Poesías de luz en una hipnótica exposición de Jim Campbell | PALOMA G. DÍAZ

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Exploded View Commuters, Jim Campbell (2011). © Ruth Clark

Coincidiendo con la declaración promovida por la Unesco de 2015 como Año Internacional de la Luz, la Fundación Telefónica presenta en su sede de Madrid la primera retrospectiva en nuestro país del artista electrónico estadounidense Jim Campbell, al que ya llevó a su sede de Buenos Aires en 2011. Comisariada por Graham Donke y coproducida con la Dundee Contemporary Arts de Escocia, la muestra -que está consiguiendo gran éxito de público- refleja la evolución de una obra que parte de la interactividad clásica y evoluciona hacia un minimalismo que refuerza el papel activo del visitante.

Jim Campbell. Ritmos de Luz presenta 27 obras desarrolladas por el multifacético creador e investigador entre 1991 y 2014. Todas ellas tienen como eje central la utilización de técnicas fílmicas y/o fotográficas, y la utilización de la luz en soportes reproductivos comunes y accesibles como son los LEDs, los LCDs, los monitores y las pantallas de televisión.

Desde el uso habitual del vídeo en sus primeras obras, Campbell comienza a partir del año 2000 a integrar paneles de LED como soporte de creación predominante. Aunque las imágenes que presenta aparentemente son cada vez más sencillas; sin embargo, el juego intelectual que propone al espectador se vuelve más sutil. Poco tienen que ver formalmente obras como Digital Watch (1991) y Frames of Reference (1996-1998) con Home Movies 1040-3(2011) o Home Movies Pause (David) (2014), pero en todas ellas surge un proceso evidente en el que se manipula el espacio para concentrar la atención en el modo de concebir la realidad. Si la primera examina la influencia de los medios de comunicación en nuestra percepción yuxtaponiendo, gracias a dos cámaras, nuestra imagen a la de un reloj analógico que sincroniza el ritmo digital de la proyección resultante; en el segundo contemplamos en la pantalla la imagen de un pequeño y extraño montaje: un clavo es grabado por una pequeña cámara que se sustentan en una madera. La tabla y el clavo se tornan importantes en la pantalla, mientras los espectadores pasan a formar parte de un fondo difuso.

Sin embargo, en las piezas de la serie Home Movies el objeto de estudio cambia radicalmente. Campbell utiliza hileras de LED para proyectar en la pared películas caseras compradas a través de ebay. El apropiacionismo fílmico o Found footage aplicado en cada pieza y el sistema de reproducción nos remiten directamente a los fotogramas de celuloide. Además, consigue marcar una mayor distancia entre el espectador y las grabaciones. La baja resolución aumenta nuestro nivel de recuerdo: escenas anónimas nos evocan, inevitablemente, recuerdos de nuestro pasado.

Campbell no se limita a desarrollar proyecciones a través de tiras. Investiga sobre la interferencia perpetua, la imagen construida y deconstruida en paneles de LEDs a los que superpone láminas dobles de plexiglás. Éstos funcionan como filtro difusor de las imágenes proyectadas, haciendo surgir un interés desmedido -y algo infantil- tanto por cada obra, como por el sistema utilizado para llevar a cabo cada proyecto.

Dentro de las obras fijas, pueden contemplarse en Ritmos de Luz las series Dynamisms, 2000-2002, e Illuminated Average, 2000-2001. La primera rinde homenaje a futuristas como Umberto Boccioni y Luigi Russolo. En la segunda, cada imagen fija es el resultado del promedio de todos los fotogramas de una secuencia de movimiento: la puerta de una iglesia en la 5ª Avenida, una biblioteca, una película de Hitchcock o las protestas contra la guerra que tuvieron lugar en la Convención Nacional Republicana de EE UU en 2004. En ellas se intuye con más claridad la influencia de su amplia formación como ingeniero y matemático. Inquieta e interesa el proceso de creación específico de cada propuesta.

Emocionan especialmente Exploded View (Commuters) (2011) y Last Day In The Beginning Of March (2014). Exploded View está formada por hileras con más de mil LEDS que conforman una gran caja rectangular de carácter minimalista. Si el espectador se sitúa a media o a larga distancia puede contemplar a los pasajeros que se mueven por la Estación Central de Nueva York. Si se acerca, sólo consigue distinguir breves e inesperados tintineos lumínicos. La instalación Last Day… es un homenaje al último día de vida de su hermano. Cada uno de los 26 puntos de luz de la sala está conectado con una memoria electrónica que reproduce alguno de los hechos que pudieron suceder aquel día. La descripción de cada evento con las variaciones de ritmo de cada lámpara y el sonido de la lluvia de fondo trasmiten tristeza y cierto desasosiego.

Otros creadores que trabajan con efectos lumínicos como Aram Bartholl o Antonin Forneau representan a una nueva generación de creadores jóvenes y expertos familiarizados con el manejo y desarrollo de herramientas digitales. Esa circunstancia les permite experimentar a fondo con las mismas, ofreciendo una peculiar perspectiva que da lugar a interesantes paradigmas artísticos.

En el caso de Bartholl, es importante resaltar cómo sus investigaciones se centran en analizar conceptos típicos de los nuevos medios para mostrar cómo han condicionado tanto la comunicación como nuestra vida cotidiana. Enfrenta lo digital con lo real con una sutileza e ironía sublimes.

Juegos, intervenciones e instalaciones hacen de su trabajo una constante indagación de cómo la vida real ha sido tamizada por la vida digital. En obras como TV filter (2004) utiliza una sencilla retícula de cartón a la que añade una película translúcida para reducir drásticamente la resolución de la pantalla. No intervienen, como en el caso de las propuestas de Campbell, elementos tecnológicos de ningún tipo. El efecto de cuadrícula se asocia directamente al de pixelación tecnológica.

En Random Screen (2005) juega con el mismo principio creando una instalación termodinámica en la que no interviene la electricidad. El ingenio y el DIY (hágaselo usted mismo) provocan directamente al espectador para descubrir qué sofisticado sistema se encuentra tras cada píxel. El mecanismo, de una sencillez extrema, sólo puede ser descubierto mirando detrás de la pieza.

Tras esta serie, la presencia y los movimientos del espectador se incorporan a la instalación en 0,16 (2009-2013). Una cuadrícula de gran tamaño con tres capas de papel transparente y una lámpara a cierta distancia reconstruyen las sombras en forma de píxeles. La ratio digital -0,16 píxeles por pulgada- se traslada al mundo real a través de una intervención de carácter eminentemente lúdico, pero que conlleva un irónico mensaje crítico sobre la mediación tecnológica en nuestra vida actual.

El último trabajo del artista alemán en el papel de curador, Full screen (celebrada en la Galería XPO de París en 2014), nos muestra las paradojas del mundo digital: artistas consagrados mostraban sus piezas en 12 relojes inteligentes de alta resolución y en una gran pantalla LED de colores estridentes y en baja resolución. Esta última nos rememora inevitablemente la propuesta minimalista de Valentin Ruhry titulada Hello World (2011), panel lumínico realizado con interruptores electrónicos. Si en la muestra parisina se intentaba provocar la reflexión sobre las nuevas dimensiones en la creación digital y se anunciaba el final definitivo de las pantallas tradicionales, la de Ruhry critica directamente la obsolescencia y nuestra dependencia de la tecnología.

La propuesta enlaza directamente con Water Light Graffiti, de Antonin Fourneau, instalación interactiva coproducida con Art2M. Expuesta recientemente en Barcelona en el marco del Festival NOVUM, permite dibujar con agua en un gran panel de LEDs. Los trazos efímeros se convierten sorprendentemente en luz, acto que asociamos a los trazos lumínicos de Picasso inmortalizados por Gjon Mili para la revista LIFE. Su éxito fue tan rotundo que en 1950 se mostraron con gran éxito en el MOMA. En ambos proyectos, trazos básicos, experimentación y tecnología se funden ante los espectadores/artistas. Entre otros méritos, hemos de agradecer a los dos que muchos de los espectadores se acercan por primera vez al mundo de la creación experimental.

Campbell, Bartholl, Ruhry o Forneau son sólo algunos de los creadores que se plantean cuáles son los nuevos retos y paradigmas ante los avances tecnológicos del siglo XXI, tal como hicieron desde el XIX Muybridge, Marey, Moholy Nagy o Pešánek. Todos ellos introducen un importante discurso sobre la percepción y la capacidad de decodificación del espectador asociada con su memoria vital.

Investigar, buscar y proponer nuevas formas de expresión fuera de las tendencias en alta definición en las que estamos inmersos involuntariamente nos atraen y nos convencen.