Ruidos, Sonidos y Políticas Urbanas: "Los Gritos de México" de Félix Blume | ARIADNA RISSOLA

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A nivel urbanístico, muchos artistas y teóricos vienen destacando últimamente las consecuencias homogeneizadoras de la globalización, proceso a través del cual las grandes ciudades tienden a perder sus rasgos distintivos a favor de una cierta de aterritorialidad de los paisajes urbanos. En este sentido, Francesc Muñoz afirma que ha emergido una nueva categoría de “paisajes independizados del lugar, que ni traducen sus características sobre el territorio ni son resultado de sus contenidos físicos, sociales o culturales” [1]. Esta convergencia de las ciudades se hace especialmente evidente en los paisajes sonoros cotidianos, que muchas veces no son más que fondos ruidosos de tráfico.

Sin embargo, hace unos meses fuimos testigos de una obra que precisamente resalta la otra cara de la moneda. En el marco del reconocido festival de videoarte Loop Festival 2015 [2], se expuso en Barcelona la instalación sonora y visual Los Gritos de México: paisaje sonoro y visual del D. F., del artista francés asentado en México Félix Blume. La obra – que abrió al público del 28 de mayo al 6 de junio en la escuela internacional de fotografía GRISART, en colaboración con el Consulado General de México en Barcelona – contiene y destaca una serie de sonidos que le otorgan al Distrito Federal una especificidad sonora, fruto de las características de la ciudad que siguen siendo irreductibles a la fuerza de la homogeneización predominante. Asimismo, la pieza tiene la intención de transformar los ruidos típicos de una megalópolis de unos 20 millones de habitantes cuyo tono de voz particular roza el grito, ajetreada, atiborrada de objetos y en continuo e incansable movimiento, en sonidos que, en su conjunto, compondrían una sinfonía. De este modo, el artista nos invita a escuchar los ruidos de la ciudad tal y como escucharíamos cualquier otra composición musical. Así, podemos percibir la pieza sonora como “un coro polifónico compuesto por transeúntes, vendedores ambulantes, rezos y reivindicaciones, que particulariza, junto al tráfico y a las tormentas estacionales, una ciudad que se niega a rescindir de su singularidad” [3].

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Fotograma del vídeo de la instalación con el que se realizó la postal-cartel de la exposición (2015)

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Los Gritos de México: paisaje sonoro y visual del D. F. no sólo de sonidos se compone. Presenta en una instalación una pieza sonora de 29 minutos [4], resultado del ensamblaje de grabaciones de diferentes lugares y momentos de la Ciudad de México que permiten distinguir sus diversos elementos sonoros, la cual se apoya en una imagen proyectada – minimalista y casi estática – de la ciudad vista desde cierta lejanía, a lo que se suma la exposición de objetos de venta habitual en los mercadillos callejeros, así como también de algunas de las frases de pregones de estos particulares vendedores ambulantes, y fotografías de manifestaciones y encuentros multitudinarios; todos elementos pertenecientes a algunas de las escenas que se pueden escuchar en la pieza sonora.

Podemos destacar que la obra sonora, fuente inspiradora para la realización de la instalación, fue realizada entre 2013 y 2014, y consta de reconocimientos como el premio “Pierre Schaeffer” en el Festival Phonurgia Nova (Francia) y una mención honorífica en la Bienal Internacional de Radio de México 2014, además de haberse difundido en radios, páginas web y espacios sonoros en varios países; no obstante, la instalación sonora y visual ha sido concebida de esta manera especialmente para el Loop Festival Barcelona 2015, en colaboración con la curadora Andrea Díaz Mattei. La particularidad de esta es aportada por la imagen proyectada, al adquirir – gracias a la distancia discreta desde la que está tomada – la dimensión de una postal visual que permite y anima al espectador a recrear en su imaginación las escenas a partir de los sonidos percibidos. Así, el conjunto de sonidos, imagen, objetos, fotos y frases aportan el efecto de una ciudad viva que incluye al espectador dentro de sus calles y lo hace sentir parte de sus murmullos, ajetreos y vivencias.

Aún así, al ser la pieza sonora el elemento central de la obra, merece especial atención. Félix Blume (Narbonne, Francia, 1984) es artista sonoro, ingeniero de sonido e investigador de sonoridades y ha colaborado con varios directores de cine y artistas visuales, entre los cuales destaca Francis Alÿs, Melanie Smith, Raúl Ortega y Julien Devaux entre otros. Estos hechos le han aportado una singular manera de entender y tratar los sonidos. Como la mayoría de sus obras, Los Gritos de México se basa en grabaciones de campo en las que el artista usa el sonido como materia prima, sin o con muy poco tratamiento. Su meticuloso método consiste en grabar separadamente las escenas (el pregón de cada vendedor ambulante un día, una manifestación el otro), aislar cada sonido en la grabación (el tráfico, la lluvia, las voces), aislarlo (limpiarlo) y luego volver a ensamblarlo con los demás para llegar a la composición final, tal y como se ensamblan los sonidos de los diferentes instrumentos de la orquesta para crear una sinfonía. Como podemos observar, para el artista la idea de paisaje sonoro y de narración están presentes en esta composición.

De esta manera, asistimos a la narración de una historia, la historia del D. F. desde la perspectiva del artista – un extranjero curioso y atraído por las peculiaridades urbanas y geopolíticas –, a través de los sonidos cotidianos del centro más concurrido y transitado de la megalópolis. Sin embargo, además de los ruidos de fondo del tráfico y los transeúntes que dejan escasos momentos para el silencio, destaca el repiqueteo de las tormentas estacionales características del verano mexicano. Pero sin duda alguna, lo que más llama la atención son los sonidos creados por las gentes que habitan la ciudad, sus ruidos, sus Gritos.
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Félix Blume, partido del mundial de fútbol, México-Holanda, retransmitido en el Zócalo (julio 2014)

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Entre estos, distinguimos los gritos de emoción y de apoyo al equipo de nacional en una concentración para ver un partido de fútbol. Se trata del partido entre México y Holanda en el mundial de 2014 en que el primero fue descalificado, proyectado en la céntrica plaza del Zócalo, tal y como se puede observar en una de las fotografías presentes en la instalación. Esta muestra un mar de cabezas y banderas que culmina en un escenario con pantalla gigante justo delante de la catedral. En una estampa tan común y mundana el artista ha conseguido juntar un sorprendente número de características singularmente mexicanas: la fiesta, la popularidad del fútbol y su espectacularización, la masificación de la ciudad, el sentimiento patrio omnipresente y la religión.

Asimismo, la historia transcurre por otra escena deportiva de una mexicanidad aplastante. Oímos un fragmento de los gritos de apoyo en un combate lucha libre, el deporte más típicamente mexicano, cuya popularidad – igualable a la del fútbol – moviliza a las masas, cosa que la diferencia del resto de Latinoamérica.

Más adelante, pasamos a la escucha de una oración religiosa pronunciada en otra – igualmente multitudinaria – concentración delante de la iglesia. Pero en un primer momento no nos damos cuenta de la naturaleza de los cantos, pues se parecen más al coro de animadoras de un partido al más puro estilo estadounidense. Sólo tras completar el típico “Dame una M, dame una A, dame una R, dame una I, dame una A, ¿qué dice? ¡MARIA!” comienza la oración. Presenciamos la magnificencia y puesta en escena de algo normalmente reservado a la privacidad del individuo o al pequeño círculo de la parroquia. Pero la atenta escucha del artista ni siquiera resulta crítica con esta práctica, según comentara le llamó la atención por ser algo que nunca había visto antes, lo que demuestra que efectivamente México D. F. conserva usos y costumbres que se resisten parecerse a otras ciudades, a la tendencia hacia homogeneización antes mencionada.

Otros gritos que destacan entre el murmullo son los gritos de dos manifestaciones: una a favor del presidente Peña Nieto y su gobierno y otra en contra de estos, en la última de las cuales se distingue un ruido ensordecedor de golpes contra metal. Una fotografía muestra cómo la manifestación pretendía la toma del parlamento, cómo este había sido vallado con chapa de hierro y cómo los manifestantes habían empezado a golpear la valla con martillo hasta crear enormes agujeros en la misma. Nuevamente, el artista se sorprende del cántico común a las dos manifestaciones, el ¡Viva México!, y del hecho de que la cuestión patriótica pueda servir para reivindicar una cosa y la contraria a la vez. Desde España nos puede sorprender y casi indignar este grito nacionalista, pero no hay que entenderlo tanto como la ambigüedad de un mismo pueblo cuanto que el patriotismo latinoamericano representa la lucha por el país, no ligada a una concepción política concreta como aquí se liga el españolismo al conservadurismo con reminiscencias franquistas. Es más, demuestra que el pueblo no asocia necesariamente al gobierno con la nación, que los partidos políticos no han conseguido apropiarse de un sentimiento casi religioso como es el amor patrio e impregnarlo con su ideología. Aún así, la escena es llamativa.

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Félix Blume, granaderos desalojando del centro histórico a profesores y maestros por su ocupación en protesta de la reforma educativa (septiembre 2013)
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Y así llegamos al elemento más destacable de la pieza sonora, los pregones de los vendedores ambulantes que desde hace décadas se han integrado en el paisaje sonoro y visual de la ciudad. El comercio informal en la calle y los gritos de anuncio de sus vendedores es sin duda de lo más característico del centro urbano del D. F. El apoyo en los objetos comprados a estos vendedores ambulantes, así como en sus frases más recurrentes, ambas cosas expuestas en la instalación, invitan a recrear la más típica tarde en las calles de la metrópolis. No obstante, parece que no falta tanto para que esta escena pase a ser historia. Recientemente el gobierno mexicano ha empezado a trasladar a los vendedores ambulantes cada vez más fuera del centro turístico, con la voluntad de “modernizar” la ciudad (tal y como desaparecieron los músicos ambulantes que poblaban el metro del D. F.), por no ir en consonancia con la actualización de las ciudades del siglo XXI. De hecho, Blume comenzó la pieza con la intención de realizar las grabaciones a los vendedores a modo de memoria, memoria sonora de esta característica de la ciudad antes de presenciar su desaparición. Él mismo afirmó en una conversación (como parte de las actividades de la exposición) que no fue tarea fácil, pues los vendedores no se dejaban grabar por temor a que él fuera del gobierno e intentara infiltrarse o algo así. Pese a esto, estableció buenas relaciones con ellos y, al acabar la obra, les regaló un CD con sus gritos y pregones que se encuentra exhibido en la instalación.

La historia que narra el artista nos invita a realizar dos reflexiones. En primer lugar, que la homogeneización de las ciudades tan a menudo denunciada por artistas contemporáneos, está teniendo lugar también en una urbe tan suya, tan genuina como México D.F, pero no sólo debido al efecto arrastre de la globalización, sino como resultado de políticas activas intencionadas a hacer desaparecer los elementos de la cultura popular menos agradables para la sociedad de consumo. En segundo lugar, dado que estas costumbres tienden a desaparecer, la obra de Félix Blume acaba ejerciendo una función de registro (entre documental y etnográfico) que con el tiempo puede convertirse en archivo histórico o memoria sonora de un tiempo destinado a desaparecer. En definitiva, la postal del D. F. que nos deja el artista persistirá en el álbum de nuestra memoria viajera.

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Notas:

[1] Francesc Muñoz, Paisajes aterritoriales, paisajes en huelga, en III Seminari Internacional sobre Paisatge: Paisatges incògnits, territoris ocults: les geografies de la invisibilitat, Observatori del Paisatge y CUIMPB, Barcelona, octubre de 2005

[2] Para más información, visitar www.loop-barcelona.com/loop-barcelona/loopfestival/exhibitions  y http://loop-barcelona.com/the-cries-of-mexico-by-felix-blume-grisart/

[3] Fragmento del Statement de la exposición escrito por la curadora, Andrea Díaz Mattei

[4] La pieza sonora completa está disponible aquí