España, Akal, 2004, p. 300.

[11]Véase http://mito.tv/.

[13]“Chile despertó. El activismo lumínico de Delight Lab”, en Artishock, revista de arte contemporáneo, 28 de octubre 2019.

[14]“Graves amenazas han recibido artistas que proyectaron las palabras «hambre» y «humanidad» en edificio de Plaza Dignidad”,El Clarín de Chile, 20 de mayo 2020.