Venti per Una. Veinte regiones por una Italia; veinte artistas por una muestra. Una mirada lateral | MARTINA CORGNATI

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“Lateral” es el punto de vista asumido hoy, en muchos casos, por algunos de los artistas más destacados que se mueven en los complejos escenarios del arte contemporáneo italiano e internacional. Esta exposición propone veinte artistas de veinte regiones italianas que, aunque no las representan de modo institucional, extrapolan de sus lugares nativos imágenes, influencias, recuerdos, estímulos e ideas. Esta, atípica, modalidad de reclutamiento responde a la exigencia de demostrar la vitalidad creadora y productiva de Italia con sus centros menores, y por lo tanto no exclusivamente de las localidades más centrales alrededor de las cuales gravitan gran parte de los recursos y de la atención que el sistema del arte puede destinar, y que de hecho ha destinado en los últimos años.

De todos los posibles candidatos para esta selección, nuestro interés se ha enfocado en los que, entre muchos, no han perdido de vista el lenguaje que han elegido para sus trabajos, cuyas connotaciones específicas (desde el dibujo a la fotografía, desde el vídeo a la escultura) se reconocen gracias a la sensibilidad, la comprensión y el respeto de sus intenciones, e insisten en probar, y posiblemente también poner en tensión las determinaciones más fuertes y más obvias con un punto de vista excéntrico y, al parecer, “inestable”, débil, “menor”, por tanto más adecuado para demostrar la vitalidad del lenguaje en sí y para investigar los límites que por medio de la sensible y experta exploración investiga su connotación estética, conceptual y cultural.

Son artistas que, sin olvidar la plenitud de la luz, prefieren las zonas de sombra; que se dejan atraer por los objetos “débiles”, sin que, frente a ellos, transformen su mirada en la de un periodista, un documentalista o un publicitario; que no se hacen pasar por filósofos o periodistas; que saben, a veces, ser irónicos sin llegar a ser superficiales.

Todos ellos prestan atención al contexto en el que existen y se mueven, como artistas y como personas, con tonos a veces sarcásticos, a veces irónicos, a veces poéticos, a veces dolorosos; elaborando trabajos, siempre abiertos pero personales, en algunos casos más sensibles a la realidad circundante (sin caer en la documentación), y otros más dispuestos a orientarse hacia una investigación más interesada en su propio lenguaje, interpretado a la luz de las condiciones contemporáneas. Aquí, en estos procesos,  la tradición (sobre todo clásica, lo que no debe sorprendernos, después de todo somos italianos) es el eje donde los artistas buscan el prejuicio (formal; la convención, es decir, el kitsch) para incluirlo “dentro” del lenguaje mismo, sin perder nunca de vista la matriz, la raíz que sigue siendo vital y que proporciona nuevas posibilidades a las prácticas artísticas que no han renunciado a ser ellas mismas, a su naturaleza compleja y específica.

Estos artistas no pertenecen a una generación definida y dada a-priori: no creemos que la edad sea un criterio válido en la producción de una sustancia como el arte que, pese a todo, continua demostrándose inefable y demasiado ligera para responder a la burocracia de la edad.

Son:

Andrea Nevi y Eleonora Beddini (Umbria) el eje de sus vídeos es un pequeño cuerpo celeste descubierto por el astrónomo Giovanni Schiaparelli un día después de la Unificación de Italia y por eso bautizado Hesperia, el nombre griego de la península italiana. La lejanía infinita de los cuerpos celestes y la política actual ya transformada en la historia nacional se fundan en una síntesis de valor poético y evocador, donde los sonidos y las imágenes creadas ex-novo se combinan sugestivamente con piezas de archivo. Aquí es el lenguaje del mismo vídeo lo que se investiga: sus códigos y sus rituales, representados, por ejemplo, por una repetición de las imágenes que entra en contraste con la narrativa fragmentada del material documental; el encanto de los sonidos profundos que evocan el espacio interestelar de Hesperia y la necesaria atención que se exige al espectador para poder apreciar la doble imagen.

Marco Bernardi (Lazio) ha utilizado la forma exacta de la península italiana (incluyendo las islas) para crear un pequeño colchón, cosido con extremo cuidado y rematado con pequeñas fuentes de sonido, pequeñas aves electrónicas que parecen cantar a este extrañoobjeto. Es la “Italietta con las alondras, multisensorial e inesperada. Un homenaje irónico a Giuseppe Mazzini, uno de los profetas de la Unidad Nacional y a su experiencia en la cárcel, en la que parece que las alondras  lo consolasen debido a la cama incómoda en la que, por el bien de Italia, se vio obligado a yacer. La investigación acústica siempre ha sido una parte integral de la labor de los romanos, que en este caso ha puesto en marcha una instalación de sonido real con alondras interactivas.

Claudio Beorchia (Veneto) se ha inspirado con viva curiosidad en las cabinas de fotos de pasaporte, en su funcionamiento, en sus automatismos, en el formato particular de las imágenes producidas en pocos minutos, el espacio íntimo y privado de sus habitáculo y, sobre todo, en su ubicación en el espacio urbano. De hecho, estas se encuentran en su mayoría en lugares de paso, por donde fluye una gran cantidad de personas; lugares impersonales, por los que todos cruzan y no pertenecen a nadie. El artista investiga el extraño entorno cercano a las cabinas, “obligándolas” a producir retratos no de personas, sino más bien retratos urbanos, y por tanto puestas en escena de su contexto. Mediante la colocación de un espejo sabiamente inclinado hacia el exterior, deja que la cámara tome el exterior del habitáculo, la ciudad. Esta operación se repitió en todas las cabinas de la zona en la que vive el artista, la "ciudad expandida" típica del noreste de Italia: el corpus de las fotos de pasaporte tomadas constituye una colección de paisajes/retratos urbanos, una nueva y original mirada hacia la ciudad.

Stefano Cagol (Trentino Alto-Adige) en una instalación grande y espectacular representa la hipocresía que a menudo caracteriza nuestra conducta social hacia los animales. El artista ha elegido un nombre único para identificar animales diferentes entre sí: Lola es el nombre clásico usado en Italia - como en otros países – para llamar a las vacas según la costumbre occidental de nombrar a sus animales domésticos. Este nombre, que marca con indiferencia también a los animales salvajes, se refiere a la situación de especies eliminadas, de una variedad aplastada, de un tamaño natural normalizado brutalmente. El hombre, la naturaleza, la casualidad, la manipulación, un veneno, un arma, la necesidad, lo superfluo. Los protagonistas son solo deducidos, y el resultado de esta historia es clara: no es un final feliz.

Giusy Calia (Sardegna) parafrasea el título de la famosa obra de Virginia Woolf para narrar en un tríptico fotográfico intenso el dolor sufrido en los ex manicomios italianos, cerrados ya desde hace décadas. Dolor anónimo: "los espacios de internamiento y privación de libertad", explica la artista, "no violan el secreto guardado por los que vivieron la experiencia que sigue impregnando las paredes en declive. Arquitecturas similares, y las zonas fronterizas dentro de las ciudades o en los suburbios periféricos, llevan el mismo estigma. Mantener a flote, como en un puerto enterrado, algunos efectos personales, maletas, cartas, frases en paredes y el olor acre del polvo que se deposita encima de las cosas, cristalizando el tiempo que, incesante, opera su transformación silenciosa y también en la historia de los que han vivido en estos lugares. El silencio se inunda, algo típico después del naufragio. Las luces azuladas subrayan el aspecto de los sumergidas bajo el agua y el silencio de las profundidades del océano. Las imágenes son mapas de un naufragio de existencias que se han apagado sin la atención de la mirada de los demás. Se quedan las habitaciones - y el tiempo de las cosas”.

Danilo Correale (Campania),  en su vídeo The Surface of my Eye is Deeper than the Ocean, presenta el retrato cruel de una sociedad sin futuro y sin esperanzas, dedicada solamente a los juegos de azar (billetes de lotería y similares): en este ritual, repetitivo y claustrofóbico, el grupo encuentra su cohesión y su razón de ser en la pérdida de cualquier perspectiva de desarrollo y de cambio real. Este trabajo adquiere una importancia aún mayor si pensamos que el artista ha utilizado personas reales encontradas en las tienda de lotería, jugadores reales entonces, que rascando los verdaderos  cupones, se han mostrado al observador, proporcionando una muestra representativa de una Italia desilusionada, dedicada a la televisión y pasivamente expuesta a "la suerte".

Mario Cresci (Liguria)  propone una reflexión sobre el lenguaje fotográfico similar a la de los escritos experimentales: por ejemplo la escritura de William Burroughs quien, en los años sesenta, denominó a este género con el término "Cut Up"; o la escritura de Nanni Balestrini quien hablaba de la "piegatura", es decir la tentativa de volver a la práctica del collage en la escritura, como "Fold Inn". Crecí, uno de los más famosos y aventureros fotógrafos italianos, “piega” algunas grandes fotos históricas que representan algunos de los grandes fundadores de la modernidad como Charles Baudelaire, Vladimir Mayakovsky y Marcel Duchamp. Las imágenes "piegate" se convierten por tanto en sujetos que representan una diferente modalidad de expresión, dependiendo del tipo de piegatura que se relaciona con la postura del sujeto y con su mirada.

Valentina Ferrandes (Basilicata) combina dos tipologías de “cuidado” practicado en sujetos particularmente “débiles”, sobre todo en mujeres del norte y sur de Europa: la psico-terapia que Freud utilizó para curar a Anna O, un famoso caso de histeria, y las danzas de las tarántulas grabadas en las películas del antropólogo Ernesto de Martino en 1959, en sitios muy cercanos a la ciudad donde nació la artista. La superposición inquietante de las imágenes y las voces, cuya textura se expresa de modo intensamente poético y a veces casi desgarrador, la lentitud de la filmación, casi apática, infecta el ojo con un fuerte sentido de alienación y, en última instancia, de violencia.

Dario Ghibaudo (Lombardia) presenta una “estación” de su Museo de Historia Innatural, un trabajo en proceso que empezó a desarrollarse hace 23 años, siguiendo un camino dividido en salas, cada una dedicada a un campo diferente de la investigación científica en clave irónica. En este caso se trata de antiguas alfombras de oración, reconstruidas a través de una sofisticada técnica de reproducción, que examinan los siete pecados capitales de la tradición católica, y a los que el artista añade un octavo pecado: el racismo. Cada vicio es representado por la imagen digital de un cerebro humano cuya área afectada por la función neurológica de cada vicio se pone de relieve con un color diferente, simulando una lectura computarizada del cerebro (computed tomography). La investigación neurológica sugiere que los vicios son parte de las funciones mentales de cada ser humano, independientemente de la confesión profesada, por lo tanto se trae de vuelta al ser humano a la igualdad natural debido a su pertenencia a la especie. En este contexto también se asocia la creación del octavo pecado capital o el pecado del racismo.

Nazzareno Guglielmi (Marche) presenta un vídeo sin sonido, Tra le righe (2008, 3' 53"), cuyos protagonistas, que se dan a nuestra visión despacio desde el fondo de los surcos de un campo arado, están ocupados en enterrar la línea roja del tiempo, en devolver a la tierra todos nuestros haberes más valiosos. El surco utilizado es en realidad uno de los muchos caminos posibles concebidos como una indicación de la futura plantación, lugar de la destrucción y la renovación de las cosas.

Emilio Isgrò (Sicilia), uno de los grandes innovadores del lenguaje artístico contemporáneo, desde hace décadas practica sistemáticamente la técnica de “borrar” como reconstrucción de sentidos alternativos, ocultos o escondidos en el texto. No se trata por tanto de “negación”, sino más bien de afirmación de nuevos significados: la transformación de un gesto negativo a un gesto positivo. El artista se ha formado durante los movimientos de vanguardia, lo que produjo un salto cualitativo en el arte y en la sensibilidad de la época de sus primeras creaciones (los años sesenta), ya que su quehacer mostraba claramente su anómala voluntad de alinear la negación del lenguaje y su afirmación contextual. “Lo que estaba tratando de hacer era abandonar para siempre la dimensión puramente negativa que, con razón o sin ella, parecía indisolublemente ligada a la vanguardia del siglo XX”, explica. Hoy que su trabajo ha adquirido una dimensión poderosa y originalmente “clásica”, Isgrò insiste en el valor ético de la vida artística, en la responsabilidad que un artista, un poeta o un escritor tienen frente a su a su público. Aquí propone un viejo mapa geográfico alemán del norte de Rusia adecuadamente borrado.

Claudia Losi (Emilia -Romagna) ha recopilado una serie de imágenes de los cuerpos celestes, cuerpos que gravitan en el espacio. Cosidas juntas en un mosaico de más de tres metros de altura, estas imágenes han dado vida a una escena que hace de telón de fondo al imaginario, al parecer llevándolo mucho más allá del horizonte de la tierra. El título de la obra, Guardando Dietro, sin embargo, nos lleva a enfocarnos hacia lo invisible, en ese rincón, o cara del mundo, un visivo muerto del cual no podemos  tener experiencia y que no podemos ver directamente. La esfera del ojo (el globo ocular), girando lentamente da sentido a la realidad, hasta terminar una órbita completa que lo lleva de vuelta a sus orígenes astrales. Lejos y cerca, el Yo y el cosmos, las distancias insondables del universo y la contigüidad del detrás de la mirada, todo es relativo. Claudia Losi parece descubrir afinidades fascinantes y melancólicas, casi científicas (pero también herméticas) entre estas dimensiones aparentemente diferentes, el lado muerto de la visión y la cara oscura de las estrellas, conectadas por la mirada, entendida como el modo fundamental de la experiencia de dar sentido a las cosas.

Pietro Mancini (Calabria) de su larga experiencia con el arte-terapia y el esfuerzo colectivo realizado en algunas comunidades de alguna manera desfavorecidas o difíciles, desarrolló una aguda sensibilidad hacia el ser humano, la relación, el tránsito de las oportunidades producidas por el contacto y, a veces, una nueva distancia. Por esta razón, sus fotografías, retratos de gente de la cual no conocemos el nombre, presentan una intensidad singular y suave, aún más conmovedora por la combinación con los iconos sagrados y otros elementos de ennoblecimiento y de resonancia antigua. Mancini ha reunido estos retratos como una secuencia cinematográfica, que serpentea a lo largo de una especie de película, a lo largo de una línea que es la de las emociones de la vida.

Chicco Margaroli (Valle de Aosta) escogió una obra de “metamorfosis estética” utilizando, como siempre, materiales orgánicos estabilizados y doblados por usos no convencionales. En este caso, su trabajo,, Attrezzi bradi, invita a la reflexión sobre el lenguaje como instrumento de comunicación, pero también de distinción y de distancia: en pequeños santuarios digno de joyas preciosas se recogen objetos anormales y pequeños “protegidos”, como en Valle d'Aosta se hace por los animales salvajes, los idiomas que hablan ante el uso de la palabra. Estos incluyen un filtro (pasapalabra), un cuchillo que la libera (Strengh of tongue), la mezcla mescola (Made in China). Cultivar más de un idioma es una especie de “especialidad” regional, de forma análoga a la “protección” de los animales salvajes, a través de un sistema de leyes para las campañas de caza.

Franco Menicagli (Toscana ) desafía el valor “positivo” de la escultura tradicional, tan exquisitamente “italiana” y en particular de Florencia, para obtener una especie de “borrador” abierto en el espacio y con el espacio. Teniendo en cuenta una parte muy interesante de la cultura modernista, este objeto frágil y desigual está recorrido por parcelas inestables y modificables a decisión del espectador llamado a participar en la revisión continua de una obra programática “abierta” y en desarrollo. La experiencia de Menicagli lleva a la experiencia de los Controrilievi de Tatlin, de las primeras “esculturas” fuera del pedestal, y, con un cambio significativo en la perspectiva, de algunas experiencias Antiform, por ejemplo Right After de Eva Hesse en 1969.

Andrea Nicodemo ( Molise ) a primera vista parece citar algunas propuestas clásicas del arte conceptual. Con estilo sobrio, seco y casi didascálico como el de las ilustraciones de la seguridad vial, el artista nos muestra a sí mismo o a su propia contrafigura extremadamente interesado a mirar un lugar fuera de los límites de la imagen. Está “buscando el arte”. Con un par de binoculares e incluso usando la participación de un perro (una silueta de tamaño natural), el artista nos muestra irónicamente como el objeto del deseo, anhelado y precioso, siempre se substrae. Su búsqueda ansiosa, su mirada centrada en la observación, evidentemente se refiere a un sujeto, a su propio tiempo y forma interior: el artista hace referencia a la falta de atención y a la imposibilidad de la presencia, no tanto por la “cosa”, sino por el mismo sujeto.

Paride Petrei (Abruzzo) presenta una instalación compuesta de diferentes objetos naturales, que conectan diferentes tamaños, el carácter “residual” de nuestro planeta y la perspectiva un poco utópica de un futuro en otra parte, en la vaga inmensidad del cosmos. Se trata de vigas de madera y una corteza colgada, cuyas curvaturas son proporcionales a las de los tres primeros planetas extrasolares descubiertos potencialmente habitables. Los objetos están compuestos de diferentes tipos de madera y la superficie está “preparada” con una imprimación por mesas, al igual que hacían los viejos maestros antes de pintar sobre la madera. El “sujeto”, en este caso, son algunos animales domesticados y luego convertidos otra vez en salvajes (dingo, paloma, algunos caballos). Animales que, como siempre, son un elemento esencial de la investigación y la atracción clave para Petrei, precisamente porque encarnan una dimensión ambigua entre naturaleza y cultura.

Agnese Purgatorio (Puglia) presenta una instalación de vídeo y fotografías tomadas en gran medida en la cárcel de mujeres de Bari, utilizando su instrumento favorito que es el collage y el fotomontaje. En esta delicada operación, el artista reúne y relaciona tres elementos diferentes, reunidos para la ocasión en una sola estrategia visionaria: el cuerpo de las presas, la Policía y la propia artista; las palabras (deseos de las mujeres escritos con inseguridad en la piel) y la memoria personal y colectiva transmitida por rosas, flor nativa de la región del Cáucaso impregnado con diferentes pero todas importantes implicaciones para el artista. Algunas son explícitas: la belleza, el amor, el maravilloso contraste entre la corola y las fuertes espinas del tallo, los clichés del amor romántico, pero también el feroz y olvidado genocidio del pueblo armenio, y allí donde, en las tierras altas, la rosa crece espontáneamente. El trabajo termina con un video, J'ai utilisé la mémoire, grabado en la frontera entre Armenia y Turquía, bajo la supervisión del Ejército Rojo. Aquí vuelven las rosas utilizadas para “recordar” las remotas pero impalpablemente presentes mujeres que escaparon del genocidio armenio de 1915.

Tamara Repetto (Piamonte) como artista ha ido hacia territorios obsoletos y lejanos a la estética tradicional, como el de las percepciones multisensoriales y de la relación entre las percepciones, las emociones y la inteligencia. Todas las sensaciones, de hecho, son los vehículos a través de los cualesnos relacionamos con el mundo, recopilando informaciones útiles que nuestro cerebro interpreta inmediatamente para organizar una reacción. La artista se ha centrado sobre todo en el olfato y, gracias a la compleja instalación interactiva Anosmia (pérdida total de la capacidad de percibir los olores), intenta dirigir al público hacia la apreciación de un área de experiencia que, en general, no goza de gran atención, pero que afecta a todo el comportamiento emocional y posee un extraordinario poder de evocación y de comunicación bastante refractario a la lengua.

Mario Sillani Djerrahian (Friuli -Venezia Giulia) lleva a la fotografía a retratar paisajes imposibles que llama Paesaggi Endotici (lo contrario de “exóticos”). Todo nuestro mundo puede encontrarse en ellos, con la incertidumbre de sus inicios y los bordes rotos de su provisional fin. Ellos son puntos de encuentro entre “conocer” y “ver”, entre las diferentes historias que afectan a diferentes hombres. En Rügen “todos los paisajes son posibles” explica, “dentro de habitaciones vaciadas de sus vidas; en los espacios desprovistos de su cultura pasada. Los paisajes se ven desde el interior de nosotros. Todos los posibles; los del pasado o del futuro, los que están terminados o que tienen que empezar. Hay una afinidad con Caspar David Friedrich. Lo que capta nuestra atención en su pintura Le bianche scogliere di Rügen (1818) es el espacio en el centro de la escena que marca un abismo, un vacío, donde se dibujan los personajes. Estos y Friedrich con ellos, están “asombrados” frente a la naturaleza, el paisaje. En mis habitaciones de Rügen los paisajes posibles pueden hacernos dueños del futuro, con el asombro dado por la libertad de hacerlo”.