El artista brasileño Cildo Meireles titula Babel una gran instalación cuya estructura cónica de metal de cinco metros de alto y dos de ancho está totalmente repleta de radios. Todas encendidas crean un efecto estético que estimula los sentidos de la vista y del oído. Mirándola, Babel aparece como una imponente torre mellada de luces en la oscuridad que confunde al espectador por sus ruidos indescifrables. Las centenas de voces que provienen de las radios de diversas zonas y periodos provocan un cierto efecto de desorientación, sobre todo al intentar constatar que cada una de ellas se diferencia de las otras por la lengua, acento, pronunciación, argumentos y melodías. Las radios transmiten música, noticias y varios programas radiofónicos desde diferentes ciudades de varios países, conectando de esa forma la totalidad del mundo en una sola sala expositiva. Babel representa la confusión babélica materializada en objeto artístico. El hecho de que las radios estén todas conectadas y sintonizadas entre ellas por estar situadas en una misma estructura, no significa que Cildo Meireles quiera enfatizar la afirmación de la diferencia, sino más bien que quiera crear una situación de contraste y colisión para denunciar la dificultad de la coexistencia de la diferencia en un mismo lugar.
La destrucción babélica no ha eliminado solo la posibilidad de una mentalidad colonizadora y unificadora sino que ha dictado la ley de toda posible diferencia, y con ellas de las divisiones territoriales, culturales y lingüísticas. Como constataba Moacir dos Anjos, curador de la exposición titulada Babel en la Estação Pinacoteca do Estado de São Paulo en 2006:
Otros elementos constitutivos de Babel problematizam, contudo, essa utopia comunitária, indicando que a emissão de opiniões diversas não é condição suficiente para a repartição mais eqüitativa de poder entre agrupamentos humanos distintos.[1]
Meireles pone de relieve esta diferencia en la elección de las radios, algunas de las cuales están obsoletas, gastadas por el tiempo, antiguas, y otras muy modernas y de grandes prestaciones tecnológicas, como para mostrar que el poder de las telecomunicaciones –el gran poder expuesto en la Aldea global por Marshall McLuhan o el cuarto poder denunciado por Orson Wells- no es unificador y uniformador por anular los miles de kilómetros espaciales entre los espectadores, sino que es diversificado y desigual como las naciones y los mismos grupos sociales dentro cada una de ellas.[2] Las informaciones circulan de país en país abriendo la posibilidad del conocimiento a otras culturas que hace no mucho estaban aisladas y cerradas dentro de “estables” fronteras nacionales. Alcontrario, Meireles parece decirnos que las fronteras son una materia abstracta inestable e incierta que deja pasar cualquier tipo de información produciendo infiltraciones de tipo ideológico y contaminaciones culturales.[3]
A este razonamiento habría también que añadir otra importante consideración: Babel representa también la magnitud de la información contemporánea; no es un caso este que se haya vuelto demasiado debatido en el mundo intelectual y político de hoy en día. La información es poder que consigue remodelar y reestructurar los patrones de la interdependencia social y todos los aspectos de la vida pública y privada. En este sentido Babel representa la máxima Mcluhaniana “cuando la información se trenza con la información”[4], que revela el exceso y el agotamiento del contenido. De hecho, la era massmediática ha abierto graves problemas en la salvaguardia de la calidad del “contenido”. Las radios de Babel se entremezclan y se sobreponen entre ellas, dejando desvanecer el sonido de las palabras y con ellas el sentido. Se establece por tanto una pérdida del derecho de escuchar de modo discernible y consecuentemente la posibilidad de entender la historia narrada por otros. El mismo artista nos informa que desde el principio:
(…) the reference was Babel, in the sense that, by accumulation, it would become a tower of incomprehension, more than comprehension (incomprehensibility vs. comprehensibility) because each radio was turned into a different station, broadcasting different sound.[5]
En nuestra tradición cultural el mito de Babel ha representado la pérdida de una lengua única que caracterizaba a la universalidad de la comunicación humana. Esta pérdida ha causado la confusión de los lenguajes y la incomprensión dada por la diversidad lingüística. Colocarse después de Babel significa superar la nostalgia de una primordial y utópica unidad lingüística, abandonar el deseo de una homogeneidad cultural y aceptar la pluralidad y la diversidad como signos característicos de los seres humanos.
[1] Moacir dos ANOJOS, “Babel”. En: Moacir dos ANOJOS (coord.) Babel. Cildo Meireles. Estação Pinacoteca do Estado de São Paulo, 2006, p. 29.
[2] Ídem, p. 29.
[3] La idea de la frontera como espacio inestable es un tema ya tratado por el artista en la obra Mutações geográficas: Frontera Rio- S. Paulo de 1969; las infiltraciones ideológicas son otra tema recurrente de su obra sobre todo la serie de Inserções em circuitos ideológicos (1970) e Inserções em circuitos antropológicos. Véase Ronaldo BRITO, Eudoro Augusto MACIERA de SOUSA, Cildo Meireles. Colecão Arte Brasileira Contemporânea. Fundaçâo Nacional de Artes Funarte. 2ª Edición. Rio de Janeiro 2009; Nuria ENGUITA y Vicente TODOLÍ (coord.), Cildo Mereiles. Valencia: IVAM Centre del Carme, 1995. [Cat. exp.: 02.02. – 23.04.1995]. Se aconseja también el documental “Cildo Meireles” realizado por Wilson Coutinho, 1979.
[4] Marshall MCLUHAN, El medio es el mensaje. Un inventario de efectos. Barcelona: Paidós Iberica, 1988 (sin página).
[5] Guy BRETT; Cildo MEIRELES, Cildo Meireles. Londres: Tate Modern, 2009, p. 168. [Cat. exp.: 14.10. 2008 – 11.01.2009].