Desde el pasado mes de octubre y hasta el próximo 21 de febrero la Laboral Centro de Arte y Creación Industrial de Gijón acoge la exposición “Pasajes. Viajes por el Hiper-Espacio”, conformada por una selección de obras de la colección Thyssen-Bornemisza Art Contemporary.
La exposición se compone de un conjunto de piezas, en su mayoría esculturas e instalaciones de gran formato, a través de las que se propone “un recorrido contemplativo, reintroduciendo al espectador en el centro mismo de la experiencia artística”[1]. La propia arquitectura del Centro actúa como marco arquitectónico espacial en el que estas piezas se integran, creando micro-espacios que el espectador debe explorar en busca de nuevas formas perceptivas.
La propuesta de la exposición no es en absoluto novedosa. La historia de las prácticas artísticas desde el siglo XX es la historia de una expansión del objeto artístico tradicional más allá de sus propios límites como objeto de contemplación. Desde los esfuerzos de las Vanguardias Históricas por aunar arte y vida, la performance dadaísta, el happening, la escultura expandida o el cine expandido constituyen algunos ejemplos de cómo el objeto artístico ha tratado de romper sus fronteras materiales para convertirse en motor de una experiencia estética integral. Toda una serie de esfuerzos que parecen haber culminado, en el contexto de la cultura mediática, con el desarrollo de piezas interactivas que llevan a la inmersión total con el uso de dispositivos como la Realidad Virtual.
Algunas de las piezas presentadas se basan en la acción del espectador –es el caso, por ejemplo, de la obra Telephone de Janet Cardiff & George Bures Miller (2004), que consiste en una instalación que recrea una antigua oficina y en la que el espectador debe levantar el auricular del teléfono para escuchar una conversación entre los dos artistas-, pero la mayoría son piezas inmersivas, que se despliegan entorno al cuerpo de un espectador que es invitado a recorrerlas, a penetrar en el interior de sus espacios.
Frío Estudio del Desastre
Es el caso de la pieza Frío Estudio del Desastre, del colectivo de artistas cubanos Los Carpinteros (2005), en la que se reproducen visualmente –mediante una instalación tridimensional- los efectos de un brutal impacto sobre u muro. Sus fragmentos, estallados en pedazos, permanecen suspendidos e inmóviles, permitiendo que el espectador circule entre ellos, pudiendo experimentar estética y espacialmente el desastre. Se trata de la puesta en escena de un tiempo congelado, como si se tratase de una fotografía tridimensional en la que podemos penetrar.
No History de Dough Aitken (2005), consiste en un laberinto cuyas paredes están compuestas de pequeños fragmentos de espejos que se mueven de forma aleatoria. Al contemplarlo desde fuera o recorrer su interior, la estructura nos devuelve una reflejo caleidoscópico de nosotros mismos y el espacio que nos rodea, alterando profundamente nuestra percepción del mismo.
No History, Dough Aitken
Otro laberinto, esta vez de naturaleza muy diferente, es el que nos propone Monica Sosnowska en M10 (2004). Reproduciendo la estética de las viviendas sociales de la Polonia comunista, la artista crea una estructura de 10 módulos, de 10 espacios vacíos separados por puertas idénticas. El objetivo de la pieza es reflexionar sobre las reestructuraciones que la administración hacía en estas viviendas sociales para dar cabida a más familias, subdividiendo los apartamentos ya existentes sin tener en cuenta sus dimensiones, sino simplemente el número de habitaciones (módulos) que poseían. La instalación de Sosnowska, que lleva al extremo esta lógica de subdivisión, se convierte para el espectador en un verdadero laberinto en el que, si bien no es fácil desorientarse, sí lo es experimentar una cierta sensación de claustrofobia.
M10, Monica Sosnowska
Por último, haré referencia a la pieza Inside / Powerless Structures, de Michael Emgreen e Ingar Dragset (2003). La instalación consiste en una puerta hermética de celda instalada en uno de los muros del espacio expositivo. El espectador es invitado a mirar en su interior a través de una pequeña mirilla, a través de la que puede observar al prisionero, pero también ser observado por él. El ojo del “prisionero” está colocado junto ala mirilla, justo como el del espectador. Podemos sentir casi su respiración, y la vivacidad de ese ojo que nos observa a escasos centímetros genera una profunda sensación de desasosiego en el observador. Una sobrecogedora reflexión sobre el concepto de dentro/ fuera que se inserta en el muro del propio “cubo blanco” del museo.
Inside / Powerless Structures
Inside / Powerless Structures. Detalle
El gran logro de esta exposición radica, en mi opinión, no tanto en las experiencias hiperrealistas producida por las instalaciones comentadas y otras que componen la muestra, sino el modo en que los micro-espacios generados en cada una de ellas se articulan con el espacio arquitectónico del museo para lograr una perfecta representación del concepto de Hiper-Espacio.
En su obra Posmodernismo o Lógica Cultural del Capitalismo Avanzado (1991), Fredric Jameson hacía referencia al surgimiento de una nueva lógica espacial en el contexto de la globalización económica, que –tomando el término de las matemáticas- definió como “Hiper-Espacio Posmoderno”. En el complejo universo del capitalismo propio de la Globalización se habría producido un descentramiento del espacio, que habría multiplicado sus dimensiones, arrastrando al tiempo en este proceso. Como consecuencia de este descentramiento y multiplicación de las dimensiones del espacio, el sujeto posmoderno se encuentra incapacitado para aprehender la complejidad de su realidad, para orientarse y elaborar lo que él denomina un “mapa cognitivo”. Esto se debe a que “nosotros, los sujetos humanos que ocupamos este nuevo espacio, no hemos mantenido el ritmo de esta evolución; se ha producido una mutación del objeto, sin que hasta el momento haya ocurrido una mutación equivalente del sujeto; todavía carecemos del equipamiento de percepción que corresponda a este hiperespacio”[2].
Para Jameson, el ejemplo de este nuevo espacio “abrumador” o “Hiper-Espacio” es el atrio del Hotel Bonaventure de Los Ángeles, del arquitecto J. Portman, concebido casi como un escenario teatral en el que dialéctica interior/exterior se desdibuja en los volúmenes y el movimiento vertical de los ascensores y escaleras mecánicas o en la columna central entorno a la que se disponen las cuatro torres de habitaciones.
Para nosotros, “Pasajes. Viajes por el Hiper-Espacio” representa también la materialización de este Hiper-Espacio complejo. Cualquiera de las obras comentadas podría constituir un ejemplo de este tipo de espacio, en el que la experiencia espacial del espectador queda desestructurada por su inmersión en un espacio vivencial que se articula más allá de lo cotidiano. Sin embargo, al integrar todas estas piezas en un mismo espacio arquitectónico –con sus propios huecos, rampas y escaleras- cada una de las piezas se convierte en un pliegue espacio-temporal que se superpone al espacio expositivo. El museo entero se convierte así en un Hiper-Espacio per se, discontinuo y fragmentado, inaprensible en una sola mirada, imposible de cartografiar sin devenir un nómada que recorre y penetra cada una de esas hendiduras en el continuo espacio-temporal.
Es, sin duda, un viaje por el Hiper-Espacio, pero creado no sólo a partir de la superposición de estructuras arquitectónicas que podemos contemplar desde el interior, sino también a partir de la intersección de subjetividades, experiencias, movimientos y acciones.
Más información de: http://www.laboralcentrodearte.org/
Notas
[1] Texto de presentación de la exposición, disponible en: http://www.laboralcentrodearte.org/es/750-concepto
[2] Jameson, F., Posmodernismo o Lógica Cultural del Capitalismo Avanzado, Paidós, Barcelona, 2002.