La revolución empieza en la calle...
El mundo está atravesando una crisis sin precedentes en la historia contemporánea, una crisis a diferentes niveles y en distintos ámbitos que, aún salvando las evidentes diferencias, se extiende desde el aspecto político y económico a toda la sociedad, y se deja notar con fuerza desde Occidente hasta Oriente, desde las capas sociales más privilegiadas a toda la población. Los procesos contemporáneos de globalización en los que la mayoría de las sociedades están inmersos en los últimos años están transformando la experiencia ciudadana, que se tiñe de activismo como reflejo del descontento de la mayoría social, lo que transforma a su vez nuestra experiencia del espacio urbano. La producción cultural, artística y arquitectónica, así como los medios de comunicación, no son ajenos a estos cambios y contribuyen al proceso de reinvención del espacio urbano, de su identidad y de su interacción con la sociedad. Así, el concepto de ciudad y nuestra experiencia del espacio que compartimos cambia y se redimensiona, gracias también a ese nuevo punto de vista aportado por la creación artística y cultural en sus múltiples medios.
Como queda de manifiesto en la exposición Playgrounds del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía1, poco a poco a lo largo del siglo XX las ciudades se han ido convirtiendo en objetos de una planificación racional y utilitaria, redefiniendo arquitectónicamente y dotando de nuevos valores a espacios de recreo y socialización que adoptan de esta forma una nueva identidad dentro de lo público. Desde la década de los años 60, época en que este proceso de reconfiguración del espacio urbano incluye prácticas artísticas como medio para recuperar y revalorizar dicho espacio con un componente activista y, en determinados casos, subversivo, hemos asistido a un descubrimiento progresivo de las posibilidades que la ciudad pone a disposición del artista para desarrollar prácticas, actividades e iniciativas que, además de incorporarse al ámbito urbano y pasar a formar parte de él, permiten que la población se involucre en dichas actividades, convirtiéndose a su vez en partícipes de la propia obra de arte, casi y a menudo sin tener conciencia de ello, pero contribuyendo a enriquecer la práctica artística con la propia identidad de la ciudad.
A mediados de 2011, motivados por las revueltas que se sucedieron desde el Sáhara hasta Omán, y con especial virulencia y consecuencias políticas en Túnez, Libia y Egipto, vimos cómo artistas de todos estos países salían a la calle convirtiendo los muros de las ciudades en un medio para proclamar su adhesión a una revolución popular y masiva. Poco a poco, la Primavera Árabe fue albergando un movimiento de disidencia artística que se apropiaba del espacio común para transmitir el desencanto de la población, ofreciendo al mundo al mismo tiempo un altavoz de los cambios que esa sociedad reclamaba. El artista volvía a ser la voz de una sociedad que se revolvía contra sus circunstancias, contra la situación política y económica de su país. Pero, ¿ocurría así en todas partes, en un momento en el que, aún con claras diferencias, casi todo el mundo estaba sufriendo ya una crisis política social y económica sin precedentes?
En el invierno de 2010, en algunos países del arco mediterráneo sur, partiendo desde Túnez, comienza un movimiento popular de reacción contra el poder establecido, un movimiento de rechazo que pronto se extenderá y profundizará, dando como consecuencia una revolución definitiva y sin precedentes. El deseo de libertad de una sociedad pacífica e independiente ha demostrado ser más eficaz y más implacable que todos los años de poder absoluto que la población había soportado. A partir de este momento, como dice Tahar Ben Jelloun2, lo que estos pueblos hagan con su dignidad dependerá de ellos, de su acierto o su capacidad de improvisación. A nosotros nos interesa el lugar que ocupa el artista como altavoz social de reivindicación de ese sentimiento popular de rechazo y renovación: un altavoz que se deja oír alto y claro, a pesar de las dificultades que durante la mayor parte del siglo XX y especialmente en nuestros días vienen sufriendo los intelectuales árabes, y que no ha renunciado a correr serios riesgos con el fin de denunciar los abusos de estos sistemas políticos. El artista plástico también se dejar oír a través de su obra.
De forma significativa, en el verano de 2011, la 54 Bienal de Venecia nos ofrecía “The future of a promise”, una curiosa exposición, la más amplia representación hasta la fecha de artistas contemporáneos del mundo árabe, comisariada por Lina Lazaar quien, en la nota de prensa introductoria de la muestra3, declaraba la intención de representar cómo las artes plásticas y la cultura visual cuestionan el futuro y muestran su compromiso con la crítica política y social manifestada por la población. La muestra resultó ser una forma interesante de dar a conocer al artista árabe en Occidente, su punto de vista y su perspectiva respecto a una cultura que se nos antoja tradicionalmente poco dada a hacerse conocer. Pero nos sorprendió darnos cuenta de que la mayoría de los artistas representados, como Mona Hatoum, Raafat Ishak, Jananne Al-Ani, Ahmed Alsoudani, Ziad Antar, Kader Attia entre otros, viven y trabajan en países occidentales, desde Londres, París o Berlín hasta Nueva York o Melbourne. Esto nos hizo plantearnos, en definitiva, si es ésta era una muestra realista y objetiva de un nuevo arte nacido de la primavera árabe, o si se trata de una selección de los artistas que, tanto los grandes mecenas como las instituciones locales, apoyaban y exportaban.
Sin embargo, sí tuvimos la posibilidad de conocer de primera mano al “artista indignado árabe”, no al artista internacional o incluso profesional, sino al creador anónimo, mucho más cercano a la población que a los mercados y a las instituciones.
Entre los meses de Diciembre de 2011 y Febrero de 2012, tuvo lugar en la sede de la Casa Árabe de Madrid la exposición titulada “Las pintadas de la revolución”, que pretendía dar a conocer al público una forma de expresión directa y de gran impacto visual que fue adoptada por los grupos insurgentes de la revolución. Se trataba de las pintadas, un elemento utilizado desde hace décadas por la población como forma de expresión anónima crítica y puramente urbana que, tanto a nivel individual como en colectivos, aparecieron en los muros de las calles de ciudades de todos los países del mundo islámico a medida que se sucedían las revueltas que dieron lugar a dicha revolución. En palabras de Gema Martín, directora de la Casa Árabe4, la exposición mostraba la explosión artística y visual propia de todas las revoluciones, una catarsis ciudadana espontánea y joven que transmite por este medio al resto la sociedad todas sus reivindicaciones y críticas. El uso del graffitti como herramienta revolucionaria se extiende con rapidez, en ocasiones de la mano de artistas foráneos que asesoran a artistas locales, aún a pesar de la falta de libertad y del hecho de ser considerado un medio artístico marginal, más que un modo de expresión ciudadana habitual, como ocurre en Occidente. Así, la exposición mostraba esa vertiente de la revolución que los medios de comunicación rara vez sacan a la luz y que en muchas ocasiones no sólo tiene el valor social de las “paredes que hablan”, sino además una fuerte carga visual y un alto impacto ideológico, una calidad artística vanguardista y renovadora remarcable. Un recorrido gráfico a base de fotografías y videos nos mostraba las obras de artistas callejeros en las ciudades de Túnez, Marruecos, Libia, Egipto, Yemen, desconocidas a menudo por los propios ciudadanos, y que se cerraba con un emotivo homenaje a la feroz represión que está viviendo Siria mediante una elocuente pared en blanco.
Y tras ver cómo artistas musulmanes política y socialmente comprometidos ocupaban libremente el espacio urbano convirtiendo las paredes de la ciudad en lienzos, volvemos a plantearnos la pregunta anterior, ¿ocurría así en todas partes, en espacios y sociedades occidentales, tan distantes a la identidad de los países musulmanes?
No, y nos dimos cuenta pronto de que no era así. Por alguna razón, hasta entonces el artista occidental aún no había tomado el testigo de la revuelta social más que tímidamente, quizá porque ésta no se había desarrollado con la misma virulencia que en aquella Primavera Árabe. Tendrían que llegar acontecimientos como la revuelta madrileña del 15-M, la llamada Spanish Revolution, para que viéramos un florecer de este “artista indignado”, mezclándose y haciéndose eco de sus consignas de los grupos reivindicativos y traduciéndolas mediante el lenguaje expresivo del arte actual, poniéndole color a las palabras.
Las dudas que se nos planteaban hace dos años, cuando vimos revolverse a los primeros artistas callejeros y reclamar el lugar del arte en la voz del pueblo comprometido, sobre si el arte contemporáneo en toda su extensión se convertiría realmente en un vehículo de comunicación para ese clamor social, se han ido despejando poco a poco con el tiempo en todo el mundo occidental, y sabemos positivamente que evolucionará con rapidez a medida que la situación también evolucione, quién sabe si a mejor o a peor. Artículos como “Art versus politics”, escrito por el crítico de The Village Voice Christian Viveros-Faune, ponían el dedo en la llaga y llamaban la atención sobre este tema. Parafraseando al crítico, “si un artista tiene algo importante que decir sobre el mundo ¿realmente habrá alguien que le escuche?”5.
Durante aquella primavera de 2011, el Movimiento 15-M antes mencionado se sirvió del medio fotográfico como principal canal de difusión, lo que permitió que, más allá del mero papel documental, los fotógrafos españoles social y políticamente comprometidos vieran las posibilidades de trasladar a este medio la estética de crítica contra el sistema que impregnaba a toda la revuelta social. Un caso excepcional y de gran repercusión mediática lo encontramos en el fotógrafo Juan Martín Zarza, artista joven pero de consistente trayectoria que, tan pronto como vio desarrollarse los acontecimientos que desembocaron en la Spanish Revolution, el malestar general y la denuncia social contra la situación económica y política y la crisis de valores que se vivía en España, sintió la necesidad de utilizar su medio de expresión habitual para dejar constancia gráfica de ello. Así nació “Grito Mudo”, un reportaje fotográfico que documenta los hechos que tuvieron lugar, y una imagen que se hizo famosa, una fotografía intervenida que mostraba infinitas tiendas de campaña rojas “okupando” las calles de Madrid. Exposiciones, intervenciones urbanas, instalaciones, performances, dieron a conocer esta imagen de Martín Zarza como símbolo artístico del movimiento en todos los medios de comunicación.
En España, una de las primeras manifestaciones de un artista abiertamente contrario al sistema ocupando el espacio público nos la ofreció Santiago Sierra. Al renunciar al Premio Nacional de Artes Plásticas en 2010, ofrecido por el Ministerio de Cultura, Sierra declaraba en una entrevista posterior a la publicación de la carta abierta enviada a la entonces ministra, que “ni por treinta ni por ochenta mil euros le daré nunca la mano a cómplices de la incoherente barbarie bancaria y militar, ni tampoco a gente que trabaja activamente contra el bien común”6. Las redes sociales hirvieron de comentarios en favor y en contra ante las polémicas declaraciones vertidas por el artista, no sólo contra los centros del poder político y económico, sino también contra el propio mercado del arte y contra otros artistas que, paradójicamente igual que él, participan de dicho mercado, como es el caso de Miquel Barceló7. El proyecto multidisciplinar NO, Global Tour de Santiago Sierra, que viene desarrollándose desde 2009 e incluye tanto instalaciones y proyecciones como performances, ha recorrido las calles de muchas ciudades en numerosos países, desde Canadá a Australia, en un intento de extender esta palabra básica y contundente, de múltiples interpretaciones según el contexto al que se refiera, pero todo un símbolo ideológico y crítico8, de hacerla visible a los ciudadanos, de implicarse en la vida urbana.
Éste no es el único caso de artista crítico con el mercado aunque participando en el mismo. Las entradas de Santiago Sierra en el blog Contraindicaciones nos ponen en relación con el origen de éste, otro colectivo de similar orientación ideológica como es Democracia que, formado por Iván López y Pablo España, “responde a la intención de abordar una práctica artística centrada en la discusión y el enfrentamiento de ideas y formas de acción”9. La larga lista de proyectos en los que Democracia ha participado desde el año 2000, su trabajo con numerosas galerías españolas y extranjeras, la repercusión mediática de su discurso crítico en los medios especializados, sus múltiples intervenciones en espacios públicos al amparo de instituciones locales y su presencia habitual en ferias de arte contemporáneo, convierten a este equipo de trabajo en una voz activa y comprometida en el panorama actual del arte español. Destacan proyectos como “Contra el público”, exposición temporal que tuvo lugar en la Fundación Pilar i Joan Miró de Palma de Mallorca en 2010 en la que, mediante la representación de símbolos e iconos de la cultura de masas que representan las diversas manifestaciones del poder y la violencia contra el público, que no sólo lo acepta y lo disfruta sino que también lo paga, se enfrenta a ese público y a su status pasivo, apelando directamente a la responsabilidad del artista de denuncia de dicha mecánica establecida y admitida socialmente10.
Una de las artistas más críticas con la ética que plantean las instituciones y con la supuesta legalidad que las ampara es Nuria Güell, cuyo proyecto “54 mm.” de 2012, resultó todo un alegato a favor de la resistencia pacífica y en contra de la brutalidad policial en las manifestaciones11. Durante la intervención se colocó en una plaza de Barcelona una serie de dianas con la imagen a tamaño natural de siluetas de manifestantes sentados en el suelo, mientras se realizaba una llamada anónima a la policía anunciando una inminente manifestación. Lo que la policía encontró fue este símbolo de resistencia pasiva, como crítica al anteproyecto de reforma del Código Penal, que planteaba penas de tres meses a un año de cárcel contra manifestantes pacíficos.
Otro colectivo multidisciplinar, Todo por la Praxis, desarrolla intervenciones temporales con la temática de la arquitectura subversiva en el espacio urbano, como la Guía para la Activación de los VUA (vacíos urbanos autogestionados), que busca estimular a la población a actuar de forma conjunta en espacios inutilizados de la ciudad y dotarlos de un nuevo valor, luchando contra la gentrificación y la deshumanización urbana. No solamente han desarrollado sus intervenciones en Madrid, sino que continuamente están promoviendo nuevos proyectos a nivel internacional con otros artistas y colectivos, como el Parkour La Perla en San Juan de Puerto Rico, la intervención “Arriba los de abajo” en el barrio de La Perseverancia en Bogotá o las “Construcciones colectivas del espacio urbano” en Xochimilco, México12.
Un interesante caso que conecta el ámbito del street art con la crítica política y social lo protagoniza en artista valenciano Vinz, cuyas intervenciones urbanas que pueblan los muros del barrio de Ruzafa desde hace varios años, así como los reportajes fotográficos y videos que viraliza posteriormente, han pasado de poblar las redes sociales a exponerse en galerías de Europa y Estados Unidos, con un discurso más lúdico quizá y más colorista, pero igualmente crítico, como el proyecto Feel Free13. El mural que realizó en 2012 como homenaje a los mineros de Asturias, León y Teruel, en el que un grupo de mujeres desnudas corrían ante la mirada de varios policías esgrimiendo sus porras, resultó mutilada, y las figuras de los policías arrancadas de la pared, hecho que fue recogido por la prensa y los informativos locales de televisión14.
En los últimos años, una de las artistas más activas y comprometidas con la crítica social o consumista desde la propia sociedad es Yolanda Domínguez, cuyas iniciativas cargadas de ironía proponen situaciones y escenarios en los que los propios ciudadanos se pueden involucrar, desarrollar la propia acción, viralizarla, hacerla propia. Utilizando sus propias palabras, es una artista “que trabaja desde la incomodidad, manejando situaciones sensibles e inquietantes para el espectador con el objetivo de generar una crítica social y una reacción”15. La serie “Poses” funciona desde 2011 como crítica frontal a lo absurdo de la publicidad del glamour y la moda, en la que mujeres reales reproducen las ridículas poses de las modelos en las revistas. Más de un millón de visitas a los videos en Youtube16 dan fe de la enorme repercusión mundial que esta acción ha tenido y sigue manteniendo, ya que las acciones aún se suceden en distintos países. En 2014 propuso “Registro” una nueva acción colectiva, mujeres certificando la propiedad de sus cuerpos en los Registros de la Propiedad de distintas ciudades, que se ha convertido en una de las más exitosas, precisamente porque ahora son las propias mujeres las que desarrollan de forma voluntaria e independiente esta protesta. Como en una ocasión comentó la propia artista en Matadero, en una de las actividades organizadas por We Traders, lanzar la propuesta y ver cómo los propios ciudadanos se involucran en ella, la desarrollan y la transforman, la hacen crecer, la hacen suya, es lo que le da sentido a sus acciones. O utilizando también las palabras de Yolanda, encender la mecha y ver cómo la chispa se propaga.
Bibliografía
Ben Jelloun, T. 2011. La Primavera árabe: el despertar de la dignidad. Madrid: Alianza Editorial.
Clark, T. 2000. Arte y propaganda en el siglo XX: la imagen política en la era de la cultura de masas. Tres Cantos: Akal.
Desacuerdos: sobre arte, políticas y esfera pública en el estado español. Barcelona : MACBA, 2004-2009.
García Pintado, A. 2011. El cadáver del padre: artes de vanguardia y revolución. Sant Cugat del Vallès, Barcelona: Los libros de la frontera.
Granés, C. 2011: El puño invisible. Arte, revolución y un siglo de cambios culturales. Madrid: Taurus.
Grierson, E. y K. Sharp, ed. 2013. Re-Imagining the City: Art, Globalization and Urban Spaces. Chicago, IL: Intellect Ltd.
Rocha, S. 2006. Historia de un incendio: arte y revolución en los tiempos salvajes: de la comuna de París al advenimiento del Punk. Madrid, La Laguna: La Felguera.
Notas de pie
1 Playgrounds, Reinventar la plaza, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, exposición del 30 de Abril al 22 de Septiembre de 2014. http://www.museoreinasofia.es/exposiciones/playgrounds
2 Ben Jelloun, pág. 37 y siguientes.
3 http://www.thefutureofapromise.com/index.php/about/view/curators_statement
4 Vídeo de la exposición en http://www.casaarabe.es/noticias-arabes/show/las-pintadas-de-la-revolucion-grafitis-y-espacios-publicos-arabes#1
5 http://www.villagevoice.com/2012-02-15/art/art-versus-politics-2012/
6 http://elpais.com/diario/2010/11/12/cultura/1289516403_850215.html
7 http://www.contraindicaciones.net/2009/07/santiago-sierra-contesta-a-miq.html
8 http://www.noglobaltour.com/pressrelease.php
9 http://www.democracia.com.es/about-us/
10 http://miro.palmademallorca.es/bloque.php?Cod_not=45&Cod_fam=10&Cod_sub=44
11 https://www.youtube.com/watch?v=NEzXvjKQjAw
12 http://www.todoporlapraxis.es/?p=2103
13 http://www.youtube.com/watch?v=ot-nE9rwLZ4
14 http://cultura.elpais.com/cultura/2013/03/07/tentaciones/1362662336_590985.html
15 http://www.yolandadominguez.com/es/statement-2.html
16 https://www.youtube.com/watch?v=GPEcdcmnAA0
MARTA PÉREZ IBÁÑEZ está especializada en mercado del arte, comunicación y marketing cultural, sectores en los que ejerce su actividad profesional desde hace más de veinte años, simultaneándola con la docencia, presencial y online, en arte y gestión de galerías, así como comunicación y marketing de proyectos culturales, coaching, gestión de patrocinios y mecenazgos, etc. Actualmente, compagina la consultoría de arte, con conferencias y seminarios en distintas instituciones, y con la docencia en la Universidad Nebrija y el Instituto Nebrija de Competencias Profesionales.