Algunas dibujantes americanas de principios del siglo XX -Parte II | RAFAEL CAMPOS ROCHA

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Si no fuera por la extraordinaria fuerza financiera y creativa de los cómics en la primera década del siglo XX, las dibujantes mujeres podrían sentirse aplastadas entre el dulce genio de los querubines de Rose O´Neill y las diabólicas mujeres fatales de la magnífica Nell Brinkley, uno de los primeros - y mejores - autores de girls strips.

brinkleyLas divas de Brinkley, modernas avant la lettre, guasonas, creativas y
llenas  de daimon (
δαίμων) que Platón veía como exclusivo de los hombres.

Podemos acordarnos que esa especie de aplastamiento se producía también durante la pintura renacentista: Michelangelo y Leonardo mientras estaban vivos, obligaban a jóvenes artistas ambiciosos a pintar "a maniera de" cualquiera de los dos gigantes, y a un joven de Urbino llamado Raphael a inventar el estudio de arte comercial. En los cómics brasileños contemporáneos, por lo menos en el decadente y escaso vehículo de los periódicos, sucede lo mismo, sin nombrar la ausencia casi absoluta de autoras mujeres.

 brinkleythreegracesLas Tres Gracias Sufragistas, de Brinkley se transformó en la imagen más
reproducida,  eficaz e ic
ónica de la causa del voto femenino en aquellos años.

En los cartoons americanos de principios del siglo pasado, sin embargo, había espacio suficiente para autoras absolutamente distintas y de la misma calidad de O´Nell eyBrinkley.

Edwina Dumm (1893-1990) fue una de las primeras - y únicas – dibujantes mujeres en ilustrar con cartoons los editoriales políticos de los periódicos. Adepta fervorosa a la causa del sufragio femenino, Edwina se ha hecho célebre por sus personajes caninos, presentes en el género sindicalizado "boys strips". Su obra más famosa, Cap Stubbs and Tippie, tuvo su debut en 1918, dibujado y escrito personalmente por la autora hasta la última edición, en 1966.  Cap Stubbs and Tippie es el primer nombre de la tira, un nombre sindicalizado, para que fuera un producto identificado con las boy strips o las family strips. El perro, sin embargo, fue volviéndose cada vez más protagonista, hasta que su nombre fue modificado para Tippie en los años 20, sin embargo, pudo volver al nombre original en sus 50 años de existencia.

somemess   Uno de los cómics políticos de Edwina,
realizado cuando ten
ía 19 años.

Edwina era extremadamente talentosa, y capaz de realizar una tira cómica en una hora de trabajo, como atestiguan sus colegas y testigos de la época. Esa velocidad y el virtuosismo a ella atribuidos pueden ser contrastados con la propia factura de sus dibujos, de aristas abiertas y veloces, dando a las figuras un aspecto volátil muy cercanas a las pinturas cortesanas de Watteau, en el siglo XVIII. Distinto del francés, sin embargo, que retrataba una sociedad en extinción, Edwina muestra una sociabilidad siempre en mutación, aunque anclada en los lazos supuestamente perennes de la familia burguesa. Solo que esa familia, al contrario de concentrarse en el núcleo padre y madre,  de las tradicionales family strips  de la época, concentra toda la acción en el trío: Stubbs, Tippie y en la abuela Sara Bailey, una especie de superego de la doble protagonista. Esa acción centrada en lazos de parentescos no-nucleares como la "abuela" o el "tío" crea una conexión idealizada entre los personajes, tan utilizada posteriormente en el espíritu Disney, asegurando no solo la identificación de los lectores con los protagonistas sino también la afirmación de la familia representando la sociedad como un todo.

Sin embargo, me parece que realmente, el gran personaje de la tira es el perro. A pesar de ser físicamente idéntico a los otros protagonistas caninos de Edwina, como el posterior Simbad, Tippie era un retrato del terrier que tenía la artista desde hacia muchos años, así como Stubbs era el alter-ego de la propia Edwina, que nunca se casó y pasó toda la vida con una compañera – por supuesto también afectiva – de la cual llegó a ilustrar la portada del disco que la misma gravó, afinales de los años 40.

Solo la metáfora de Tippie & Stubbs, tanto de la preferencia sexual disimulada, como de la mujer tratada como niño en una sociedad patriarcal, ya sería suficiente para transformar a Edwina en un ídolo de la lucha feminista, o, como mínimo, de la demolición de géneros.

Además del desplazamiento y del género, el perro es una brillante metáfora del comportamiento social, y sus tiras mudas son verdaderas obras-maestras de los cómics de todos los tiempos. Tanto en la fluidez del dibujo como en la construcción de la narrativa difusa e indeterminada, presente en muchas tiras de Edwina, el chiste final de la tira hace una vaga alusión a las ideas de la propia producción artística.

 

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Ethel Hays (marzo 13, 1892 – marzo 19, 1989) es uno de los más extraordinarios dibujantes de cómics de todos los tiempos. La aplicación del género en el masculino es, otra vez, a posta y busca abordar un problema para la discusión de género, teniendo en cuenta que tratarla como "una de las más extraordinarias dibujantes" podría limitar mi punto de vista a “dibujantes mujeres”, cuando, en realidad, creo que muchas de las artistas de las que hablo, deben ser tratadas como parte del grupo de mejores dibujantes de cómics del período. Los poetas han solucionado ese problema eliminando el epíteto "poetisa".

ETHEL

Ethel Hays tuvo su atención dirigida hacia los cómics cuando, durante el curso de pintura, que impartía a los veteranos heridos de la Primera Guerra Mundial, uno de sus alumnos dijo que le gustaría aprender a dibujar tiras de periódico. Matriculándose en el curso por correspondencia, con el maestro Roy Crane, Ethel pudo adquirir muy pronto - debido a su extraordinario talento - los rudimentos del nuevo arte y, en algunos meses, ya trabajaba para el periódico Cleveland Press, en 1920.

La claridad con que Ethel desarrolla tanto sus ideas como sus dibujos se debe a la ausencia de resistencia entre lo que el artista desea hacer y lo que consigue realizar. Muchas veces, esa falta de talento puede generar un desagradable exhibicionismo técnico, pero, Ethel tenía argumentos suficientes para trabajar incansablemente, por cierto, en el nuevo papel de la mujer en la sociedad burguesa.

Para eso, Ethel iba a recurrir a la gran moda del inicio del siglo: el Art Deco. El Art Deco es, simplificando, el desarrollo progresista positivo del reaccionario Art Nouveau, preocupado en imponer aires aristocráticos y naturales a la arquitectura burguesa. El Deco, por más estilizado y alienante que sea, tiene el mérito de citar abiertamente a la sociedad fabril, prometiendo un paraíso, es verdad, pero no el paraíso de la vegetación metalizada del Nouveau, y sí el paraíso del consumo de productos fabriles, imitados en las ropas, peinados, pinturas y, por supuesto, de los cómics de la época.

Con el nuevo posicionamiento social de la mujer aún pendiente, tanto como su recepción por los hombres, Ethel para ofrecer un puerto seguro, una aserción vigorosa de la nueva mujer por medio de sus trazos y guiones, que no dudan en poner sus heroínas del cartoon "Flap Fanny" en situaciones constreñidas, sin, es cierto, perder el encanto y la deliciosa sensualidad. Auténticas pin-ups de la liberación femenina, por más paradoja que pueda parecer.

FANNY

En las tiras horizontales, sin embargo, el talento de Ethel brilla aún más, ya que dibuja personalmente sus bellísimas letras, en formas de arcos decorativos, probablemente, creo yo, el mejor trabajo de letras en los cómics. Otra maravilla que gana más visibilidad en sus grandes tiras horizontales es su capacidad de crear volúmenes y espacios sin poner el bolígrafo en el papel, solamente con la alusión a los negativos de las figuras, que nos hacen leer la tira de otra manera, sea ondulante y sinuosa, o lanzándonos hacia el chiste en el final del cuadro. Ethel es una autentica arquitecta de las tiras de periódicos.

Su idealismo, sin embargo, en ningún momento choca con lo hortera o con el moralismo disfrazado de sentido común de la mayor parte de la crónica periodística de los días de hoy. Siendo incisivos y cargados sexualmente, tanto sus argumentos como los dibujos, están orgánicamente tan unidos como pocas veces se ha visto en el arte de los cómics.

De todas maneras, como su antecesora Brinkley, Ethel mantiene, sea por el trazo, sea por el argumento, la postura altiva y afirmativa de sus personajes femeninos, que mantienen su encanto como las más expresivas y sensuales divas que los cómics han tenido en toda su historia. ¡Y cómo dibuja!

Ethel-4

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Fay King no posee la elegancia arquitectónica de las concepciones de Ethel, tampoco la exuberancia de las figuras evanescentes de Edwina, y mucho menos el genio diabólico y libertario de Brinkley, pero aun así, y probablemente por todos esos motivos, es - para mí - una de las mayores artistas del período.

King nació en Seattle, en 1889, como sus contemporáneas, entró aún en la adolescencia en la rama de los cómics, siempre necesitado de creadores para su creciente demanda. Su padre trabajaba con atletas, y King se acostumbróa convivir con pugilistas y deportistas, según la mayor especialista en cartoons hechos por mujeres, la americana Trina Robbins.

Y fue justamente en la rama predominantemente masculina de los cartoons deportivos, donde King conoció a su futuro marido, el campeón mundial de los pesos-ligeros Oscar "Battling" Nelson. El matrimonio, que duró 3 años, terminóbajo acusaciones de posibles agresiones de Nelson - según su propio padre "Loco como un murciélago" - y reeditado poco después, para durar hasta la muerte de Nelson, probablemente por complicaciones debido a su alcoholismo.

FayKing

En esa obra maestra de la cultura americana de principios del siglo XX, King lanza algunas de las ideas más importantes para los cómics underground de los años posteriores, como la sátira directa e impía, la sinceridad chocante y el trazo sencillo y afirmativo, casi negligente. La actualidad de su obra, en todos sus elementos, es espantosa. King haría otras historias en las que enseñaba su vida con Nelson, y su contacto con el deporte, de una manera que solo puede ser provocativa.

La creatividad y libertad de King parece no tener límites, lo que nos hace pensar en cómo su obra sería peor si ella se preocupase por su dibujo. Otra característica distintiva de su obra es la afirmación de su persona artística, recurso utilizado anteriormente por Kate Carew con el mismo brillo y sinceridad, y la técnica preferida por la mayoría de los dibujantes de cómics underground - o incluso "de autor" – de nuestros días. Sin embargo, como Crumb, King no se perdona a sí misma ni siquiera en la apariencia física, y no son pocos autores los que dicen haber salido de sus autorretratos en el dibujo de Olive Oyl de Segar.

En realidad, King era una pequeña belleza de ojos oscuros, vestida de manera extravagante y con un humor y una inteligencia capaz de hacerla brillar en todos los salones de los "años locos" americanos. Su vena histriónica,  fue debidamente explorada, y King protagonizó diversas piezas y comedias de Broadway, además de una película, The Great White Way, de 1924, donde hacía el papel de ella misma, como "Fayrenne King".

FayKingBattlingNelsonDenverPost3Aug1912Más una sátira genial de King, en que el marido - como prototipo de los maridos en general
- es representado como un ni
ño grande, mimado por la esposa.

 

La crítica social impía de King aparece en otra serie de cartoons, esa vez dedicados a tratar de la relación hombre-mujer en la sociedad capitalista, el carácter de dominación y explotación, de prostitución, o, en último caso, de la búsqueda incesante de las mujeres por un matrimonio y de los hombres por una mujer servicial . Sin embargo, como toda gran artista con visión social, King combina aproximaciones simples con una dialéctica del dominado, fragilizando el dominador, como en las terribles divas de Brinkley. Para que la tarea sea más contundente, King aproxima su trazo de las ilustraciones de publicidad de la época, creando efigies inocuas que pueden ser leídas como una crítica velada a sus concurrentes más habilidosas, o por lo menos más habilidosas en relación a la estética dominante de reyes caucasianos en su plenitud consumista. Los títulos de sus cómics son mensajes cambiadas, adulterados, en favor de una lectura a la sombra de la sociedad, tanto más oscura cuánto más radiante es la luz que refleja en los rostros empapados de maquillaje. Evidentemente, todo lo que expuse puede ser una interpretación arriesgada de lo que sería nada más que una columna social hecha en cómics, o simplemente una hedionda crónica de asesoramiento social, como notamos hasta hoy en los periódicos. Pero una obra de arte es también lo que se lee de ella, o, por lo menos, lo que se pretende leer. Los textos explicativos de cartoons dejan la experiencia aún más rara, dejándonos la nítida impresión de que el artista ataca lo que dice y defiende lo que ataca.

Fay King Cartoon 1926 (1)

Por último, Fay King, además de la columna social genérica en cartoons, crea la crítica de arte en cómics, en que adorables y veloces sketches traen aquél entusiasmo de la experiencia estética inmediata, conversada en un bar después del espectáculo. King era una bohemia. Una flaneur, inconsecuente y brillante, pero sutil y penetrante, como los críticos sociales parisino de principios del siglo anterior. Es Constantine Guy del siglo XX americano, el pintor-caricaturista de que Baudelaire se ha enamorado. Una pena que el poeta no conociera a Fay y sus amigos. Se habría enamorado de ellos también.

Fay King no murió. Por lo menos no oficialmente. La última noticia que tenemos de ella es de 1967, en las columnas sociales del New York Times, cuándo fue vista comprando un "brazilian jaguar" en una tienda de animales. No consigo imaginar una mejor despedida de la vida pública, o de los periódicos, de Fay Barbara King.

(PARTE I)